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martes, diciembre 23, 2003

Una bonita (y navideña) escena  

Bueno, pues me he pasado todo el fin de semana haciendo espiritismo con los fantasmas de Virginia Woolf y Roger Fry y de una amiga mía, ex legionaria y travesti, La Fiebre. Sí, vuelvo a estar postrada en la chaise-longue, pañuelo de batista con puntillas en ristre, exhausta, esputando flemas y coágulos de sangre sobre las páginas de la biografía del señor Fry. Un horror. Pero no el único.

Mañana regreso al Valle de las Sombras para ir a ver a mis queridos fósiles. Me siento como Lord Carnavon, rumbo al Valle de los Reyes (en el exilio), esperando pacientemente a que la herida se infecte, mis pulmones dejen de funcionar y mis sentidos se emboten hasta el delirio (de nuevo me dejaré acunar en los fuertes, fibrosos y musculados brazos de mi amiga ex lejía, La Fever). Cuando llegue Lo Inevitable, yo también espero poder decir con tono sepulcral: "Todo terminó. Escuché la llamada, estoy preparada". Aunque lo dudo. Lo más probable es que en ese momento esté muy ocupada criticando el papel de las paredes –de un gusto execrable; una imitación muy, muy pobre de los Talleres Omega– y la toilette de mi desventurada madre, más parkinsónica que nunca.

Ah, sí, criaturas del Averno, por muy abyecto que pueda ser vuestro coiffure –y lo será, no lo dudo–, estoy preparada. He escuchado la llamada y puedo hacerle frente. Ahhhhh. Venid aquí. Yo os invoco.

Uy, pero si no son demonios. Parecen… Yo diría que son… Lo son: niños horriblemente travestidos, con expresiones ávidas, las manos engarfiadas; monstruos cuellicortos, pidiendo, exigiendo a voz en grito… ¿Quéééééé?… ¿El aguinaldo? Ah, sí, claro. Pasad, pasad…

¡¡¡¡RAAAAAAASSSSSSS!!!

Es una suerte que mi casa tenga un sótano tan profundo.

Feliz Navidad.

[La morse se separa de Gemma (con doble M), la única mujer que posee la fórmula del rubio titanluxie en exclusiva –la Primera Dama se la regaló como presente por sus esponsales con Él, el innombrable–, tras colaborar a la perpetuación de la especie con dos nuevos ejemplos de por qué la palabra eugenesia cada día es más infrecuente. Pues ya ves tú. La semana pasada me dijeron que Le Divorce era ya un HI (Hecho Irreversible), del mismo modo que lo es el Matrimonio de Conveniencia sellado entre el Hombre-Frenillo, adicto a los uniformes (de doncella… cofia y plumero van en el kit, que nadie se lleve a engaño) y su esposa, también militanta, que responde a un diminutivo ciertamente cariñoso… en un rey visigodo, claro. Cómo está el p(p)atio. ]

El año que viene más.

viernes, diciembre 19, 2003

Doble R (Remordimientos y Regalos) 

Sir Edward Fry (1827-1918), padre de Roger Fry, escribió en su autobiografía que en su juventud, en la primera mitad del siglo XIX, tenía un perenne “sentimiento de que la vida ordinaria estaba llena de trivialidades; [sentía] una repulsión ante el carácter y hábitos de muchas personas; remordimientos por cosas mal dichas y mal hechas; y sobre todo por los estallidos de un temperamento que fue siempre un poco dominante; estas y muchas otras cosas me llevaban con frecuencia a tristes y dolorosos pensamientos…”

O sea, como siempre, un cadáver me arranca de la boca palabras que estaba a punto de escupir como delicados salivazos. Un horror. Lo mío con la necrofilia empieza a ser preocupante, pero es que… la vida ordinaria está llena de trivialidades (sí); el carácter y hábitos de muchas personas me provocan no sólo repulsión sino instintos homicidas (sí, sí, sí); las cosas mal dichas y mal hechas que a menudo hago no sólo se transforman en remordimientos sino en algo cercano a la compulsión autopunitiva patógena; los estallidos de mi temperamento… etc., etc., etc.

Gracias a Dios, ayer recuperé una experiencia de lo más gratificante, uno de esos regalos por los que, cual Violeta Parra con glamour –la pobre, qué guedejas a lo Malinche, qué mala piel, qué prognatismo… qué horror–, podría ponerme a cantar “Gracias a la vida” sin el menor recato. Hacía mucho tiempo que no encontraba algo tan esencial como un interlocutor; un interlocutor es como el maná para el pueblo judío o el champán para alguien como Yo, que da un nuevo sentido al adjetivo torrencial y al sustantivo egotismo. Un interlocutor es un regalo. Un interlocutor es… el Gran Chambelán JA.

Ay, cuánta razón llevaba maman, como siempre: “Hija mía, las cocottes hacen lo mismo que cualquiera, pero tienen un don, un don extraordinario: saben escuchar (o hacen como que escuchan, que para el caso es lo mismo). Y para un hombre, o sea, para un botarate, eso es esencial”.

Y para Una Mujer, mamá. Y para una mujer.

Mañana más.

jueves, diciembre 18, 2003

Esclava de las convenciones (y de la agenda) 

Espero ansiosamente la llegada del Gran Chambelán JA y de mi ex marido. Ambos regresan del sur de Francia, donde ahora vive el Par A-Dógico y donde al parecer también veraneaba el marqués cuando era muy, muy pequeño (me lo imagino perfectamente, vestido de punto y tweed de la cabeza a los pies, mirando con sus enormes ojazos el mundo con una actitud “anormalmenete détachée”* de lo más cool, aunque levemente inquietante en un niño).

[*Cortesía de la señora Mitford, Nancy]

En fin, ambos llegan esta tarde, cargados de anécdotas (han pasado por Lourdes, ese Las Vegas de las Indulgencias Plenarias, con descripciones de semejante locus delicti de este jaez: “dos calles principales, plagadas de tiendas de souvenirs –no habrá sitio en el infierno para tanta gente creadora de objetos demoníacos como merece arder sin contemplaciones en una pira– revestían alguna actividad, y una de cada cuatro tiendas estaba dispuesta a ofrecerte botellitas de plástico vacías, postales de un gusto execrable sin excepción, escayolas que representaban las formas más atrevidas partiendo de la inspiración de la virgen, mecheros, llaveros, navajas, etc. Una imaginación realmente retorcida”. Sabias palabras, a juego con su visión de la realidad, del Gran Chambelán JA), y creo que también cargados de equipaje. Como debe ser. No soporto a esa gente que viaja “ligera de equipaje”. Son unos desarrapados y unos cursis insoportables. Hay que viajar siempre con baúles y baúles de ropa y complementos. A ser posible, hechos a mano.

Bueno, además tengo pendiente un largo Rose-Ario de citas, têtes-à-têtes y soirées multitudinarias que palpitan en mi agenda como un víscera recién extraída de un simpático turista gringo en un tugurio infecto regentado por lo más granado de la de delincuencia putumaya –“por favor, llámame amerindio”–; no sé si seré capaz de afrontarlas todas porque El Síndrome amenaza con devorarme entera, de la cabeza a los pies. Si al final lo consigue, todo lo que quedará de mí serán mis Manolos, jirones de Carolina Herrera y mis tres medallas de la bondad. Nada más.

En fin, ¿qué se le va a hacer? Otra Nueva Esclavitud de la Mujer Contemporánea…

[Esta mañana he vuelto a tener una hemorragia. Creo que, definitivamente, estoy embarazada… Lo que me recuerda que tengo que llamar a maman. Pobre.]

Mañana más.

miércoles, diciembre 17, 2003

La Realidad, un ajuste de cuentas 

“Si una escritora de novela rosa, por despiste o por dolor, se contempla en el negro espejo de la realidad, equivocó su mirada (la mirada en un escritor es esencial) y habrá cruzado la frontera que divide dos géneros tan opuestos y vecinos como el Rosa y el Negro”.
P. Almodóvar

Amén, hermano. Y como muestra, un botón:

Si de mí dependiese… Ay, cómo odio esa frase. Ay, cómo odio esa falsa (más que un Judas de plástico) empatía con la que muchos se meten en tu piel –ay, qué asco, por Dios– y te escupen su degenerada, depauperada, depravada visión de la realidad y Te Arreglan La Vida, porque, al parecer, ellos tienen La Panacea. Una cierra los ojos y cuenta hasta tres, con la vana esperanza de que cuando los abra se hayan disuelto en el aire, como una miasma deletérea, pero no; cuando Una los abre, ellos siguen allí. Al pie del cañón. Carne de cañón, en realidad.

En fin, Una es Mujer Equilibrada y no va a ponerse a estas alturas a Matar A Todos. Me gustaría, pero no puedo hacerlo por varios motivos. La prisión –algo tipo Holloway– no es el menor de ellos*. Una vuelve a cerrar los ojos y vuelve a contar hasta tres y vuelve a rechinar los dientes y a clavarse las uñas en la palma de las manos (para evitar clavárselas a La Persona Encantadora de turno en los globos oculares) y confía en que, con un poco de paciencia (y cloroformo), lo peor pasará. Mmmmm. Lo peor pasará.

Buenos deseos. Buenos sentimientos. Buenas vibraciones. Buenas… Buenas tragaderas, cariño. Buenas caderas, bonita. Buena celulitis, cielo. Ah, sí, tú tampoco te salvas, encanto. Cierra la boca... o te arranco los dientes. ¿Sí? Mmmmmm, claro, cariño. Espera un momentito, ¿te importa, vida? ¿No? ¿Me sostienes esto? Bah, no es nada, sólo una Smith & Wesson. Es para mi defensa personal. Para las agresiones, ya sabes; y ahora eres , tú quien me está agrediendo con su estulticia, sus mechas y su pashimna falsa. ¡¿Cómo?! ¿Qué sobre gustos no hay nada escrito? Te equivocas, cariño, sobre gustos hay una amplia bibliografía escrita y disponible. Que tú no la conozcas no es excusa. ¡Pum, pum, pum!

[* De nuevo tengo que recurrir a mi Nuevo Mito Personal, Diana Mitford-Guinness-Mosley, y a su hilarante observación sobre el sistema penitenciario británico en la década de los 40: “Yo siempre había pensado que una prisión era como un hospital, donde todo estaba limpio y reluciente”. Jajajajaja. Qué encanto.]

Mañana más.

martes, diciembre 16, 2003

Las Mitford y Yo, una reflexión sobre el Matrimonio 

Bueno, pues tengo a dos nuevas heroínas en mi Montsalvat particular, las hermanas Diana y Unity Mitford. ¡Qué capacidad de abstracción! ¡Qué súper positivas! Qué vitalistas, qué risueñas ellas, oye… Las llevas a un campo de concentración y les parece una gymkhana. Literalmente.

A los hechos me remito. En 1937, después de tomar el té con “el señor Hitler” (sic), le escriben a su madre, arrobadas: “Es sencillamente demasiado, demasiado divino” (Unity, dos años antes de saltarse la tapa de los sesos en el Englisher Garten de Munich). “Sí, es un verdadero ángel” (Diana).

Sí, yo de mayor quiero ser como ellas. Quiero tirarme a un cadáver y que me parezca un ser lleeeeno de vida. Aunque, ahora que lo pienso, creo que eso ya lo he hecho antes. Muchas veces. De hecho, el género humano lo lleva haciendo desde hace miles de años. Creo que lo llaman Matrimonio.

Mañana más.

lunes, diciembre 15, 2003

Un mensaje de Esperanza 

Esta mañana, al salir de casa, me he tropezado con un hombre, ciertamente voluminoso, que, vestido con una túnica de color azafrán, me ha dicho con voz levemente nasal: “Mira a tu alrededor”.

He dado un paso atrás, aterrorizada ante su sonrisa, un tajo orlado de dientes de color marfil —marfil muy, muy antiguo— de una escalofriante idiocia. Al parecer, mi reacción le ha envalentonado, pues ha añadido con un tono nasal elevado a su enésima potencia, la sonrisa dilatada en una mueca demente: “La vida es hermosa”.

Naturalmente, no me ha quedado más remedio que clavarle mi broche Cartier en el único ojo sano que le quedaba —el otro estaba velado por lo que parecía una nube de cólera, llena de miasmas, sobre un cenagal en un bancal al lado del Ganjes—, espoleada por un prurito de justificada indignación. Una no puede salir de casa, escuchar Eso y quedarse impávida. No, no, no.

Hubiese preferido que me amenazase con el Armaggedon o que me rompiese algunos mitos tras desvelar, sin consideración alguna hacia mis más elevados ideales sobre el Género Humano, qué tipo de diabólicos intereses se esconden detrás de palabras tan devaluadas como Democracia —“ah, sí, la política, tan propia de personas maduras... Déjalos con sus juguetitos, querida, y ayúdame con esto”, maman dixit—, Solidaridad o Civilización. Pero no. El Buen Hombre ha querido transmitirme un mensaje de Esperanza.

Cada vez que oigo esa palabra me acuerdo de las palabras de mi abuela: “La esperanza, querida, es lo que arruinó a nuestra familia. En su nombre se han cometido los crímenes más atroces... Fíjate en tu abuelo, sin ir más lejos”.

Cuando ese simpático gurú, o lo que quiera que sea, ha dejado de gritar —qué horror, qué alaridos; parecía un cerdo al que acabasen de abrir en canal; aunque no sé de qué me sorprendo, tenía una caja torácica capaz de albergar no sólo sus pulmones sino los de dos o tres bueyes de carga y varios chacales consumidos por la sarna—, he recuperado mi broche, tras deshacerme de su globo ocular, y lo he limpiado en el dobladillo de la túnica, que para entonces había pasado del vistoso color azafrán a un tono chocolate muy poco favorecedor.

—No sé de qué se queja —le he dicho—. Mire a su alrededor. La vida es hermosa. C'est trop choux? Uy, pero qué tonta. Si usted ya no puede ver nada. No se preocupe —he añadido, tras una pausa—, seguro que encuentra algún pasatiempo. Pruebe con la calceta.

Y me he alejado a paso ligero, sintiéndome mucho más en paz conmigo misma. Supongo que el pobre no habrá tenido dificultad en cruzar la calle. Al fin y al cabo, la gente siempre te sorprende haciendo este tipo de cosas. Cómo es la gente...

Mañana más.

domingo, diciembre 14, 2003

Uno menos... 

Vaya, han detenido a Sadam Hussein. Otro nombre que supongo que tendré que tachar de la lista.

Maman está desolada. Sus simpatías están claramente a favor de los genocidas; últimamente, mucho más: “Hija mía, cada día estoy más decepcionada con la raza humana. Mi confianza en la gente está muerta; ya no amo ni siquiera a los ricos como debería amarlos un miembro de una Casa Real en el exilio. La gente me parece estúpida. Los ricos son tan estúpidos como los pobres; no importa cómo vayan vestidos, no siento más que desprecio por unos y otros”. La verdad es que mamá siempre es un consuelo, a su manera.

En fin, tal vez en Arabia Saudí...

Esta mañana he tenido una ligera hemorragia. Tal vez esté embarazada. ¡Cielos, espero que no!

Mañana más.


sábado, diciembre 13, 2003

El Infierno está entre nosotros 

"Las asechanzas de la muerte me rodearon, y los dolores del infierno hicieron presa de mí."
Libro de los Salmos, Salmo 116

He visto el Infierno y es muy parecido a un bar marica poblado por fantasmas, mamarrachas, zombies y demonios, retorciéndose espasmódicamente en un amago de baile ritual como anguilas luchando por un trozo de carroña; seres vestidos por su peor enemigo con pantalones de campana, zapatos puntiagudos y diabólicas camisetas de canalé, ceñidas a anillos de carne fláccida y lechosa, mientras en sus rostros se dibujaban ávidas expresiones de indescriptible depravación.

He visto el Infierno y es muy parecido a un restaurante de diseño, decorado por el hermano de Cuca García de Vinuesa, infestado de camareros que querrían ser actrices, pero que se quedan en patéticas réplicas de un travestí -un travestí probablemente adicto a la cazalla, la muselina y los hombres casados- imitando a la Montiel; de jefas de cocina teñidas con algún producto tóxico que les ha traspasado el cuero cabelludo, ha cauterizado el córtex y ha dinamitado las pocas neuronas sanas que les quedaban tras el último tratamiento de Raboterapia intensiva en la catacumba más sórdida que pueda imaginar el ser humano más degenerado; de un público que merecería ser decapitado, del primer al último comensal, en una plaza pública, tras arrancarles los ojos y las uñas con un escoplo al rojo vivo; de dj's, esa raza que tendría que ser exterminada de la faz de la Tierra, y chicas de guardarropa capaces de llevar una camiseta con escote halter y unos pantalones cargo absolutamente sobrias sin que medie coacción alguna (y seguramente ella pensará que va moniiiísima, Dios mío); de ratas, de mangostas, de sanguijuelas y babosas de tierra, dejando una estela de babas secas a su paso...

He visto el Infierno y es muy parecido a lo que he visto.

He visto el Infierno. El Infierno es Esto.

...Humor... Ironía... Distanciamiento...

Ah, sí, humor, ironía y distanciamiento. Y un revólver. Cargado, por favor.

Mañana más.

viernes, diciembre 12, 2003

Doctora Frankenstein, o la Prometea más moderna 

¿Y tú, bonita, qué le pides a un hombre?

1) Que sea millonario.

2) Que esté vivo, pero no demasiado.

3) Que me tenga presente en su testamento.

4) Que tenga dos piernas y dos brazos, no necesariamente simétricos.

5) Que sea heterosexual, por el amor de Dios.

6) Que no tenga más de 180 años (mi límite está en 65).

7) Que no pese más de 180 kilos (mi límite está en 100; no quiero morir sepultada viva bajo una avalancha de carne).

8) Que sepa construir frases compuestas, que sepa conjugar el subjuntivo y que nunca, jamás, reproduzca una conversación en estilo directo.

9) Que sea un caballero (muchas pensarán que este apartado está incluido en el punto 5; ingenuas…)

10) Que no sea creativo. Cero creatividad. La creatividad debería estar prohibida, sobre todo en los hombres; sobre todo en los hombres heterosexuales; sobre todo en los hombres heterosexuales que son heterosexuales.

Mañana más.

jueves, diciembre 11, 2003

Cultura antiojeras 

Bueno, pues acabo de reencontrarme con un antiguo amigo, J. G. Farell, muerto hace años, y a quien da gusto volver a leer. Qué maravilla. Por fin alguien –hace 30 años, claro– dice algo interesante sobre la kultur: “La cultura es una ficción. Es un cosmético pintado sobre la vida por los ricos, para ocultar su fealdad”. Amén, hermano.

Si a eso añadimos lo dicho por Mary Carrillo/La Condesa en Entre Tinieblas: “Hoy en día hay que ser millonario para sobrevivir. Y yo no quiero sobrevivir. Yo quiero viviiiiiir”. Pues, claro, podemos llegar a un par de conclusiones:

Conclusión nº. 1: Como dijo Mari-Karen Blixen, vivir no es necesario; el dinero, sí.

Conclusión nº. 2: La cultura no te va a librar del Horror, la Fealdad y el Grotesque cotidiano.

¿Me convierte eso en una Mujer Desesperada? Pues no, honey, en lo único en lo que me convierte es en una Mujer Lúcida. Porque tengo nervio óptico. Porque Yo lo valgo.

Mañana más.

miércoles, diciembre 10, 2003

Crónica Rosa (en negro) 

Bueno, pues ayer estuve en el Ojo del Huracán. O sea, en la fiesta de inauguración de la nueva tienda de Agathic-Agathac en Calle 54 (la tienda está en la calle Serrano, la fiesta fue en ese local execrable, propiedad de la familia Trueba & Cía.) Un horror.

El panorama desde la segunda planta, un balcón con vistas al Infierno, incluía algunos perfiles especialmente afilados, labios siliconados, vagamente parecidos a un sofá capitoné victoriano con cascadas de antimacasar; pómulos cirugizados, cortantes como cuchillos; narices en estado de ruina, previo paso por la clínica de algún carnicero de Milwakee; cardados teñidos de alheña y sonrisas sibilinas congeladas como tajos sobre una pandereta. Y esos trajes… Ah, Dios mío. Un carnaval de colores primarios –cian, rojo, turquesa– tan favorecedores como una descarga eléctrica de 1.200 watios en el clítoris. Y ella, claro, la anfitriona…

…Ay, esa S líquida bailando break-dance sobre su paladar mientras desgranaba sus múltiples penas como Mujer-En-Movimiento, o sea, “en los últimoszzzzz treszzzz diaszzz he eszzzztado doszzz veceszzzz en Pariszzzzz, todo el día metida en la tienda” (en la suya, se supone; como un cenobita en su celda… acolchada, seguramente).

Ante una declaración de estas características, Una sólo puede optar por el alcohol. Pero como he hecho Una Promesa –a mi ex marido, no al Niño Jesús de Praga; mi ex marido, ay, qué tonta puedo llegar a ser…–, no me quedó más remedio que ahogar mis penas en una absurda procesión de tónicas on the rocks “con un gajo de limón natural, por favor” (ante este tipo de peticiones, normalmente las/os camareras/os escupen a escondidas en tu vaso antes de entregártelo con una expresión asesina y las garras engarfiadas; benditos sean).

Gracias a Dios, me acompañaba el chambelán F., recién llegado a la Corte pero no por ello Una Figura Menor (a pesar de que comparte conmigo –y con Charo Baeza– ese tipo de anatomías más bien escuetas de la escuela Tapón-Sexy), y su marido, J. C., autor de Grandes Sentencias Morales del tipo: “Mira, ahí va Agatha’s domestic” o “Agatha’s nuages”. Maravilloso.

Yo, mientras tanto, me dediqué a observar detenidamente, aunque de manera un tanto esquinada, a un grupo de invertidos de alto standing, adictos, por este orden, a la gola isabelina y a la levita de terciopelo. Llegué a la conclusión de que hay un excedente de Uranistas en este tipo de soirées y no pude dejar de recordar las palabras de mi abuelo: “Hija mía, un poquito de gas sarín no puede hacerle daño a nadie… sobre todo si es pobre”. Si sustituyes el adjetivo pobre/indigente por otro tipo de expresión más contundente, por ejemplo, “de la cáscara amarga”, no me queda más remedio que admitir que estoy completamente de acuerdo con él. Sabias Palabras.

Si a ello añadimos la presencia de Grandes Personalidades de la Cultura del jaez de Andrés Vicente Gómez (¡qué tez, Dios mío!), con unos pantalones que con toda seguridad había arrebatado a golpe de talonario en un homeless-fashion victim a la puerta de una parroquia de El Viso; Chencho Arias, foulard tornasolado en ristre; Pijey, ejerciendo de feliz –jajajajajaja-– consorte; la mitad masculina –jajajajaja– de ese gran tándem de la moda española llamado Locking Shocking; Tamara, convertida por obra y gracia de la cirugía (anti)estética en una máscara azteca, y su madre, Marguerit Six Fingers, et al; ya os podéis imaginar el estado de mis globos oculares –y de mis esfínteres– cuando salí y pude respirar tranquilamente bajo la lluvia un poco de oxígeno, a salvo de salivazos sociales.

Y esta noche, Verinno inaugura otra. Que vaya Rita the Chartreuse.

Mañana más.

martes, diciembre 09, 2003

Barcelona, Virginia Woolf y los chulazos 

[Dedicado a los chambelanes y chambelanas de la Corte, todos con barretina y aprendiendo a bailar la sardana]

Bueno, pues hoy hablaré de Barcelona y el matrimonio Woolf. Mari-Virgi, la pobre, se hundió en el Ouse cuando empezó a escuchar voces de sus padres y de su hermano Thoby, difuntos todos. No me extraña. Si Yo escuchase la voz de algunos miembros de mi familia a Todas Horas, aunque estén Vivos y Bien Vivos, también me cosería una bonita colección de pisapapeles broncíneos a los bajos de la falda. Estoy totalmente de acuerdo con la señora Woolf en que “las familias son instituciones perversas, pese a todos los argumentos que se esgrimen a favor de ellas… incluso en las más inteligentes”. Amén, hermana. ¿Qué tiene esto que ver con Barna? Mmmmmm, me explico. Ella se ahogó en el Ouse. Yo, más práctica –y mucho más mona; dónde va a parar–, me sumerjo en una Orgía Consumista. Y para eso, Barcelona es ideal. Pero ideal, ideal.

En fin, el caso es que fue Orwell y no Mari-Virgi quien escribió un Homenaje a Cataluña. Una pena. Yo me sumo al homenaje: Barcelona es una ciudad maravillosa; divina no (divina es París), pero maravillosa sí. Sí, sí, sí. Aunque, eso sí, está infestada por una diabólica legión de camareros absolutamente execrables que han desarrollado un maravilloso don, el de la ceguera fulminante. Me pregunto si tienen el nervio óptico forrado de gabardina (Burberrys, claro; porque en Barna son súper adictos al Mundo Marca).

Yo, tras dedicar un par de segundos de reflexión a este ítem –hay estudios que demuestran que más de dos segundos ininterrumpidos de reflexión, o de cualquier otro tipo de actividad intelectual, tienen efectos irreversibles sobre el Cutis de las Ricas Herederas–, he llegado a la conclusión de que salen directamente del cotolengo, probablemente diseñado por Domènech i Montaner, tan fan él de lo neo-medieval. Claro, así salen ellos: escapados de un friso gótico, probablemente de una alegoría de los Siete Pecados Capitales.

Por otro lado, hay que admitir que Barna es también una cantera de primera categoría en cuanto al Negociado Chulo se refiere. Yo, tras un par de experiencias especialmente aberrantes –¿un par?, jajajajaja–, había perdido, hasta cierto punto, la confianza en este género. Pero Barna me la ha devuelto con creces. Oceanógrafos adictos al Canibalismo sólo puedes encontrarlos en ciudades portuarias. Y Marsella me queda un poco lejos, qué queréis que os diga.

En fin, tras una velada de lo Más Intensa con especímenes de este tipo, no puedo dejar de estar de acuerdo con las palabras de Leo, el marido de Mari-Virgi: “El amor nace y reposa en el egoísmo, aunque a menudo se manifiesta con gran esplendor a través de una suprema generosidad”. Desde luego, no me cabe la menor duda de que Yo puedo llegar a ser Realmente Generosa con mi cuerpo, a pesar de que me acusen –las malas lenguas; las peores– de ser Una Perra Fría y Sin Corazón.

O sea, Barcelona y los Woolf hacen buena pareja. Y Yo, con ellos.

Mañana más.

viernes, diciembre 05, 2003

Algunos lugares comunes (y cómo escapar de ellos) 

“No le puedes gustar a todo el mundo”. Y tú que lo digas, bonita.

“Nadie en su sano juicio…” Las palabras juicio y sano nunca, jamás, deberían estar incluidas en la misma frase. Del mismo modo que las palabras juicio y justo únicamente pueden coincidir en esta: “¿Que si tú y yo tenemos algo en común? Lo único que se me ocurre es el derecho a un juicio justo.”

“Tú lo que necesitas es una terapia”. Seguramente, cariño, y tú un estilista (se puede sustituir la profesión por un amplio catálogo que incluye las siguientes ocupaciones/vocaciones: logopeda, peluquero, director espiritual o chulo).

“¿Puedo ser franco?” Mmmmm, corro a por las perlas (a juicio del Gran Chambelán JA, Carmen Polo es la única mujer de la Historia que llevaba la dentadura postiza a juego con las perlas; yo no puedo dejar de estar de acuerdo con esta teoría).

“Si estas paredes hablasen…” Qué aburridas serían.

“¿Te puedo decir una cosa?” Sólo si Yo te puedo llamar a ti a dos.

“Si yo tuviese tu figura…” Probablemente estarías muerta.

“No sé cómo eres capaz de hablar así”. (Tras una mirada a fondo de arriba abajo) En tu caso, yo tampoco.

“Tienes un problema”. Tú también. Seborrea.

Etcétera, etcétera, etcétera.

Mañana más.

jueves, diciembre 04, 2003

Sonría, por favor 

Sonrisa. Según la RAE, viene de la "acción o efecto de sonreír". Según mi experiencia, es un acto reflejo de una falsedad primaria, mendaz y sin límites.

En fin, el caso es que siempre hay que encontrar algo por lo que sonreír. Lo dicen mis Seres Queridos. Pues claro que sí. Por ejemplo: se ha muerto Maika* Vergara, Una de las Mujeres Más Abyectas que hayan pisado la faz de la tierra, de un ataque al corazón. Sonrisa. Ella se tomó una buscapina pensando que se trataba de un dolor muscular. Gran sonrisa. Seis horas después era un fiambre (de pechuga, seguramente; porque la Mujer Abyecta era muy, pero que muy adicta a la fórmula Balconette 100%, o sea, canalé + canalillo = ecuación de éxito). Raja de Sandía. Seis horas antes estaba cenando con La Mujer Hirsuta y aguantando el chaparrón (¿en sentido literal?). Carcajada.

Ooooye, pues funciona. Y ahora, si quieres, llámame perra.

*Siempre he sostenido que la K es una letra letal. La vida, una vez más, me ha dado la razón.

[Y Dulce Chacón también la diña. ¡¡¡Arrobamiento!!!]

Mañana más.

miércoles, diciembre 03, 2003

Un nuevo Santo para mi iconostasio 

[Perdón por el retraso, querido F., pero Los Imponderables…]

Bueno, pues hoy no hablaré de mí. El egotrip está muy bien, pero no te da de comer. Pasa lo mismo con el Amor o la Autorrealización, pero bueno, de eso hablaré Otro Día.

No. Hoy hablaré de F. F. es una de esas personas, como los chambelanes y los pares de la Corte, que no devalúa el Género Humano. Es más, es una de esas personas que dignifican un género tan atrozmente degenerado como el es el humano. La verdad es que escribo esto un tanto coaccionada por el mismo F., porque alguien capaz de preguntarte “¿Y no me vas a sacar en tu diario?” es alguien también muy capaz de vaciarte las cuencas con un estilete (de marca, eso sí; probablemente de Gucci, porque F. es muy, pero que muy fan de la marca como abstracción y como sucedáneo de la realidad) para hacerse con tus globos oculares un bonito par de zarcillos. Aunque F., Deo gratias, no es Para Nada del Género Zarcillo.

F. es un triple P (Pequeño, Paranoico & Petarda), pero también es sensible (hipersensible, en realidad), transparente (es lo contrario de lo que la tiíta Truman llamaría “farsante”), complicado, obsesivo, cariñoso y tenaz. Yo lo he conocido en una época de su vida que sólo podría describirse como complicada, pero al fin y al cabo él también me conoció a mí en otra época de mi vida que sólo podría describir como caótica, de manera que estamos en tablas.

F. es también una de esas personas que me pueden hablar de tú y no de SAR, porque, al contrario de tantos y tantos botarates que se creen que un cunilingus les da derecho a apear el tratamiento –cuando todo el mundo sabe que un cunilingus a lo único a lo que te da derecho es a salir por la puerta de servicio con una gratificación muy, muy modesta o una condecoración de clase C por los servicios prestados–, F. y yo sí hemos comido en la misma mesa.

F., aunque está casado, ha decido hacerse monje trapense (creo que pertenece a una Orden bastante tolerante en ese sentido, aunque ciertamente dogmática en otros aspectos) y retirarse del mundanal ruido –en sentido literal– a alguna gruta apartada en el desierto (todo lo que está más allá de la ciudad, para mí es el desierto). Sólo espero que en la Orden acepten perros, porque F. es también una de esas personas, tipo Santa Dorothy Parker, que no iría a ninguna parte sin ellos. Es más, F. es súper partidario de las inmortales palabras de la Parker acerca de los perros: “Ellos lo único que quieren es un poco de cariño, ya sabes… como la gente de dos patas”.

Pues eso.

Mañana más.

martes, diciembre 02, 2003

Autorretrete 

Un ligero, ligerísimo cuestionario.

¿La vida es maravillosa? Sí, claro… Y Yo soy María de Rumanía.

La gente es… Lo Peor. Ratas de cloaca. Súper Ratas. A veces ni eso.

¿Dónde deja el optimismo? Donde dejé mi virginidad. Debajo de la cama, en una caja de zapatos.

¿Dónde deja el amor? Lo empeñé, junto con el anillo de pedida de la abuela (el que acaban de subastar por una pasta, hijossssss de perra).

¿Dónde deja la esperanza? En minúscula, no la conozco. En mayúscula, era una conocida prostituta polaca que terminó abriendo un honorabilísimo baño turco en unas caballerizas que habían pertenecido a mi Familia (antes del Expolio).

¿Qué es la frivolidad? No sé. ¿Unas enaguas?

La familia es… ¿La Sagrada? Un engendro espantoso. Alguien debería ponerle un monumento al conductor de ese tranvía llamado…

…¿Deseo?… ¿Yo? Una triple P: un Patrocinador, un Piso y un Púlpito. Ay, qué tonta, pero si un púlpito ya lo tengo.

La abstinencia es… Un infierno. Y como todos los infiernos, tolerable.

¿Qué es intolerable? La fealdad.

Y la fealdad es… Móntese en el metro, querido, grápese los párpados a la calva y verá Lo Que Es. Coja un periódico y lea. Vea un telediario y, si aguanta cinco minutos sin haberse hecho el hara-kiri con un destornillador (cóctel, no herramienta), responda Ud. mismo a esa pregunta.

¿Tiene tendencias homicidas? Al menos, una vez al día.

¿Tiene tendencias suicidas? Por el amor de Dios, pues claro que sí. Cada vez que pongo un pie en la calle.

La calle es… Una agresión constante. Sobre todo la calle Fuencarral. Qué horror.

El hombre es… ¿Una mujer?

La mujer es… Un hombre, cada día más (o sea, una mujer).

¿Existe el Vicio? Santo cielo, sí. Le remito de nuevo a la calle Fuencarral.

¿La mente puede estar enferma? Jajajajaja. Mire a su alrededor, querido.

Dígame tres personas que han marcado este siglo. Mmmmm: Hitler, Andy Warhol y Jackie Onassis.

¿Y dónde deja a la Madre Teresa de Calcuta? ¿Yo? Yo a esa mala pécora no la tocaría ni con una pértiga de tres metros.

Me da la impresión de que es usted una… Perra fría y sin corazón.

…Una persona enferma… No le quepa la menor duda. Afortunadamente.

Muchas gracias por su tiempo. No hay de qué. Y cierre la puerta al salir, gracias.

Mañana más.

lunes, diciembre 01, 2003

Tres motivos para mantenerse alejada de un teclado 

Primer motivo: Alcoholismo (+ Depresión)

Segundo motivo: Mononucleosis infecciosa

Tercer motivo: Fantasías paranoicas y/o suicidas

Yo creo que son tres excelentes motivos, ¿no?

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