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miércoles, marzo 31, 2004

Celestinas contemporáneas: buscando marido desesperadamente 

Hay cosas con las que no puedo. Las mechas son una de ellas (sobre todo si perteneces a la escuela "Entre croqueta y croqueta, me pongo coqueta"). La obesidad, otra. Las pieles encurtidas, otra. La curiosidad enfermiza, otra más. No me importa admitir que Yo sufro de un terrible problema de adicción al gossip. Pero lo que en mi caso resulta sólo un defecto (leve) de mi carácter, algo así como una medalla llamativa pero encantadora, en los demás es un horrendo hábito que, me temo, sí hace al monje. Vaya si lo hace. A la monja, en este caso.

Y vosotros os preguntaréis: ¿pero de qué está hablando esta? Pues, hija, de lo de siempre. Ahora me entero de que me quieren colocar, como si fuese una mercancía, a un inspector de hacienda “muy amigo mío...” (ay, esos amigos; los carga el Diablo) “...que es igual que tú”.

Mi expresión facial (y anal, porque de golpe se me han cerrado los esfínteres) se pueden definir con una sola palabra: estupefacción. “Sí, querida, igual que tú: virgo”.

¿Virgo? ¿Virgo Dei? ¿Virgo Matrix?

“Es virgo, o sea, ordenado, muy buena persona [¿muy buena persona, Yoooo?], encantador, intelectual [¿intelectual, bonita, Yo? ¿Con estas piernas?]... y muy religioso”.

Chúpate esa, Teresa. ¡Muy religioso! ¿¡Pero qué tipo de imagen proyecto!? Por el amor de Dios, ¿qué es esto? ¿Una broma (de mal gusto)? ¿Una cámara oculta?

Sí, querida, sí. En eso estaba pensando, en acabar con tu amigo: un cenutrio obeso, obseso y, con toda seguridad, con un inenarrable (y alarmante) problema de seborrea (cutánea y mental, seguro).

Hay que joderse.

[Por cierto, repasando el álbum personal de los hijos de Aicha Achab, Jamal Zougan y Mohamed Chaoui, los supuestos responsables de los atentados del 11-M, me pregunto: ¿son maricas o simplemente metrosexuales? Jamal, guapo, según un amigo mío muy, muy entendido (y extraordinariamente depravado), eres carne de sauna. Esa imagen de Jamal, pecho-lobeitor asesino, luciendo tetas en el rompeolas, ¡por Diosssss! Se me acaban de abrir los esfínteres como por arte de birli-birloque. Desde aquí ofrezco mi alcoba, mi cama, mi todo para que sea la próxima Zona 0. Jamal, sweetie, eres explosiiiiiivo.

Cuando ETA contrate a chulazos así para pegarte un tiro a quemarropa (previo pollazo) hablaremos. Mientras España siga teniendo terroristas de Serie B, no hay diálogo que vaga. Escuela de chulo-terroristas ¡¡¡YA!!!]

Mañana más.


lunes, marzo 29, 2004

Amo a los muertos, pero no la necrofilia 

El reino de los muertos es impenetrable. O eso pensaba. Al final, sin embargo, hay pocas cosas que no se puedan penetrar (que se lo digan a Gilles de Rais).

En fin, el caso es que esta tarde un cadáver, o lo que Yo creía que era un cadáver, ha vuelto del Otro Lado, Lo Oscuro, Lo Inefable, la Costa de la Muerte. El Pasado.

Iba por la calle, de camino al gimnasio, cuando me he cruzado con alguien a quien no veía hace años. Ni siquiera le he reconocido en un primer momento. El pelo blanco, la barba también veteada de blanco... Pero esos ojos. Ah, esos ojos. Hubo un tiempo en que hubiese matado por ellos. Si me los hubiesen traído en una bandeja (de plata, de alpaca, incluso de baquelita), me los hubiese comido... Pero no me los trajeron. Fui Yo quien casi se los arranca, de pura desesperación.

Nos hemos vuelto a mirar (supongo que para cerciorarnos). Me ha sonreído. Le he sonreído. Se ha acercado. Me he acercado. Ha guiñado los ojos. He guiñado los ojos. Ha levantado una mano. He bajado una mano. Me ha tocado el pecho (ese pecho generoso que tantas alegrías me ha dado en los últimos años). Le he tocado la polla (total, a estas alturas, ¿qué más da?). Me ha cogido la mano. Le he cogido la mano. Nos hemos metido en un portal. Y...

...No ha pasado nada más. Ni un beso. Ni una sonrisa. Ni una cópula. Le he acariciado la cara y he salido pitando. Porque Una ya tuvo más que suficiente.

Como dijo una gran amiga mía antes de saltar por una ventana: "Una y no más, Santo Tomás".

Mañana más.

domingo, marzo 28, 2004

La risa y Yo 

Me he pasado todo el fin de semana (bueno, todo no; lo que me ha dejado mi apreta Vida Social, de la que soy figurante, arte y parte) leyendo La Segunda Corea, el nuevo libro, aún sin publicar, de uno de mis escritores favoritos, José Antonio Ramos. En realidad, es mi escritor favorito vivo. Porque el resto de mi iconostasio literario pertenece exclusivamente a los muertos. En general, tal y como he repetido durante los últimos días hasta la saciedad (la mía y la ajena) "cada día soy más fan de La Muerte y menos de la vida".

En fin, el caso es que La Segunda Corea (LSC, a partir de ahora) es un poco de oxígeno en medio del horror cotidiano que tiene Una que soportar. Una lee este documento sobre la España Profunda y se le abren las carnes, pero también la quijada, porque no puede parar de reír de la primera a la última página, aunque se trate de una risa pelín amarga, ya que el humor que destilan los retratos del señor Ramos es negro como la pez. Un retablo en toda regla, con sus tres niveles, del cielo al infierno. A mí, el cielo me resulta cada día más indiferente, mientras que el infierno, al menos, puede resultar un lugar de lo más evocador, como un hogar. Aunque eso ya lo dijo hace muchos años, unos 30, Iris Murdoch, cuando escribió que "todos los que no viven en él no comprenden que el infierno es un lugar inmenso donde hay refugios y guaridas familiares".

Pues sí, señoras y señores. Lo es: un hogar con sus guaridas y refugios, incluso con su propia biblioteca.

En fin, el caso es que pocas veces se le saltan a Una las lágrimas y se le nubla la vista por las carcajadas. Y cuando pasa eso, sólo se puede dar gracias a Dios y ser consciente de que vives Un Milagro. La risa es lo único que nos queda. Gracias, muchas gracias.

Mañana más.

viernes, marzo 26, 2004

Ellos... y Yo 

"Aquel tipo de retórica me resultaba familiar; era lo que en el ámbito de la psiquiatría se conoce como 'ensalada de palabras'. Los enfermos mentales, especialmente los esquizofrénicos paranoides, a menudo utilizan palabras extravagantes y poco convencionales, así como frases que sólo tienen significado para ellos."

Robert K. Ressler, Dentro del monstruo. Un intento de comprender a los asesinos en serie.

O sea, que ahora resulta que Yo voy a ser un poco psico-killer...

En fin, el caso es que Robert Ressler incluye en este librito, divertidísimo, unas cuantas entrevistas con animadores de la escena del kilerío más independiente, tipo John Wayne Gacy y Jeffrey Dahmer, que son una joyita. Abrid vuestro libro de citas y tomad nota, porque no tienen desperdicio:

John Wayne Gacy (33 adolescentes, RIP todos ellos... y alguno más, según Ressler, del que no tiene constancia, pero él tiene la mosca detrás de la oreja): "Los conocía personalmente. B. había sido empleado mío. S. es aquel con quien se supone que estuve involucrado en el asunto del coche, y el fiscal intentó sostener que yo me había llevado a John S. a casa, y que estuvimos bebiendo juntos, supuestamente (aquí también le añaden sexo), y después fue torturado, supuestamente. Yo no sé quién lo torturó, pero que yo sepa allí nadie torturó a nadie. Mi conocimiento personal del caso S. es que, cuando regresé a casa, S. y Baker estaban allí. Es lo mismo que les dije bajo los efectos del suero de la verdad. Estaban en la casa. Me tomé unas copas y me fui a la cama. Cuando me desperté por la mañana, Baker dormía en el sofá y S. estaba muerto en el suelo. Me fui a trabajar y después ya no estaba".

Chúpate esa, Teresa. O sea: Cuando me levanté, mari, con un resacón de suero de la verdad que no te puedes ni imaginar, había un cadáver en la salita (la de la mesa de pinacle de mi tía Enriqueta, la de Varsovia); pero no cualquier cadáver, no te vayas a creer... Qué va, qué va. Un cadáver horroroso. Pero horroroso, horroroso. Una piel, unas laceraciones, un rictus... Vamos, Lo Peor. Total, bonita, que me vestí (me puse el traje ese-verde-que-es-divino, el de Ailanto), me maquillé (porque se me había corrido un poco el rímel) y me fui a la fábrica de chorizos, sí, la que hay a las afueras que atufa to el pueblo, hija mía... Y cuando vuelvo a casa, dispuesta a ordenar el salón (porque con cadáver o sin él, hay que limpiar la casa, porque tú ya sabes cómo soy Yo, que no puedo con la mugre), ¡¡¡me encuentro con que el muerto ya no está!!! Lo que yo te diga, eso ni es un cadáver ni es nada. Ya no hay muertos como los de antes. Pásame el suero, tía.

Jeffrey Dahmer (17 chulos de varias nacionalidades y razas, que posteriormente desmembró, devoró y, al parecer, pensaba convertir en parte de una instalación súper artística en su salón, con un par de esqueletos articulados con algo así como unos arneses de estaño ideales... Psico-killer, sí, pero con mucho criterio para la decoración de interiores... Lo malo es el olor, pero, bueno, no se puede tener todo): "Las volví a dejar en el sótano [las bolsas donde llevaba a una de sus víctimas troceada; las llevaba en el asiento trasero del coche... hasta que la Policía le puso una multa "por circular demasiado a la izquierda". Como se puso un pelín nervioso —natural, con esa papeleta—, volvió a su casa y decidió tirar la basura en otro momento]. Cogí la cabeza, la lavé, la puse en el suelo del cuarto de baño, me masturbé y eso; luego volví a meter la cabeza con el resto de las bolsas, abajo. A la mañana siguiente... teníamos una gran tubería de desagüe enterrada que medía unos tres metros de largo. Metí las bolsas ahí, aplasté la entrada de la tubería hasta cerrarla y las dejé unos años y medio dentro".

O sea: receta para un pastel de carne (humana, y eso). Te cargas a un chulo, el primero que pase por tu puerta. Luego, lo deshuesas y tiras el resto a una bolsa de basura (o a varias, depende, hija, porque es que hay cada chulo...). Cueces la cabeza para blanquear el cráneo. Si te queda demasiado clarito, le das una pátina de pintura plástica gris, que es monísima y va bien con cualquier tipo de decoración (menos con la étnica, pero a los psico-killers el rollo étnico no nos suele gustar nada más que en las víctimas, así que da igual...). Después metes la carne que no te vayas a comer en el congelador, y el resto lo sazonas con lo que tengas, porque a la carne humana le va bien cualquier tipo de aliño. Es lo que tiene el canibalismo, que no te tienes que complicar la cabeza. Luego... Luego, si te da un poco de fatiga, te vas a domir tranquilamente y dejas la cocina perdida de sangre, que ya llegará una mucama a limpiarla a la mañana siguiente. Si se presenta la policía, les dices que has tenido una fiesta y que tus amigas, que son todas unas maricas y unas drogadictas, se han pasado mucho, pero que eso no va a volver a ocurrir y te dejan en paz, te lo aseguro yo. Y luego, al día siguiente o a los dos años y medio, como tú veas, la cocinas y te lo comes (el pastel, los parásitos apártalos discretamente con los cubiertos, porque los parástitos son fatales y dan muchos gases). Divino.

Ay, la naturaleza humana... Qué maravilla.

Mañana más.

martes, marzo 23, 2004

Ay, la gente... Qué cosas pregunta 

¿Qué se puede contestar a una pregunta impertinente (muy impertinente) y estúpida (bastante estúpida)?

Por ejemplo: "Y tú, ¿qué harías por amor?"

1. Vomitar.

2. Suicidarme.

3. Un desfalco.

4. Un crimen (el tuyo, a ser posible).

5. Un cambio de sexo... Incluso un cambio de peinado.

6. Un soborno.

7. Una paliza (darla, o mejor, encargarla).

8. Un golpe (de estado).

9. Un disparate.

10. ¡NADA, por el amor de Dios!

¿Y qué se puede responder a una pregunta aún más estúpida e igualmente impertinente?

Por ejemplo: "Y tú, ¿qué harías por odio?

Mmmmmm —aquí recomiendo achinar los ojos, hasta convertirlos en dos meras rendijas, y formar con los labios una sonrisa tipo navajazo a traición o bien la tipo culo de pollo con hemorroides—, supongo que casarme contigo, querida.

Mañana más.

lunes, marzo 22, 2004

Una vacuna contra la melancolía 

"Primo hermano de la pesadumbre es el temor, o su hermano más bien, su fidus Achates y compañero constante". Richard Burton, el filósofo y forense de la melancolía, no el ex marido de Liz Taylor, dio en el blanco. Primos hermanos, la melancolía y el temor van de la mano.

Bueno, el caso es que hoy por la tarde no le he dado la mano ni al temor ni a la pesadumbre. Para nada. Hoy a media tarde tenía otra cosa mejor que hacer, como por ejemplo darle la mano a Hayden Christensen, alto, delgado, con el pelo trigueño levemente revuelto y unos impresionantes ojos azules engastados en sendas ojeras de color jacinto. Un bellezón, lánguido pero bellezón, de lo más agradable para un tête-à-tête nada romántico; al contrario, de lo más profesional. Ay, porque Una es Working Girl, que si fuera una perdida...

Al salir del Ritz he decidido que lo mejor que podía hacer era pasear, darme un baño de sol primaveral (y de alergia, porque tal y como pronosticó la señora Parker, la peor hora es la del crepúsculo) y olvidarme del temor y la melancolía. He entornado los ojos junto al Obelisco de la Bolsa, ese monumento fálico a la mariconería madrileña más desaforada al que las locas hispanas acuden en procesión desde todos los puntos del país, y he sonreído, mientras una simpática turista japonesa me hacía una foto (supongo que cautivada por mi charme).

Ah, sí, me he dicho. Supongo que hay momentos, momentos como éste, que hacen que merezca la pen... Ay, por Dios, ¿pero qué hace la japonesa? ¿Pues no pretende robarme el bolso? ¡Tía puta!

Le he arrancado un mechón de pelo (lacio) y un pendiente (de ínfima calidad) casi de cuajo.

Ah, sí. Hay momentos como éste, en los que le arranco un jirón de piel a una desconocida (que lo pone todo perdido de sangre, porque los desconocidos, más que amables, son unos ordinarios), que hacen que La Vida merezca la pena. Lo que no arregle un poco de violencia...

Mañana más.

domingo, marzo 21, 2004

No, no soy Lo Peor 

Bueno, pues haciendo orden en esa metáfora del Caos Primigenio que es mi suite, me acabo de encontrar con esta cita de la señora Woolf: "No estoy normal, pero estar normal, supongo, es un fetiche". Y, claro, se me han llenado los ojos de lágrimas, porque me he dado cuenta de que la señora Woolf no escribió esto pensando en ella. No. La señora Woolf escribió esto pensando en mí. Ahora.

He pasado un fin de semana extraño. Convaleciente. O algo parecido. La postración, la pena, el remordimiento. O sea. En una palabra (bueno, en dos): el alcohol.

El jueves volví a tocar fondo. Oh, sí. Vaya si toqué. Me sumergí. Pero bien. El viernes apenas me acordaba de nada. Bendita amnesia. Eso sí, en el intermedio tengo que decir que perdí la ropa, en sentido literal, en un antro de perdición y no lograba encontrarla. ¿Alguien puede imaginarse la sensación que Una Chica Como Yo experimenta cuando el proxeneta de turno, increpándola con un tono de lo más intimidatorio, le insinúa que coja un taxi ¡Completamente Desnuda!?

Yo sí. Yo puedo imaginármelo. Es más: no necesito imaginármelo. Sé lo que es. Y os aseguro que no es agradable.

Al final, encontré mi ropa (casi toda..., pero menos da una piedra; bueno, preciosa no, preciosa da mucho más) y conseguí llegar a casa Sana y Salva. Un poco magullada, pero vestida. O casi. Eso sí, en el trayecto entre el Antro y el Petit Palais mi autoestima decidió irse a comprar tabaco y todavía no ha regresado. Lo que no deja de resultar de lo más insólito, ya que mi autoestima jamás ha fumado, ni siquiera un cigarrillo. En fin...

Yo prefiero echarle la culpa a agentes extraños. Agentes como la Mamarracha Morigerada, que incluso desde el fondo de las cloacas se empeña en asomar de vez en cuando su rabo lánguido, hirsuto y levemente fétido (en una palabra: repugnante), hociqueando como un cerdo en su pocilga, enseñando las encías cariadas en una sonrisa de estereotipado encanto monomaníaco. Sí, querido Antoine & Co. (ay, esa Corte de los Milagros; ¿acaso en Toledo no exterminan a las ratas? ¿No desinfectan las alcantarillas? ¿Las cucarachas antropomorfas son una variante autóctona castellano-manchega?), ya sé que puedes resultar fatídicamente encantador, pero te agradecería que te mantuvieses alejado de mí, de mi camino y de mi vista Lo Máximo Posible. Digamos que otro planeta, en otro sistema solar, en una constelación muy, muy lejana, me parece más que suficiente. Tal vez no haya oxígeno, pero no albergo la menor duda acerca de tu capacidad y la del resto de tus encantadores amiguitos para adaptarse a unas condiciones de vida anaerobias. Tú y Yo sabemos que es posible, ¿no, querido? Al fin y al cabo, tampoco puede decirse que tu casa sea precisamente un balón de oxígeno, ¿no estás de acuerdo?

En fin, el caso es que el viernes, cuando me levanté y recordé vagamente las vejaciones a las que fui sometida doce horas antes, lo único que pude hacer fue regresar a Mi Lecho de Dolor. ¿Soy Lo Peor? (Remordimiento). ¿Soy Lo Peor? (Culpa). ¿Soy Lo Peor? (Vergüenza). ¿Soy Lo Peor? (Recriminación).

Pues no, qué coño. Las hay mucho peores. Si lo sabré Yo.

Mañana más.

miércoles, marzo 17, 2004

Resaca vital 

No lo digo Yo, lo dice el Gran Chambelán JA: "lo que no han destruido los atentados, lo hará la imbecilidad".

Lleva razón. La imbecilidad, la idiocia, la estupidez, la rapacidad lo inundan todo. Son como una peste.

En las últimas 48 horas he recibido en plena cara más de un bofetón de imbecilidad. Y no precisamente dosificada, no; a granel. Como la colonia barata, como el alcoholazo, géneros de saldo en todas sus manifestaciones. Qué horror.

"Se abre una época de esperanza" et al. Pues Yo, como maman, estoy horrorizada. Si vuelvo a escuchar otro solo tópico en labios del demagogo de turno os aseguro que me pondré a chillar.

Oh, sí. Lo que no han destruido los atentados, lo hará la imbecilidad ajena.

[En un aparte os diré que durante los últimos días he visto "La mala educación" y lo único que puedo decir de ella es: qué problema de peluquería más grande, qué pena de pelos...; y he leído "Castillos de cartón", de Almudena Grandes, ambientada también en unos nostálgicos años 80 —¡puaj!—, y lo único que puedo decir de esa novelita es... ¿Qué puedo decir de esa novelita? No sé, lo he olvidado...]

Mañana más.

lunes, marzo 15, 2004

Resaca electoral (y literal) 

Bueno, pues Bonne Maman ya ha hecho las maletas. «Hija mía, esto es el fin».

Ella ya se planteaba la nacionalidad andorrana desde que Le Petit Prince anunció The Engagement, pero ahora ya está firmemente decidida. La entiendo perfectamente.

Yo, porque no tengo CS (Conciencia Social); es más, cada día me radicalizo más en mi firme y decidido abrazo a la frivolidad más absoluta (sí, Yo también aspiro a Lo Absoluto; es más, Yo aspiro, y punto). Pero a maman, que suple su ausencia de CS con una CC (Conciecia de Clase) del tamaño del Valle de los Caídos, No Le Llega La Camisa Al Cuerpo. Al grito de «que viene la horda roja», Bonne Maman y el Rey en el Exilio (a.k.a. Mi Bendito Padre) se preparan para exiliarse de nuevo, porque, claro, sus convicciones éticas han entrado en conflicto con La Realidad, El Pueblo y La Democracia.

Yo he intentado tranquilizarla, diciéndole que no se preocupe. Si mis convicciones estéticas pueden resistir las agresiones constantes que cada día se presentan a mi paso (mechas, pelos castigados, convertidos en látigos de siete colas por obra y gracia del fenómeno Puntas Abiertas, cortes asimétricos en lugares donde la simetría debería ser algo así como La Torá para el pueblo judío, zapatos creativos, hostelería creativa, peluquería creativa, ¡periodismo creativo, by goodness sake!...), las suyas también.

En fin, el caso es que ayer pasé una noche divina, gracias a esa pareja de seres angélicos llamados Á. & I., que dan un nuevo (y pletórico) sentido a la palabra anfitrión. El pobre Á. estaba al borde del colapso cardíaco, mientras su teléfono se entregaba a una orgía politónica que ríete tu de Shostakovich. Yo, claro, intenté inocular (sí, inocular) un poco de cordura en medio de tanto entusiasmo, porque aquello, más que entusiasmo, era Histeria. Pero nada... Los prosélitos son impermeables a la frivolidad. Ellos viven esto de las elecciones, la democracia y todos esos juegos de mesa para adultos con una intensidad que a mí, desde fuera y con un poco de distanciamiento, me deja exhausta. Es lo que tiene seguir las enseñanzas de Vane Bell y Mme. du Deffand a rajatabla: hay que sentir cada día menos, hasta alcanzar la mímesis perfecta con un trozo de escayola.

Pero, claro, celebrar las victorias con gin-tonics y cava (dos botellas, ¿o fueron tres?) da otra perspectiva de las cosas. Una perspectiva decididamente vibrante. Aunque también da un ligero dolor de cabeza. Gajes del oficio (de dipsómana).

En fin, tengo que hablar con maman... A mí, la verdad, la perspectiva de trasladar la Residencia Familiar a Andorra no me fascina precisamente. Y no es que la Ciudad Funeraria sea la respuesta de Dios a las plegarias del Pueblo Elegido en busca de la Tierra Prometida, pero a estas alturas... En fin, Ya os contaré.

[Un beso enorme a mis anfitriones, a Á., al Gran Chambelán JA., a C., a D., a la chambelana M., a Fraulein S., a la texana P., a todas y todos, a prosélitos y escépticos... Y también a mi ex marido, a quien tengo presente en mis oraciones (Santa Zelda, Santa Dorothy, Santa Tru y Santísima Tennessee... protegedlo de todo mal, por favor). Y ahora, Zerolito, ¿a quién vas a sacar del armario tú, sweetie?]

Mañana más.


jueves, marzo 11, 2004

Mírame a mí, sin ir más lejos, cómo me ha tratado el mundo árabe... 

¡¡¡¡¿Pero QUÉ es esto?!!!! Ahora resulta que Al Qaeda es la responsable de todo este horror mediático (las metáforas aplicadas al terrorismo deberían estar RIGUROSAMENTE prohibidas por la ley y por algún tipo de código deontológico que se aplique a rajatabla). Si eso es verdad voy a indignarme, pero DE VERDAD.

O sea, que en Manhattan hacen atentados con glamour echando abajo el World Trade Center, con gran fanfarria de cascotes y víctimas que saltan —literalmente— por los aires, ¿y en Madrid... qué? Bombas en trenes de cercanías y en El Pozo del Tío Raimundo. ¿Pero qué pasa, guapos? ¿Qué nosotros no nos merecemos un atentado como Alá manda? ¿Que todavía hay clases [las hay, no me cabe la menor duda]? ¿Que hay un terrorismo de Clase A y otro de Serie B?

Aquí también tenemos Objetivos Civiles de diseño. Fíjate en la Torre Picasso o las Torres Kío... Pero no, ellos no... Ellos, El Pozo del Tío Raimundo...

Al Qaeda, como sea verdad, ay, como sea verdad... quiero que sepáis desde YA que contáis con todas mis antipatías, que pueden ser muchas y muy beligerantes.

Mañana más (letra impresa; no víctimas, por favor... ni metáforas)

[Hace años, cuando era una ingenua, o sea, cuando creía que tenía algún tipo de talento, escribí una novelita absurda que espero publicar algún día, porque en España la ausencia de talento es inversamente proporcional a las probabilidades que tienes de publicar un libro, en el que su protagonista, un infame, decía lo siguiente: "Me molesta que me digan que soy un cínico, porque en realidad no lo soy. Pero si hay algo que me parece intolerable, algo que me revuelve las tripas, por inmoral y por oportunista, es esa mediatización del dolor ajeno en beneficio propio". Hoy sigo pensando lo mismo, queridos periodistas con ínfulas literarias, políticos con frenillo y sin él y miembros de las Casas Reales, originales y putativos. Sigo pensando que el dolor ajeno debe seguir siendo eso... Ajeno. Y el pudor, en cambio, algo propio. Muy propio.]

La Feliz Pareja o cómo unos novios que están a punto de contraer matrimonio parecen escapados de un cotolengo y no de una clase de catequesis 

Bueno, pues NO quiero pasarme La Vida hablando de Ella, porque Mi Vida es muy intensa y Una Mujer Como Yo no habla de las demás, sino de Sí Misma. Pero es que, claro, si nuestros caminos se cruzan, ¿qué va a hacer Una? ¿Meter la cabeza en el bolso Kelly? ¿Salir armada (y peligrosa) o provista con un antifaz con mucha pedrería? Pues no. Una está obligada a contarlo, porque si Dios la ha puesto en Mi Camino por algo será (Yo, en cualquier caso, no soy muy fan de Dios que digamos y estudio severamente la posibilidad de ponerle una querella el día del Juicio Final que ya pueden ir temblando los doctores de la Iglesia, porque Lo Van A Flipar [con el Papa]... Dios, si tú también me lees, vete preparando, guapo, ¡y cambia de imagen, por el amor de ídem!; por favor, esas barbas y ese estilismo y ese todo, qué horror, Dios mío, qué horror.) En fin, a lo mío, que me disperso.

Estaba Yo, divina, como siempre, con un clásico muy mío (el Petite Robe Noir), apto para toda ocasión, incluida una conferencia en la Fundación Lázaro Galdiano, acompañada de mi ex marido*, el duque (aunque ahora resulta que no, que es conde... y no, no es un juego de palabras asaz soez), y resulta que miramos el reloj y empezamos a inquietarnos porque la conferencia no empieza y el público, ese público... En fin, que no resultaba muy decoroso —ni prudente— hacerle esperar, porque la media de edad rondaba los 180 años y alguna que otra dama corría el riesgo de no volver a levantarse jamás, tras sucumbir al Síndrome Alcayata sofocada bajo una cascada de perlas.

* [Respecto a mi ex marido, sí, lo confieso, he tomado Buena Nota de las enseñanzas de Norma Desmond: "Manténte en buenos términos con tus 'ex'. Mejor aún, hazlos trabajar. Es la mejor ayuda que puedas obtener". Y que lo digas, Norma, guapa...]

—¿Tú crees que alguna de estas estirará la pata? —le pregunté a mi ex marido, de hito en hito (pensando ya en la cita biblíca, ésa que hace referencia a que en el Otro Mundo no necesitas tus posesiones terrenales, como los collares de perlas o los broches de lapislázuli, por ejemplo; mientras que A Mí, en esta vida, me harían un apaño de lo más divino).

—Pues no me extrañaría nada —respondió el duque, mirando con cierta incómoda vehemencia la oscilante dentadura postiza de uno de los venerables ancianos que habían acudido a la llamada de este título, fascinante donde los haya: "El impacto de la Constitución de 1812 en América". ¿Impacto, Pepa? ¿Y tú me lo preguntas? Mira a tu alrededor, querida, si esto parece Notre-Dame con tanta gárgola...

En fin, que como dimos una impresión un poco abyecta, tipo la claque que se impacienta en el teatro de variedades de Manolita Chen y empieza a patear el patio de butacas con esa energía que, hoy por hoy, sólo se encuentra en el Pueblo Llano, una señora de la organización (escapada también de un friso gótico) se nos acercó y, en un susurro sibilante, nos informó:

—Perdonen por el retraso, pero es que esperamos a...

Y aquí hizo una pausa reverente y se llevó una mano (de Orlac, probablemente) al cardado a lo bombe glacée, antes de terminar con una exclamación extática:

—...Su Alateza y...

Y, claro, los pelos (todos) se me pusieron como escarpias y los globos oculares como dos aldabas cuando escuché su nombre. Ella. Otra vez. Qué pereza. Y yo voy, y me dejo la pamela de los funerales en casa. Con lo bien que me vendría a mí el velo en esta ocasión. Ay, Dios, también es mala suerte.

Mi ex marido, aunque se casó conmigo —Yo creo que precisamente por eso—, no disculpa la impuntualidad así como así, porque él no hace esperar a nadie JAMÁS y no está dispuesto a que le hagan esperar a él, de modo que puso un rictus a lo Jeffrey Dahmer que no me gustó nada. Porque cuando él se pone Jeffrey Dahmer deja a Jefrrey Dahmer en mantillas. Así que me encomendé a Santa Margarita María de Alacoque, a la que siempre recurro en casos así porque como es una santa semi desconocida no tiene casi nada que hacer, la pobre, y casi siempre me concede todo lo que le pido; no por fe, naturalmente, sino por una mera cuestión de taedium viate, y si encima ese taedium es perpetuo, te puedes figurar...

En fin, que me arrellané en mi butaca y me preparé para que la Constitución de 1812 no me provocase el menor impacto, ni tampoco La Feliz Pareja y menos áun la mirada homicida que iban a recibir por parte de mi ex marido, un caballero habitualmente de lo más gentil, pero un tanto intolerante con las infracciones horarias.

El caso es que en esas estábamos cuando salió el conferenciante, otro caballero encantador, que no llevaba levita pero que podría haberla llevado perfectamente. Levita, cuello duro y una leontina.

El conferenciante subió a la tarima y en un tono suave, casi melifluo, dijo lo siguiente:

—Como ven, la conferencia se ha retrasado un poco —leve sonrisa (madura, pero aún seductora) y un comentario final—. A todos los españoles se les concede diez minutos de cortesía. Al segundo, veinte. Y, ahora, damas y caballeros...

Y empezó la conferencia sin esperar ni una micra de segundo más.

Yo, por que no soy adicta a la gerontofilia, que si no hubiese saltado a la tarima y perpetrado un Acto Vandálico de Erotismo Salvaje allí mismo. Bravo por el género Catedrático Maduro.

En fin, que a la media hora —diez minutos según una agencia de noticias nacional, pero si le preguntan a cualquiera de las damas y caballeros que había allí sentados (si le preguntan y han encendido el Whisper XL, naturalmente) ellos les responderán que media—, cuando el simpático catedrádito se había ya despachado a gusto con Fernando VII —que sufriría priapismo (enfermedad de la que Yo soy súper fan), pero que era un canalla redomado— llegan ella y él, La Pareja.

Él, el pobre, cada día tiene un aire más rústico. Si le haces la Prueba de la Boina y le colocas una oveja de guardarropía al lado, tipo la Divina Pastora, te das cuenta de que al fin ha encontrado Su Lugar En El Mundo (lo que, en cierto modo, puede explicar el porqué de su elección final). Y Ella, ay, Ella... Qué traje, qué jersey de canalé (o algo similar) y cuello alto es-pan-to-so, qué pelo... Qué estilismo.

—¿Pero quién aconseja a esta pobre chica? ¿El estilista de Dios? —pensé (para mis adentros, porque en una conferencia de Historia queda un poquito ordinario pensar en voz alta), hasta que mi di cuenta del Moño. Ese Moño. ¡Ese Moño, por Diosssss! No la aconseja el estilista de Dios. Qué va. Es mucho peor: la aconseja el estilista de Monseñor Escrivá de Balaguer. Es más, la aconseja la abuelita oligofrénica (y probablemente poliomelítica) del estilista de Monseñor Escrivá de Balaguer. ¡Pero si parecía escapada de Torreciudad, la pobre!

En fin, Una sabe que hay cosas que es mejor no menearlas (otras, en cambio... Bueno, sigo), por eso preferí sumergirme en un baño de Buenos Sentimientos para evitar darle a ella un baño de ácido por poner un pie en la calle con semejante modeli y quedar impune, encima después de llegar media hora tarde tras hacer esperar a ancianas que, por edad, podrían ser su abuela y por condición social, la mía [sí, no tengo Conciencia Social, carezco de Conciencia Social: los ponchos, las sandalias, la artesanía no son para Mí].

Bueno, pues estaba lavándome el karma y dejándomelo más limpio que el útero de Julie Andrews, cuando observo que, en medio de la conferencia, se ponen a hablar entre ellos... ¡Prácticamente de principio a fin! Que si comentario por aquí, que si risita por allí, que si un simpático gesto de complicidad (ay, la complicidad, cuánto daño está haciendo a la sociedad contemporánea... ¿Por qué no será la gente un poquito más victoriana? Qué manía de tocarse tiene la plebe).

¡Pero Esto es el colmo!, estallo (por dentro, todo por dentro; porque Yo, bonita, SÍ sé comportarme en una conferencia, no como otras... y otros, claro, porque él... como el día de la boda le dé tanto al pico vamos a tener ceremonia hasta la elección de un nuevo papa-drag queen). Eso que es Mala Educación y no lo de Almodóvar.

En fin, un horror. Y ellos, como si nada... Y su escolta (¿discreta?; ay, agencia de noticias nacional, ¿qué entendéis vosotros por discreción? ¿Agatha Ruiz de la Prada?), súper suelta, oye. Y el conferenciante con unas ganas, bastante palmarias, de arrojarles un pisapapeles de bronce... Gracias a Dios no lo hizo, porque podía haber rebotado en el moño de ella y dejarme desfigurada para el resto de mis días...

...Aunque, ahora que lo pienso, si llega a pasar eso, podía meterles un paquete que... Ay, simpático (y provecto) conferenciante, la próxima vez no se quede con las ganas y, si dispone de algún objeto contundente a mano, a ser posible de cuarzo o mármol de Macael, no se corte y ¡tírelo sin miedo! Confío en su puntería.

Mañana más.

martes, marzo 09, 2004

La realidad, una estampa 

"Estoy lista para mi primer plano, señor De Mille".

No, quien habla no es Norma Desmond, sino la taquillera del metro que, a unas horas en las que los únicos seres vivos que están despiertos sobre la faz de la tierra son las urracas, los alacranes y los condenados a muerte, me mira con el mismo rictus que Gloria Swason cual Salomé rediviva antes de bajar las escaleras en trance.

Yo trato de apartar la vista de Ese Rostro, pero como esos niños que hurgan en las vísceras de los perros atropellados soy incapaz de mirar hacia otro lado. La Gorgona Medusa me ha hipnotizado. Literalmente...

Así es Ella:

1. La cara, una hirsuta colección de lunares cancerígenos como medallones de obsidiana. Primer escalofrío.

2. La dentadura, un horrendo catálogo de los estragos que conlleva una deficiente higiene bucal. Segundo escalofrío. Gracias a Dios, tres capas de vidrio superpuestas impiden que pueda calibrar la intensidad de su halitosis, aunque sospecho Lo Peor.

3. El pelo, un emplasto de dudoso color mazorca (lo que hace 70 años se hubiese considerado "teñido de alheña"). Tercer escalofrío.

4. Las uñas, un palimpsesto de esmaltes y mugre jurásica que ha terminado por adquirir el acabado mate de un icono bizantino rescatado por Juan Damasceno de las garras de los iconoclastas. Los pelos como escarpias.

5. La voz, lo que el Gran Chambelán JA llama "carne de pólipo", o sea, la garganta en carne viva como una cabaretera en franca decadencia, tras una noche de farra, humazo y ajenjo. Un vahído.

6. La sonrisa, un navajazo a traición sobre lo que en otra vida fue algo parecido a un puf de skay-polipiel y hoy es una moqueta muy, muy raída. Una arcada, leve, pero bastante amarga.

"Gracias", escupe, pasando una de sus pezuñitas de astracán bajo el cristal de la taquilla.

Qué lástima, pienso. Mira que mandar mi álbum de autógrafos a encuadernar precisamente hoy.

Mañana más.

lunes, marzo 08, 2004

Dios existe... Satán también 

Dios existe, puesto que existe el Diablo. Si no, no se explica la existencia de:

1. Las mechas.

2. Los ponchos.

3. Las plataformas.

4. Las minifaldas unidas a dos columnas minoicas.

5. El periodismo deportivo.

6. La peluquería creativa.

7. La hostelería creativa.

8. La obesidad.

9. Las varices.

10. La halitosis.

11. Los cardados.

12. El realismo social.

13. José Luis Moreno.

14. Lina Mongan.

15. A. B. (First Lady).

16. La copla.

17. El fenómeno fake.

18. La mamarracha morigerada y toda su cohorte.

19. Berkana (me resisto a emplear el término librería aplicado a ese vertedero de la letra impresa: E. M. Forster junto a la guía Espartacus... ¡Por el amor de Dios!).

20. El garrafón.

21. La cursilería más abyecta.

22. El folclore (en general; y el putumayo, en particular: ¡Atahualpa Yupanqui, maldito seas!).

23. El gotelé.

24. Las hipotecas.

25. Los animales.

26. Los niños.

27. El transporte público.

28. La periferia.

29. El populacho.

30. Nekane Le Frik.

31. Las malas actrices.

32. Antonio Gala.

33. La adulación.

34. La caries.

35. La burbuja (ay, esa burbuja... Todo vale, todo vale, todo vale... ¡Pues no, señores, Zerolo y compañía, todo NO vale! Es más, un 90% de lo que he visto en las últimas 48 horas merecería arder en el fuego del Infierno).

36. La (maldita) tolerancia.

36. La bondad acrítica.

37. Las modelos.

38. Rosie Montero (algún día llegará tu día y un rayo te fulminará en medio de una convención de monjippies, a la que asistirás cargada con toda clase de abyectos abalorios).

39. La Dientes (¿habrá astillado el juanete del Cristo de Medinaceli? ¿Lo habrá utilizado como, valga la rebuznancia, monda-Dientes?).

40. Isabel Preysler (si esa mujer[zuela] es elegante, Yo soy María de Rumanía).

41. Los tintes vegetales.

42. El color caoba.

43. El polyester.

44. Las dependientas.

45. Los hombres.

46. La clase (jajajaja) política (¿Sería legítimo sacar del armario a un presidente del Gobierno? Por Diossssss... Y Yo me pregunto: ¿sería legítimo rajarte de arriba abajo como un estropajo por hacer demagogia barata a estas alturas, tía puta? La respuesta es: Sí, dear, claro que sí).

47. El adjetivo metrosexual (lo que me recuerda a uno de mis ex maridos quien, tras años de repetir hasta la saciedad su mantra particular —"¿no te parece que quedaría ideal forrado de zaraza?"—, se decidió a dar el salto definitivo: sustituyó las zetas por eses y hoy es una de mis mejores amigas).

48. La televisión.

49. Javier Sardá.

50. La Corte de los Milagros de J. Sardá.

51. Los pantalones cargo.

52. El look deportivo.

53. El amarillo.

54. Ana Rosa Quintana.

55. Luis Alberto de Cuenca.

56. Los buenos sentimientos.

57. Ana Belén.

58. La laca.

59. El largo de falda Elio Berhanyer (de hecho, E. B.)

60. Espido Freire (no basta con ser bulímica, querida; da un ejemplo de coherencia en tu vida y en tu obra y lleva tu enfermedad hasta las últimas consecuencias... aunque sean letales).

61. Los pacifistas (qué pelos, qué ropas, qué teces, por Dios).

62. Etcétera.

[Ah, se me olvidaba: .]

Mañana más.

sábado, marzo 06, 2004

Arte 

Hace cien años, un bohemio al borde de la bancarrota económica, emocional y física, José Iribarne Zaratustra, dijo que el único arte legítimo es la caricatura. Estoy de acuerdo. El resto son zarandajas. Especulaciones onanistas. Basura.

Terminó alcoholizado, claro.

Mañana más.

viernes, marzo 05, 2004

Una reflexión sobre la moda (2) 

Bueno, pues acabo de darme cuenta —bueno, no acabo, ya me di cuenta hace mucho, mucho tiempo— de que ha surgido un nueva tribu urbana que me trae loca (y no precisamente de contento): el homeless-fashion victim.

Bajo este epígrafe espantoso, que le provocaría un desprendimiento de retina a Bonne Maman, que siempre ha sido muy de la Escuela Grijelmo, se esconde una mezcla de clochard y de cool-hunter, que se aferra a su condición de outsider con uñas y dientes como otros se aferran al cartón de vino; es más, muchos compaginan la insolencia y la dipsomanía más salvaje con la mayor complacencia..., autocomplacencia, en realidad.

Yo les reconozco por su cutis, ligeramente necrosado, y por su adicción a los perfumes fuertes (no, Poison no; más bien algo del tipo algalia, pero en versión humana, destilada al máximo, eso sí). Además, el homeless-fashion victim, aunque vive en las catacumbas, por un extraño fenómeno de presciencia se adelanta a las tendencias; de hecho, marca las tendencias. Tal vez, la oscuridad provoque ese inquietante efecto sobre los seres vivos, transformando su vello corporal en un infalible sistema de antenas. No sé. Yo siempre he sido muy adicta a la luz, o sea, Yo siempre he sido muy Carol Anne, de modo que...

Hubo un tiempo en que la humanidad imitaba a los dioses (de la pantalla, no del altar mayor del pueblo; lo que es bueno para la Virgen de la Candelaria no necesariamente tiene por qué ser bueno para ti). Hoy la humanidad imita a los vagabundos. ¿Qué pasa con el mundo? ¿Qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con todo?

Coco, Cristóbal, Elsa, Madeleine... Qué pena más grande.

Mañana más.

jueves, marzo 04, 2004

Envejeciendo 

Hoy he visto llorar a dos mujeres. Una, a quien quiero. La otra, una desconocida. Y me he conmovido. Con las dos.

Uf. Debo de estar haciéndome vieja.

Mañana más.

miércoles, marzo 03, 2004

Anglomanía, el té de las cinco en un salón francés del siglo XVIII 

"Vivir sin amar la vida no hace desear su final, ni siquiera disminuye en nada el temor a perderla". Pues sí, señora du Deffand. La verdad es que vegetar tampoco es la solución, no se crea. ¿Ah, sí? Pues Yo, fíjese, la consideraba un poco menos... funérea. Claro, claro, cuando una es ciega... Sí. No. Qué contrariedad. ¿Y su sobrina le robó el salón y todos los invitados? Peor hubiese sido que se llevase los muebles... Aunque, qué quiere que le diga, eso ni son habitués ni nada. Esos, con perdón, lo único que son es una piara de cerdos y su sobrina, una perra sajona... Ah, claro... La vieja excusa del siglo XVIII. Para la educación no hay edad, señora; lo único que hay son barrios... y viviendo usted donde vive... ¿Ah, sí? Pues no se nota, guapa... Ah, cómo me gusta su salón. Y esa antigüedad me encanta. Ah, ¿su retrato? Pues es ideal... Hay que ver lo bien que se conserva para su edad... No, no, no. Claro que no insinúo nada, señora. ¿Yo? Para nada... Pero qué encantadora. ¿Disminuida? ¿Usted cree? Mmmmm, podría ser. No, a mí la vanidad... Qué quiere que le diga. Estoy con usted: "la vanidad es lo que más rápidamente revela el carácter", y a mí el carácter... ¿Qué usted nunca dijo eso? Qué malo es el alféizar, querida. Claro, claro. Ya me levanto. ¿No le importa? Qué amable de su parte. Sí, claro, otro día. Otro día, sí. Uy, qué torpe. Qué mala cabeza tengo. Sí, claro, aquí tiene. Si a mí la plata no crea que me hace ninguna gracia; es más, siempre me ha parecido un poquitín ordinaria. Sí, claro, claro. Se los daré. De su parte. Encantada. Adiós, adiós.

Mañana más.

martes, marzo 02, 2004

Bette Davis y Yo 

Como decía Bette Davis en Old Acquaintance, "llega un momento en la vida de toda mujar en que su único consuelo es una copa de champán".

No puedo dejar de estar de acuerdo con ella, aunque Yo soy más partidaria de acabar con toda la botella.

Pero no es el único comentario de La Loba Davis que suscribo. Hay otros dos que podría firmar ahora con mi propia sangre.

Comentario que haría mío nº 1: "Es tan simpática que me da náuseas" [BD, a propósito de otra actriz(orra), Margaret Leighton].

Comentario que haría mío nº 2: "No sufras por mí, lo superaré. No es la primera vez que me toman el pelo, ni probablemente será la última. Los hombres son... repugnantes. Ya lo verás" [BD a su hija; esto es lo que Yo llamo un Comentario Maternal; así me gusta: abriendo los ojos, aunque sea con un escoplo].

Sí, confieso que cuando se disipan las brumas (del champán, del vino, de la ginebra, del desatascador de tuberías) y Una se monta en el Metro, ese vestíbulo del Infierno, y se baja en el extrarradio, o sea, el Infierno, y ve cómo son esas casas, y esas gentes, y esas teces, y esas sábanas de polyester colgadas al sol, azotadas por un viento capaz de cortarle la cara al mismísimo Golem, y esos cortes de pelo; ay, esos cortes de pelo... y piensa en su comportamiento en las últimas horas, en las últimas semanas, en los últimos años... Pues Una, claro, recuerda de nuevo a esa gran filósofa llamada BD y repite con ella: "No hay que volver la vista atrás. Ese 'atrás' no existe".

Ay, Bette, hija de perra, cuánta razón tienes. Y lo que Yo daría por que estuvieses equivocada...

[Bette Davis terminó sus días sola, bastante alcoholizada, consumida por la enfermedad, la amargura y el pánico a la soledad. Y a la muerte.]

Mañana más.

lunes, marzo 01, 2004

Tengo que tranquilizarme: ¡Trankimazín Ya! 

Desde el jueves no he podido escribir nada porque, como el espejo de la dama de Shalott, mi vida también se ha rajado de parte a parte... Espero que para bien. Eso sí, tengo que admitir que no podría soportar muchos más week-ends como el pasado si no quiero ingresar en una clínica de desintoxicación con los nervios más tirantes que las cuerdas de un violín. Y vosotros, incautos, pensaréis: qué exagerada. ¿Exagerada? Juzgad vosotros mismos. A saber:

1) He cambiado de trabajo (Mujer Contemporánea obliga).

2) He tenido mi primera experiencia sadomasoquista, viéndome obligada in extremis a propinarle una severa paliza a un caballero de aspecto apocado, mente enferma y miembro, al parecer, insensible al dolor, ya que también tuve que decorar sus genitales con unas tenacillas cromadas de aspecto francamente disuasorio. Tal vez en una vida anterior fue fakir. ¿En una vida anterior? Qué coño: en esta.

3) He estado (por error) en El Escorial y (sin error) en la Ciudad Funeraria.

4) He tenido una breve liason (unos cinco minutos, pero unos cinco minutos de lo MÁS intensos) con un militar de carrera y he bailado una parodia de tango con el maître hirsuto de un salón de bodas.

5) He asistido a una boda en camisón y zapatillas. Un camisón divino, todo sea dicho, de Issey Miyake. Y qué decir de las zapatillas... Marvelous!

6) He anulado una cita con Nacho Vidal para hablar de su vida y de su rabo (eso fue antes del jueves, pero reviento si no lo cuento), porque no estaba de humor (Yo, no Nacho)...

7) He estado rodeada todo el tiempo de gente encantadora (bueno, si exceptuamos el desagradable episodio del psico-killer que quería pegarme una paliza y que al final se quedó dormido tras recibir Lo Más Grande), que me ha declarado su amor eterno y a la que, desde aquí, y en justa reciprocidad, Yo declaro mi Eterna Gratitud, Amor y Respeto. Os adoro. A todos.

8) Una especie de emperatriz putumaya, absolutamente divina, llamada Moralba y de profesión, diseñadora de jardines y amiga de Boris, me leía las manos mientras yo me dedicaba a admirar las bondades del carácter galo y venezolano, por ese orden.

9) La réplica bizarra de Jesús Mariñas me declaraba su Amor a la Belleza con una mirada de inveterada lascivia que, por un momento, supuse producto de mi imaginación (enferma)... hasta que tuve que solicitarle, con un tono ciertamente perentorio, si era tan galante como para devolverme las nalgas sin dejarlas llenas de tumefacciones (más tumefacciones no, por favor).

10) Mi hermana, la Infanta C., me contaba sus disparatadas conexiones con el Mundo Maquillaje, el Mundo Tanatorio y, en general, el Mundo Marica, al que parece condenada por el resto de la eternidad...

11) ...Mientras Bon Maman se planteaba en voz alta si el amor filial "realmente existe o es una filfa". Jajajaja.

12) Y en fin... Un montón de cosas más (como una maravillosa noche oscariana —de Oscar, premio; no la tiíta mamarracha y adicta al chulerío más abyecto del East End—, previo paso por el escote —¡ese escote, Domine Dio!— de Paula Vázquez... o lo que queda de Paula Vázquez), que no tengo tiempo de contar ahora porque me marcho corriendo a una cena con el Chambelán R., que me espera en su casa...

...Uf, qué estrés de vida.

Mañana más.

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