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martes, agosto 31, 2004

Efemérides 

Bueno, pues aquí estoy. Desnuda. Hace años, tal día como hoy, me acosté con J., el primer J. Y me enamoré, claro. Porque soy de Ese Tipo de Mujer que no tiene escrúpulos, ni sentido del ridículo. Me enamoré como Una Perra. O sea. Pero como Una Perra Sajona. Y sólo fue un polvo. Os podéis imaginar.

Tal día como hoy, hace exactamente un año, volví de París, con mi maleta, dispuesta a reanudar mi vida conyugal. Lo último que escribí durante aquel viaje en mi cuaderno de tapas de sarga color aciano fue: “Dios, cómo le echo de menos”. Doce horas después, mi matrimonio se fue al garete. Junto con los últimos tres años de mi vida.

Un año después, mi ex marido, el Mozart de los ex maridos, es uno de mis mejores amigos. Si ya tengo chambelanes, él es mi edecán. Es la primera persona a la que llamo cuando veo la aleta del monstruo viniendo hacia mí a través de las olas. Y es también la única que, antes de que Yo abra la boca, ya sabe perfectamente lo que voy a decir porque lee a través de mí –en mí– como un libro abierto. Al principio, esa presciencia me irritaba. Hoy, tengo que confesar que me conforta. Es algo así como un sucedáneo de la fe.

Septiembre ha sido siempre un mes fatídico para mí. ¿Qué nuevo cataclismo me espera dentro de 24 horas? Quién sabe. La verdad es que no me inquieta. La verdad, de hecho, es que casi lo espero con expectación (y por primera vez sin miedo). En fin, si como decía Santa Dorothy Parker, “la peor hora es la del crepúsculo”, este crepúsculo me pillará en déshabillé. Otra vez.

Mañana más.

lunes, agosto 30, 2004

Shadows 

Un fin de semana extraño presidido por:

a) la lujuria (gratamente satisfecha).

b) Alice James (me he ceñido firmemente a mis planes de lectura: he pasado con grácil facilidad de William a Henry, y de H. a Alice, su hermana hiperestésica y, si no he perdido la facultad de leer entre líneas, un poco lesbo-killer); sus Diarios son una verdadera delicia, con citas tan agudas como ésta:

“Supongo que no es muestra de una gran inteligencia que una víctima patológica erija sus criterios de normalidad, y califique toda variación de ellos de ‘extraña y antinatural’. Tengo, no obstante la leve sospecha que los saludables, especialmente esos que llaman ‘de espíritu sano’ –¡que son cantidades deprimentes!– deben ver las cosas de modo igualmente desproporcionado”.

O ésta:

“Cuánto agradezco no haberme esforzado nunca para ser de ésas que ‘no son como las demás’, sino que descubrí desde muy temprano que mi talento radicaba en serlo aún más.¡Para el carro, amiga mía, la soberbia de rebajarse es más insidiosa que la otra!”

Brillante.

c) Los fantasmas: pasados*, presentes –ay, los presentes– y futuros.

Lo dicho: un fin de semana extraño.

*[Hablando de fantasmas. Hoy he comido con la Hilarantísima y Sapientísima R. y, en el restaurante, La Gloria de Montera –me pregunto qué entenderá esta gente por Purgatorio–, me encuentro con I., una mamarracha a la que hace años que, afortunadamente, no veía. "Nos llamamos, ¿eh?" ¿Pero cómo COÑO vas a llamarme si no tienes mi número, petarda? A la salida, me encuentro de bruces con I. (otro I.), un hombre que me trajo por la calle de la amargura (y de la tortura, también). Decido no saludarle porque con Una Vez ya tuve suficiente. Una puede ser ligeramente estúpida, pero no conscientemente masoquista. Ay, esas canas… El hijo de perra está más guapo que nunca. ¡No es justo! Los ex deberían envejecer como Dorian Gray tras desgarrar el lienzo o Bette Davis en menos de una década. En fin, me resigno y, del brazo de R., entramos en unos grandes almacenes de ropa de imitación absolutamente execrable. ¿Con quién nos encontramos? Con el pianista –"ex pianista, si no te importa"– de Parada enseñando las tetas. Ay, por Dios, qué mundo… ¿Siete días? Para mí que lo creó en siete segundos. Siete flatulencias mentales y listo.]

Mañana más.

viernes, agosto 27, 2004

¿Propósitos de enmienda? ¡Para nada! 

Bueno, pues ya está aquí, gracias a Dios. El ocio. 48 horas de ocio. Ya era hora. Por Diossssss. Una cosa es ser Mujer Contemporánea (impecable tailleur, taconazo y media melena tipo Madame C. o Sigourney Weaver) y otra, muy distinta, ser Mujer Esclava (a no ser que hablemos de la esclavitud sexual, en cuyo caso me ofrezco de lo más voluntaria, porque últimamente la Lujuria vuelve a traerme por la calle de la Amargura, que es una calle típica de todas las ciudades portuarias, de La Habana a Málaga).

Sé que me repito más que una whopper con queso, pero es no os podéis hacer una idea de lo difícil que es compaginar el ser una Working Girl con el ser una Rica Heredera (en el exilio, de una corona que ya no existe –y que si existiese, Bonne Mamam ya hubiese llevado al montepío porque “nena, esto tiene un buen empeño”–, pero que pesa como si aún la llevase sobre la cabeza). Qué difícil es la vida de una Glamour Girl que aspira a ser Call Girl (o que aspira, simplemente; si la invitan, claro). Qué difícil, chica. Y qué poco compensa.

En fin, el caso es que… ¡Por fin es viernes! Sed felices, pasaos mucho, poneos*hasta el culo. ¿Equilibrio? ¿Madurez? ¿Serenidad? Ay, mira, chica, ya lo pensaré mañana… si he sobrevivido.

* [¿Poneos? ¿Poneros? Dios Santo, el imperativo es Una Cruz. Sí, yo también dudo en cuestiones de gramática.]

¡¡¡Que tiemble el chulerío!!!*

* [Temblé Yo. De puro gozo]

Mañana más.

jueves, agosto 26, 2004

Un día beligerante lo tiene cualquiera (pero Yo no soy Una Cualquiera, aunque muchas veces pueda parecerlo) 

Bueno, pues ya me gustaría a mí saber Las Razones que impelen a tanta y tanta marica a andar por ahí con un perrito adosado. Es que a mí, el fenómeno marica + perrito me inquieta muchísimo. En general, no soy nada partidaria de los animales vivos (a no ser que pertenezcan a la raza de los millonarios; en cuyo caso, soy capaz de hacer de tripas corazón; y de corazón, cartera). Pero si encima esos animales son como pequeñas reproducciones de los cojines de Wallis Simpson en versión holograma, entonces me pongo ciega de ira. De justa Ira. Dies Irae.

En fin, el caso es que ése es sólo uno de tantos fenómenos contemporáneos que me superan. Como muchos otros: la cocina deconstruida (lo único deconstruido que reconozco es la neurona de alguien que compara una cena en El Bulli con un concierto de Mozart; que Yo sepa, la Sinfonía Júpiter aún no se caga), la peluquería creativa (no es la primera vez que lo digo, pero nunca está de más repetir aquellos lemas que deberían estar grabados en las puertas de los templos: la creatividad debería estar prohibida), la literatura contemporánea (y, en general, TODO el arte contemporáneo; digamos que no estoy de acuerdo con eso de que después de Mozart todo es decadencia, pero, desde luego, después de Stravinski absolutamente todo ha sido decadencia), las faltas de ortografía (a todos aquellos que responden que las faltas que le inspiran más indulgencia son las faltas de ortografía habría que obligarles a vivir con Ana Obregón o Isabel Gemio, a ver qué opinan dos semanas después), las mechas (guerra a la mecha; guerra, guerra, ¡¡¡GUERRA!!!), los chistes (idéntica actitud beligerante ante el Fino Humor Español y los columnistas que adoquinan –no encuentro una palabra mejor– sus textos con simpáticos chascarrillos: pena de muerte para Jaime Campmany y Alfonso Ussía, pero ¡YA!), la televisión, la manga corta (especialmente, las camisas de manga corta; ay, las camisas de manga corta), el manga (y en general, todas las películas de animación; a mí, la única animación que me interesa es la clitoriana), el derecho a casarse (¡¿pero quién quiere casarse a estas alturas, por el amor de Diosssss?!), los ponchos (y todo lo que tenga que ver con un look vagamente étnico), la vanguardia (odio la modernidad, a lo que aspira Una es a ser Un Clásico; o sea, ¿quién quiere ser pantalón cargo/bombacho cuando puede ser Petit Robe Noir), el cine iraní (mira, chica, si quiero dormir, ya lo hago en casa)…

Vamos, que me he levantado con el pie izquierdo y No pienso dejar pasar ni una. Así que, simpático desconocido, no te cruces hoy en mi camino si no quieres que Yo te cruce la cara. O por lo menos, por el amor de Dios, no lo hagas con perro.

Mañana más.

miércoles, agosto 25, 2004

La vida que te espera. ¿A quién? A mí, bonita, a mí + Un homenje (escrito bajo los efectos del pollo al chilindrón) 

Post nº 2: Un (sentido) homenaje

Rompiendo una tradición inveterada, hoy tengo que incluir un segundo comentario. Jamás lo he hecho, pero un día es un día. Tengo que rendir lo que Paradita llamaría, con su sello inconfundible (labio leporino en ristre, oculto tras capas y capas facio-cretácicas de tinte capilar), "un sentido homenaje", y McNamara "un Ojo Meneaje, baby". Pues, baby, vaya papeleta…

O sea. Vaya papeleta. El chambelán R. ha decidido que ya está bien Lo Que Está Bien, que se acabó lo que se daba, o sea, que lo que se daba ya no se da. Pues vaya papeleta. Pues vaya papelina. Y mucha papeleta. Y mucha papelina. Papeleta, papelina. Papel Eta. Papel Ina. Eta e Ina, Ina y Eta. Salve (rociera), Salve (arroz & era), Salve. Pues eso. Que se acabó lo que se daba. Game Over. Over game. O sea. Over the top!

[No vuelvo a comer pollo al chilindrón en ese restaurante…]

Post nº 1: El futuro NO me inquieta. Qué coño, me inquieta el presente…

No sé dónde tengo la mano derecha. No sé dónde tengo la mano izquierda. No sé dónde tengo el bolso. Ni el móvil, ni el neceser de urgencia, ni la cabeza. Mi vida va camino de convertirse en un carrusel (sin frenos). Buscando un poco de Estabilidad, Confianza (en el futuro, en el ser humano, en la vida, en la realidad, en los dioses), Amor (o sucedáneos), Felicidad (o sucedáneos, a ser posible que no dejen resaca), Equilibrio, Madurez. ¿Un poco de Pasión? Pues qué quieres que te diga: también. En definitiva, una vida que merezca la pena ser llamada vida.

No tengo: Casa, Estabilidad, Madurez, Equilibrio, Una Cuenta Corriente Nada Corriente (es más, extraordinaria; de hecho: extra ordinaria), Planes de Futuro. Tengo: Amigos, Una Sonrisa Encantadora (odio la falsa modestia, y además hay fotos y está claro que Una puede verse), Un Cutis Que No Me Lo Merezco, Tetas (dos), Un Ex Marido Que Me Merezco (qué coño), Una Familia Desestructurada En El Exilio (pero al menos encantadora –la tercera generación viene arrasando– y con buena piel), Talento (lo sé, lo tengo; paso total de ser súper falsa), Pelo, Una Buena Dentadura, Sentido del Humor (y del Humo, aunque no soy piromaníaca).

Are you ready for this? Pues sí. Preparada. Lista. ¡Ya (sin acento; que no soy como Ana Obregón, o sea, analfabeta perdida)!

¿Qué quiero? Lo quiero todo. ¿Cuándo? Pues, hija, cuando buenamente pueda, no me voy a poner divina a estas alturas.

¿Soy infame? Pues no. A grandes rasgos, puede que sea insoportable, egocéntrica, crispante, pelín sobreactuada, pedante, sí, pero infame, lo que se dice infame, no soy. Pues eso. Aunque el mundo puede que se derrumbe –porque el mundo está fatal–, yo, como Gloria Gaynor (sin músicos, sin instrumentos, sin su cintura… afortunadamente), sobreviviré.

Mañana más.

martes, agosto 24, 2004

¿Renovarse o morir? Morir 

Bueno, pues al fin he dejado de sudar. Ayer no me sudaban los poros, me sudaba el alma. Un horror. Al llegar a casa, escribí: “No bebo más (en lo que queda de semana)”. Es que no se puede… No tengo nada en contra de ser una ANA (Alcohólica Nada Anónima; más bien lo contrario: AC, Alcohólica Conspicua), pero sí en contra de ser una guarra que a las ocho de la tarde huele como si se hubiese estado revolcando en una pocilga con el porquerizo de casa (algo así como la versión autóctona del Hijo Pródigo). Para nada. Una no se deja Verdaderas Fortunas en cosmética para acabar así: sudada, con más brillos en la cara que un ídolo precolombino y un total-abyectal-look verdaderamente escalofriante.

Deo gratias, tras un tête-à-tête con el chambelán R., que rápidamente se convirtió en ménage con la llegada del adorable A., el caballero austral (reinterpretando el look Querelle), y varias copas de vino, la sudoración se cortó de manera fulminante. Llámalo dipsomanía, pero a mi naturaleza lo que mejor le va es un BL (Buen Lingotazo).

El chambelán R. se plantea la posibilidad de cambiar de vida, marcharse a Goa, liarse la manta a la cabeza (supongo que para hacerse un turbante, porque él es súper fan del Mundo Turbante y Yo lo veo como el digno sucesor de Analia Gadé) y dar rienda suelta a su pasión por el Universo Abalorio y La Pirámide de Cuarzo. Por su parte, el caballero austral se plantea la posibilidad de convertirse en la réplica hispana de Maggie Gioberti (sin mechas, porque él es rubio natural, no como otras) y lanzarse al mundo del diseño de etiquetas vitivinícolas de fantasía (recuerda, querido A., que nunca debes bañarte en la piscina –y mucho menos en una alberca– con tu anillo de compromiso con solitario talla cabujón; mira cómo acabó Susan Sullivan, la pobre), aunque también, de una manera de lo más inquietante –y ciertamente de lo más evocadora–, a lo largo de la velada descubrió un inesperado talento para la hostelería creativa. O sea, que el nuevo año se presenta lleno de cambios.

Yo, que también soy súper fan del lema Renovarse o Morir, no voy a ser menos. Voy a cambiar de sexo y, aunque sólo sea por fastidiar, me voy a hacer Triple H (Hombre, Heterosexual & Homófobo). Porque ya estoy harta de La Cofradía.

Mañana más.

lunes, agosto 23, 2004

La Ciudad Funeraria me mata 

Bueno, pues he vuelto a quedar CLP (Como Lo Peor). Una vez más. Súper borracha. Mujer Caída. Mujer Amnésica. Mujer Abyecta. Mujer Zuela. Un horror, vamos. Un horror.

El viernes, tras recoger a la divina S., mi anfitriona alemana, nos entregamos a una bacanal alcohólica antes de coger, por los pelos, un tren rumbo a la Ciudad Funeraria. Como lectura cinética elegimos el Vogue de la Polémica (decepcionante reportaje ministril, con una Carmencita Calvo embutida en una capa-cuello chimenea Im-Po-Si-Ble) y un clásico, el MenSual (con otro decepcionante reportaje de un tal Ace no-sé-qué que llevaba más rimel que Yo y en ningún momento es capaz de exhibir Una Erección Como Dios Manda; gacias a Dios, siempre nos quedará Robert Steele… y su madre, otro gran clásico).

El viaje, con delirantes comentarios acerca de las pollas de los chulánganos ante una demudada opusina que estuvo a punto de arrancarme los ojos, terminó con un ataque de nervios por mi parte cuando un simpático adolescente casi nos raja de arriba abajo porque le tomamos por un camarero amateur. ¿Qué puede hacer Una cuando los adolescentes de hoy en día parecen camareros; y los camareros, camareras (o sea, actrices)? En fin, el caso es que al final el simpático adolescente reaccionó con humor, nos dejó vivir –una gracia– y nos concedió una última visión de sus nalgas perdiéndose en la lejanía. Nuevo festival de expresiones reprobatorias por parte de la opusina que, al parecer, no disfrutó gran cosa con nuestro particular remake bizarro de Sex in the city.

Llegamos a la Ciudad Funeraria y corrimos a nuestros respectivos hogares. A desplomarnos, básicamente. Corrí a cenar con mi el Mozart de los ex maridos y Dame C., née La Señora Estupenda, a quienes les entregué las llaves de mi otra residencia, para que pudiesen disfrutar de un poco de intimidad en un MI (Marco Incomparable). El divino, en sentido literal, A. también se sumó al aquelarre. Una conversación de lo más edificante… Tras la cena, mi ex marido y Dame C. Se marcharon a casa mientras yo me internaba en la noche funérea de la Ciudad Funeraria. El resultado fue el siguiente: cuando llegué a casa, tras dormir en un banco de la calle –Mujer Pública, en sentido muy, muy literal–, me di cuenta de que mis ropas estaban manchadas con todo tipo de restos orgánicos (e inorgánicos). Me tumbé en el lecho (sin dosel) y cuando llegó Stabat Mater lacrimosa /justa crucem dolorosa me escupió, los ojos convertidos en dos meras rendijas: “¿Es caquita eso que tienes ahí?” Finísima. Una vez mas.

Las caras de Bélmez. Una parada en el Vía Crucis.
La gente, obviamente, no se corta un pelo (aunque en muchos casos, antes que un corte de pelo, lo que están pidiendo es una decapitación fulminante). Un ejemplo: una simpática turista le pregunta a uno de los hijos de la difunta María Gómez Cámara, ídem en ristre: “¿Así que su madre se ha muerto recientemente? ¿Y se ha aparecido ya?” Dame C. se quedó de una pieza.

Si a ello se añade que Bélmez “ardía en fiestas” de Moros y Cristianos, y lo primero que vio la excursión multicultural –el Mozart de los ex maridos, Dame C., S. la alemana, la madre de S. la alemana, el Gran Chambelán JA y sus amigos, la pareja parisina– fue un autobús de hombres vestidos de satén violeta, con turbantes, mucha quincalla colgada, pintados los ojos como Theda Bara, y con collares de perlas pararse ante La Casa Face Out y posar ante la puerta como un coro de odaliscas otomanas, el Efecto Pesadilla adquiere proporciones realmente grotescas. “¿Pero qué hace una caravana de travestis aquí?”

Tras un día recorriendo castillos (“pregunten por el alcalde peldaño”, Catalina dixit) en simpáticos pueblos serranos, con décadas de endogamia –y el consiguiente incremento de Síndrome de Usher entre los lugareños–, la excursión multicultural regresó a la Ciudad Funeraria.

La noche del sábado merece capítulo aparte. Tras una cena heliogabálica digna de los Antoninos (o Álvarez Cascos, la versión contemporánea de los césares), con un emotivo reencuentro con A. y M., un matrimonio encantador, y un fugaz tête-à-tête con el divino A., el Mozart de los ex maridos decidió retirarse a sus aposentos, mientras Dame C., S. y Yo peregrinábamos a puertos más depravados. Dame C. y Yo, tras la deserción de una renovada S., que ha abandonado la nicotina y el alcohol, decidimos bajar a las catacumbas (o sea, Yo la arrastré a las catacumbas, básicamente).

En las catacumbas, lo de siempre: un espectáculo de travestis (nada de drag queens, travestis súper radicales; travestis de la Vieja Escuela, travestis-putones; es más, más putones que travestis), muchas copas (gin-tonics sin cuento), conversaciones olvidables (en sentido muuuuuuuy literal) con ga(y)rrulos ágrafos, algún brief-encounter con más ga(y)rrulos ágrafos y poco más. Muy poco más.

El domingo, lo que quedaba de mí y de Dame C. (especialmente, tras su aparatosa caída pied-à-terre) fuimos transportados por el Mozart de los ex maridos de vuelta a la Gran Ciudad. Hoy, mis poros son como serpentines y mi piel, como una moqueta muy, muy raída. Mi cabeza, una saturnalia de recriminaciones. Vamos, lo habitual.

A este paso no llego a los 40 (o peor, los aparentaré mucho antes de cumplirlos).

Mañana más.

viernes, agosto 20, 2004

La Vida: tasas, impuestos, mentiras 

“Fue agradable, fue delicioso, fue dañino. Pero no fue insólito” (Henry James, La bestia en la jungla). ¿Qué? El amor, claro. O sea. Lo de siempre.

En fin, es curioso cómo un trozo de carne desollada o una herida abierta nos condicionan hasta extremos tan perversamente serviles; todo, absolutamente todo está supeditado a eso. Confieso que, en mi caso al menos, es una obsesión, una patología que me consume como a otras les consume la envidia o el desánimo. En fin, supongo que, a estas alturas, ya no tiene arreglo. Es más, ya nada lo tiene…

Y vosotros os preguntaréis: ¡¿pero qué le pasa a esta?! Pues nada, queridos, por primera vez desde hace mucho, mucho tiempo me encuentro divinamente y, si no fuese una de esas impresiones que acaban por pasar factura, diría que casi feliz. Pero hay que engañar a los dioses. De vez en cuando hay que hacerlo si no quieres que te fulminen con un rayo. La felicidad no es un don, es un pecado.

Mañana más.

jueves, agosto 19, 2004

Yo no puedo ir al Ministerio con esta papeleta… ¡Bastante es que soy modelo! 

Hay momentos en que hay que dejar la educación a un lado. Y éste es uno de ellos. Para mear y no echar gota. O sea. Titular: Ocho mujeres para la historia. Fotografía: Ocho mamarrachas vestidas para la historia universal de la infamia. Contenido: Ocho petardas –a la sazón, ministras zapatistas en plena producción para el Vogue patrio–, encabezadas por una anoréxica que le ha copiado el look a Margaret Hamilton en El mago de Oz, con un sentido del humor superfino. Ironía británica, vamos. Como ejemplo, un botón de nácar (de imitación): “Durante la hora y media de maquillaje y estilismo previa a la sesión fotográfica, Fernández de la Vega hizo gala de su sentido del humor comentando: «Esto es peor que una comparecencia de Zaplana»”. Jo, qué risa, tía Felisa (née Frederica, aunque por el nivel-Maribel casi podría ser la tercera hermana Calatrava).

Otro bonito adelanto de nos espera en el quiosco (a estas alturas, debo de tener tantas piedras en el riñón como para construir una réplica a escala 1:100 del Valle de los Caídos): “Las fotografías publicadas revelan que el presidente del Gobierno estuvo presente en la sesión, conversando con la directora y el subdirector de la revista [dos arpías de armas tomar; sé de lo que hablo]. «Seguro que nos critican», decía la ministra de Cultura, de la que emanó también alguna queja con humor por la sesión de maquillaje. «Qué duro es ser modelo», comentó. «Pero cobran más», le respondió entre risas la titular de Sanidad”.

Es que me la imagino. Carmencita Calvo, que en la Junta de Andalucía ya ejercía de tapón-sexy, emanando con la boca pequeña (ella, que cuando se ríe la abre tanto): “Qué duro es ser modelo, Cristina, bonita. Por cierto, ¿eso que llevas es una tubular?” “Tú métete en lo tuyo, tía puta, que como me dé por hablar…” Y la cara de Carmenci, a estas alturas de un púrpura cardenalicio o rosa furcia (ese tono que a ella le va pintiparado), distorsionada por la ira, mientras escupe una colilla (encendida) a los pies de la fiancée de Borrell (jajajajaja, como me gusta la ciencia-ficción emocional): “¿Me está usted amenazando, señora Nabona?” Y Maricri, súper alterada, cianótica perdida: “Narbona, guapita de cara, Narrrrr-bona”. “Ya, ya… Pues eso no es lo que dicen y cuando el río suena…” “A ti lo que te van a sonar van a ser los dientes, cacho puta”. Y ya, en un cafarnaum de tintes capilares y manicuras francesas, ocho ministras supersocialistas enzarzadas en un duelo de egos y papadas.

Y me imagino al estilista: “Chicaaaaas, chicaaaaaas, ¡¡¡CHICAS!!!” Y a Yoli Sacristán, demudada: “Te lo dije, Javier. Te lo dije. ¡No puedo con estas rojas! ¡Son todas unas ordinarias! Eh, tú, Mari-Tere, cuidado con mis Manolos; me los vas a destrozar con los piños. ¡¡¡Little Shoes, ¿no puedes hacer algo?!!!”

En fin, vivir para ver.

* [Postscriptum:
El (in)Mundo: “El Partido Popular estudia pedir que comparezcan las ministras por posar para la revista Vogue”. O sea. Sí, señor. Que comparezcan porque, puestas a posar, tendrían que haber posado para el TELVA. O mejor, para el Hustler, coño. En ese caso, las palabras de la Calvo que adquirirían un nuevo (y pleno) significado: "Jo, qué duro es ser modelo, tía"].

Mañana más.

miércoles, agosto 18, 2004

Buen Rollito (tu Puta Madre) 

Creo que me voy a hacer racista. Superracista, vamos. Odio la Raza Aria. Creo que hay que exterminarla. Porque una raza que se maquilla… como se maquilla, que se peina… como se peina, que se viste… como se viste, que… En fin, que muy mal. Sale Una a la Calle y se le Cae El Mundo Encima. Encima, encima, encima.

El Primer Mundo está fatal. Pero vamos, fatal-fatal. Porque es lo que Yo digo: comparad la decadencia del Imperio Romano con esta decadencia, tan ramplona, tan sin estilo, tan, tan, tan, vamos, tan sin. O sea: los Antoninos versus los Bush; pues claro, pierden los Bush (me vas a comparar a Heliogábalo con ese cenutrio de George Jr.; el travestismo, el sadomasoquismo vs. la dipsomanía). O sea: me vas a decir que la calle Fuencarral –esa sima del buen gusto; un paseo por ella y tus retinas nunca volverán a ser lo que eran– es lo mismo que el puerto de Ostia… ¡Dónde va a parar!

En el Tercer Mundo, por lo menos, no se pueden poner mechas ni pantalones pesqueros. En el Segundo no lo sé, porque tengo la impresión de que el Segundo es una entelequia, como el Hombre Metrosexual o la ética del (supuesto) Comercio Justo (¿Comercio? ¿Justo? ¿Por qué no Política de la Honradez? ¿O peluquería mística? ¿O actriz intelectual? Jajajaja).

Y luego, claro, tenemos lo de siempre. Los rigores de la ética: no se puede decir eso de “aborrezco a la Raza Aria” porque no se puede aborrecer a una raza ni a un aborigen. Pues, chica, qué quieres que te diga, si el aborigen es, pongamos por caso, de Úbeda, El Escorial o Sevilla –tres ejemplos palmarios de que el mimetismo entre paisaje y paisanaje no siempre funciona–, pues qué quieres que te diga, lo aborrezco. Lo aborrezco y lo execro. Por múltiples razones, además de las mechas (mi guerra contra el Mundo Mecha toma un carácter abiertamente beligerante con los años): acentos, cejas (depiladas), quincallería de lo más heteróclita, actitudes… España es diferente. O sea. Spain is pain. Pero pain del duro, del que ponía a Santa Margarita María de Alacoque los pezones como dos castañas de indias (la comparación, digna del peor Cela –de hecho, si mal no recuerdo, el difunto marqués de Ira Flavia la empleó en esa novelita deleznable llamada Mazurca para dos muertos; ¿los lectores?, probablemente– es cortesía de ese cúmulo deleznable de lugares comunes llamado Sabiduría Popular).

O sea. A lo que iba: me ofrezco como ministra de Propaganda en el próximo Reich que surja aquí o al otro lado de los Pirineos. A mí, dadme un poco de árnica y os dejo el panorama MLQP (Más Limpio Que una Patena). Ya tenemos terreno: La Mancha. Y materia prima: Cal Viva. Pero mucha. Que no falte.

Mañana más.

martes, agosto 17, 2004

Miss Tica y Rebelde (y un poco tullida) 

Bueno, pues supongo que puedo decir que HCMP (He Cumplido Mi Palabra), aunque con una ligera ayudita, ya que el sábado por la tarde –cuando mi voluntad flaqueaba y pensaba tirarme a las calles cual PI (Perra Indómita)– mi pie se abrió como una flor y tuve que recluirme en mis aposentos, cual rey gotoso (Carlos V en el monasterio de Yuste, por ejemplo; con ese paisaje maravilloso que más que natural, parece hecho de algodones y papier mâchè, como un forillo teatral).

Dos días emparedada viva, como Mujer Adúltera medieval o una Erzsébet Báthory cualquiera; eso sí, en la mejor compañía: el señor James (William) y toda su corte de místicos y visionarios. Un auténtico delirio, del que destaco a la fundadora de la orden del Sagrado Corazón de Jesús, Santa Margarita María de Alacoque, a quien debo uno de los mejores (y más hilarantes) ratos que haya pasado últimamente: “Nada, excepto el dolor –repetía siempre en sus cartas– hace mi vida soportable”. O sea, que si en lugar de arpillera (la más basta), le confeccionan el hábito de cuero negro (o plexiglás, en su defecto), ella súper feliz, oye. Otro ejemplo: “Decía también que se sentía devorada por dos fiebres que no se podían mitigar, una por la santa comunión y otra por el sufrimiento, la humillación y la aniquilación”. Si esto no es erotismo, que venga Dios y lo vea.

Más: “Francisco de Asís besa a sus leprosos, Margarita María Alacoque, Francisco Javier, San Juan de Dios y otros limpiaron las llagas de sus pacientes con la lengua, y las vidas de santos como Isabel de Hungría y Madame de Chantal se encuentran repletas de una especie de delectación por purulencias de hospital desagradables de leer y que nos provocan admiración y estremecimientos” [y súbitas humedades, añadiré, o erecciones generales]. O sea. Nada como la Vida Mística para pasárselo pipa.

Claro, con semejante lectura los dolores de mi pie, una agonía en cualquier otro momento, me parecían poco o nada comparados con los transportes místicos de Santa Teresa, que en un momento de orgásmica comunión con la Divinidad, exclama: “Basta, Dios, o mejor, dame fuerzas para soportar más tus goces”. Vamos, superatómica.

Pero lo mejor, as usual, viene al final. Leo lo siguiente: “La felicidad pasiva es laxa e insípida, y frecuentemente se vuelve intolerable”, y, claro, no puedo evitar enviárselo al Mozart de los ex maridos vía SMS. ¿Y cuál es su respuesta? Nada menos que una cita del Gran Chambelán JA: “La pasividad es frecuentemente causa de felicidad”. Chúpate ésa, (Santa) Teresa.

Mañana más.

viernes, agosto 13, 2004

La vida, un responso (por mí) 

Bueno, pues me siento como Donna Summer: ¡por fin es viernes! Ay, Dios, no puedo con la vida. Sobre todo si la vida tiene días de 24 horas, en lugar de jornadas de 48, e incluso de 72 horas. Una Mujer como Yo tendría que clonarse para atender a sus múltiples obligaciones, citas (galantes, sociales y laborales), vernissages, soirées y mil y un viajes que No podré hacer porque no quiero ELC (Entregar La Cuchara).

En fin, el caso es que tampoco me puedo quejar. En la última semana he tenido una VS (Vida Social) bastante ajetreada, lo suficiente al menos como para impedirme detenerme y recordar que, detrás de la espiral y de ese cúmulo de insensateces llamado mundo, me espera Lo Inefable (son palabras mayores, del hermano de William, Henry James; palabra de Dios, te adoramos, Señor James). Ahora mismo, la verdad, preferiría que me esperase un masajista ruteno de bíceps poderosos, espaldas como costales y pectorales tipo Hindenburg, pero, bueno, hay cosas peores (una masajista rutena de bíceps poderosos, espaldas como costales y pectorales tipo Hindenburg, por ejemplo).

Un par de ejemplos: dos cenas maravillosas. La primera, en Toledo (ciudad imperial que me trae recuerdos bastante infectos: la Mamarracha Morigerada y su cohorte salieron de las catacumbas toledanas; ¿como el Golem, en Praga?, pues igual), donde compartí mesa & vinazo barato con el Gran Chambelán JA, mi ex marido, Grand Dame C. y el matrimonio Monde À la Dure, encantador. Una cena, además, en la que pudimos constatar que incluso el Mozart de los ex maridos puede ocultar un pequeño demonio tras su expresión de querubín murillesco.

La segunda cena, en compañía de la Chambelana M. La Morena y su deliciosa amiga N., supuso un feliz descubrimiento: a menos de dos horas de avión está el paraíso. Puede que esté levemente ajado, pero es lo que tienen los paraísos, que se estropean con muchísima facilidad. Una pena. Sobretodo cuando hay francotiradores cerca, claro.

En fin, el caso es que hoy me enfrento a la disyuntiva de: ¿Qué Voy A Hacer Con Mi Vida? ¿Qué Será De Mí? O sea, lo habitual.

Bueno, seguiré las enseñazas de Otro Mito Personal, Escarlata O’Hara, y ya lo pensaré mañana. O pasado.

Mañana más.


jueves, agosto 12, 2004

Superocupada, superestresada, superdésolé 

Bueno, pues no puedo dejar de estar de acuerdo con Voltaire: “Doy gracias a Dios porque puedo mirar el mundo como una farsa, incluso cuando se vuelve tan trágico como lo hace en ocasiones”.

En la actualidad, el mundo, Mi Mundo, es cualquier cosa menos trágico. Grotesque sí, trágico no. Y, cual dirigente socialista déclasée, lo digo sin acritud. Líbreme Dios de tener una actitud agria ante la vida –jajajaja–, pero es que hay ciertas cosas que consiguen sacarme de quicio. Y no es que me queje, bien lo sabe Dios, pero… Aaaaaaaay, es que no tengo tiempo ni de quitarme la cutícula con el colmillo (retorcido).

En fin, mañana (al fin) es viernes. Renuncio a viajes ornitológicos o funerarios. Renuncio a ser MEM (Mujer En Movimiento). Renuncio. Creo que me voy a quedar en mi cripta, al abrigo de la noche… O sea, desnuda. Y sin hombres (en sutil guiño a Le Roi Soleil, que desde hace casi una semana se retuerce en su lecho de dolor, presa de la más terrible agonía. Je suis désolé! Mantenedme al tanto de vuestro estado de salud, sire, no seáis hermético ni cicatero). Eso espero.

Mañana más.

miércoles, agosto 11, 2004

Súper a favor de los James 

Bueno, pues se acabó el pic-nic intelectual. No más hors d'oeuvres, como Ronald Firbank, la tíita Truman o incluso (¡oh, sorpresa!) la guía de David Leavitt –un escritor que habitualmente me horroriza y al que, particularmente, considero la Corín Tellado anglosajona de la literatura gay (si es que existe semejante aberración)– sobre Florencia que, para mi deleite, es más violetera que a la violeta, que también…

En fin, el caso es que he decidido que ya era hora de pasar de los canapés a platos más contundentes, a callos y ollas podridas de mayor enjundia. O sea, al filósofo William James, hermano de otra de mis tiítas favoritas, Henry, que en unas 700 páginas se dedica a analizar Las variedades de la experiencia religiosa. O lo que es lo mismo, no tanto qué es la religión sino por qué el hombre la necesita (para bien y para mal; últimamente para mal, incluso para peor).

Y (oh, sorpresa, de nuevo) me está encantando. El señor James tiene un cerebro bastante menos errático que el de su hermano James, del que me declaro súper fan –la colección de relatos publicada en las nuevas ediciones Debolsilllo es sencillamente deliciosa, demasiado deliciosa–; tal vez no sea tan incisivo, pero sí más empírico. Súper empírico. Y Yo, últimamente, estoy de lo más empírica. Vamos, que me pirro por el empirismo. Y por los James…

De hecho, estoy pensando en hacer un pequeño paréntesis estival con los tres hermanos y continuar con Henry y sus relatos de fantasmas –otra encantadora edición de bolsillo, cortesía de Valdemar– y con los diarios de su hermana inválida (léase hiperestésica), Alice, publicados por Pre-textos, que es otra editorial de la que soy súper, pero súper fan, cuando acabe con William.

O sea. Súper a favor de los James. Por cierto, señor James, reciba usted toda mi gratitud, ya que gracias a usted tengo los diarios de la hermana levemente histérica de los hermanos James y, as usual, estaba usted presente cuando decidí comprar la colección de relatos del señor James, Henry, tras un día encantador a la sombra del Caudillo.

Está claro. Si algún día me da por cambiar de apellido, me decidiré por James. O Fitz-James, que en España tiene como más tirón. Dónde va a parar…

Mañana más.

martes, agosto 10, 2004

¿Mujer Contemporánea? ¿Quién COÑO quiere ser Mujer Contemporánea? 

Más liada que la pata de un romano (o pantorrilla, en su defecto). Joder, working girl, working girl, working girl. Me cago en la condición de la Mujer Contemporánea. Mi abuela, la Reina Regente, sí que sabía…

Mañana más.

lunes, agosto 09, 2004

Diamantes, fantasmas y veneno 

Bueno, pues hoy no relataré con pelos y señales mi fin de semana, porque esto lleva camino de convertirse en una crónica etílica sin el menor interés. Sólo os diré una cosa: nunca, jamás persigáis fantasmas; corréis el riesgo de alcanzarlos.

El caso es que hay Personas, como los psico-killers o los ex maridos, que son como los diamantes: están llenas de facetas. Y otras, como los fantasmas, que no siempre son ectoplasmas, es más, en la mayor parte de las ocasiones son seres de carne y hueso –mucha carne y mucho hueso–, que sólo tienen una cara, una cara redonda de luna llena que demuestra que, además del cromosoma de Mendel, les falta otra cosa: un poquito de empatía. O sea, al margen de su cordón umbilical (o vestigios) hay todo un mundo por descubrir –un mundo execrable, espantoso, horrible, sí, pero eso es lo que hay– del que no tienen la menor idea. Una pena. Pero Una carece de vocación de Lazarillo, qué se le va a hacer.

En fin, lo que sí puedo reproducir fielmente es un fragmento de conversación que mantuve el pasado sábado, una conversación llena de veneno prodigiosamente oculto tras una velada capa de inocente estupefacción.

MAMARRACHA INFECTA, miembro de la cohorte toledana: ¿No te parece adorable?

YO (con un tono idéntico al de Baby Jane Hudson): Eso depende del sentido que des a la palabra “adorable”.

M. I.: No te sigo.

Y.: No me extraña, querida. Pero no te preocupes, yo te lo explico; estoy aquí para eso. En la antigüedad, el culto de ciertos ídolos iba acompañado de sacrificios humanos. ¿Te refieres a ese tipo de adoración?

M.I. (Silencio).

Sí, definitivamente hay que confiar en la bondad de los desconocidos… y en mi mala baba.

Mañana más.


jueves, agosto 05, 2004

Los nefandos efectos de la tardoadolescencia (o los peligros del sexo) 

Tengo la boca, como diría Ronald Finbank, “levemente adornada de granos”, o lo que es lo mismo, orlada de flores de loto flotando sobre aguas estancadas (esta última frase, a pesar de ser más firbankiana que la cita de Valmouth, acabo de perpetrarla Yo solita con mis pezuñitas). O sea, que eso de que el amor, el sexo o como-quieras-llamarLo es buenísimo para el cutis es OMQC (Otro Mito Que Cae). Al menos, para el mío es fatal. A mi piel, lo que mejor le va es la cosmética carísima, las exfoliaciones hechas por manos profesionales –Institutos de Belleza, I mean, no casas de lenocinio–, el caviar, el serum, el colágeno, los liposomas… En fin, ese tipo de cosas.

Sin embargo, ay, no renuncio a las terapias alternativas: la raboterapia, la vinoterapia (o la drymartiniterapia, en su defecto), la sofrología (a la ataraxia por caminos no siempre legales)…

Bueno, a pesar de todo, tengo que admitir que cada día soy más fan de ese tipo de placenteras laceraciones que llegan de la mano del dolor. Y no es que abogue descaradamente por el cuero negro; a mí, el RL (Rollo Leatherón), como que no. O sea. Para nada. No. Pero si lo de Eros y Tánatos funciona desde que el mundo es mundo –más o menos, desde que Marujita descubrió las transparencias–, por algo será.

Eso sí, si el placer puede venir también acompañado por otro tipo de efectos secundarios, tipo Una Piel de Escándalo y no por un cutis tipo Arpillera-Miércoles de Ceniza, pues, chica, qué quieres que te diga, Mucho Mejor.

Mañana más.


miércoles, agosto 04, 2004

Súper fan del señor von Rezzori 

Bueno, pues aquí estoy de nuevo. Pero hoy no escribiré Yo; dejaré que lo haga el señor von Rezzori (Gregor von Rezzori, Un armiño en Chernopol):

“Era la venganza de los orgullosos: la generosidad”.

Pues sí. No me cabe la menor duda. O como dijo la tiíta Truman: hay que huir de los santos como de la peste bubónica. Yo, particularmente, entre una santa y una puta, me quedo con la puta (aunque hay casos, como el de María Magdalena –o el mío propio, ya que con razón un adorable lector me considera una Santa Contemporánea–, en el que ambas facetas no son incompatibles).

“Sólo los venenos más destructores o la mujer más femenina –es decir, la más variable– pueden, porque tienen efectos de muerte, crear durante cierto tiempo la ilusión de la verdadera vida. Y la desesperación en que nos hunden es la voz de nuestra más íntima conciencia que hace ver el engaño a nuestra ceguera, y es que quisiéramos calmar con sustitutivos nuestra aspiración más íntima: la de llega a extinguirnos”.

O sea. Puede que las drogas, legales o ilegales, no sean nuestras mejores amigas (¿verdad, Carmina?). Pero… ¿qué sería de la vida sin ellas? Guerra al taedium vitae. ¡Y a las mechas!

“Estar bien educado y perplejo es una mezcla encantadora; mal educado, alegre y desenvuelto, lo es también. Pero ser mal educado y perplejo, es fatal”.

Pues eso, queridos: maleducados, abstenerse.

Y, como colofón, este maravilloso camafeo:

“Alrededor de ella tamborileaba la caída crepitante de las castañas de cuyas cáscaras redondas salían los frutos relucientes y rodaban ante sus pies como el derramarse de un cuerno de la abundancia lleno de ofrendas campesinas: verde claro de pera, suavemente amarillento envolviendo la carne blanca aterciopelada que se reflejaba en sombras violetas como el queso fresco de oveja en una hoja de lechuga; color marrón ostentoso de la cáscara tenaz curtida y ácida, rica como una vieja cera de abejas en cuya profundidad, tras su brillo de espejo, llameaba el rubí partido de la sangre apenas coagulada de la púrpura de un riñón de cordero, atractivo y saturador como un olor a quemado; y el tono rosado del hongo o molusco, de la mancha clara –fruto de mar al mismo tiempo en el ópalo iridiscente de la pureza inviolada–, resumía en sus perlas toda la gestación del otoño”.

Chúpate ésa, Teresa (y Marcel Proust).

Mañana más (sobre todo porque esta noche duermo con el señor Ronald Firbank, que deja a estos dos escritores a la altura de dos inocentes corderillos en materia de decadencia y barroca –e irisada– mariconería de salón).


martes, agosto 03, 2004

A punto de entregar la cuchara (una vez más) 

Bueno, pues ayer VAS (Volví A Salir), pero fue algo bastante más relajado –jajaja–, porque No tengo voluntad, ni resolución, ni palabra. Lo único que tengo son: a) agujetas, b) una gran raja de sandía en el lugar donde hasta hace escasamente 48 horas tenía una boca (hoy, lo que queda es una ruina muy, muy pulida), c) sudor; mucho, a raudales (por algún lado he de eliminar toxinas, I guess).

En fin, el caso es que ayer mi ex marido me regañó –con razón, as usual– porque, según él, no tengo un planteamiento vital (o al menos, No desde luego el PV correcto si aspiro a llegar a los 40 cual lozana andaluza –Violeta Cela, ¿qué habrá sido de ella?– y no como una momia necrosada –dos imágenes me vienen a la cabeza: Marisa Paredes en Tacones lejanos, bajo una luz cenital que no le desearía ni a Lina Morgan, y ese Primer Plano de Geraldine Chaplin en EPS: ¡escalofriante!).

–¿Cómo que No tengo un planteamiento vital? –repliqué, herida en mi amor propio (mi Amor Propio es tan fácil de destruir como un icono bizantino)–. El naufragio, ¿te parece poco?

Aunque no lo admitiría ni ante un camping-gas (o disco de salsa en su defecto), supongo que está en lo cierto. No tengo PV, ni correcto ni incorrecto. A la deriva… y poco más.

El caso es que tras pedirle dinero prestado (una vez más), cenamos con una pareja encantadora y un tanto parisina, M. y S., además de con el Gran Chambelán JA, con el Infante F. y con G., room-mate provisional del Mozart de los ex maridos, que se plantea la posibilidad de regresar a Alemania porque, al parecer, “España no es mi país”. Un guirigay. O, en versión McNamara, "mucho guiri y mucho gay". Por un momento, dado el plurilingüismo y la combinación cromática de la mesa, parecíamos ese cuadro de El Greco en que los apóstoles reciben el don de lenguas directamente del cielo (más manierista, imposible). No hay mejor profesor de idiomas que Dios. Vamos, ríete tú del profesor Higgingns.

Bueno, pues después de la cena, como Pablo de Tarso camino de Damasco, tuve una epifanía, solo que no me caí de ningún caballo porque Yo soy más del Mundo Taxi. ¿Y cuál fue esa revelación?, os preguntaréis. Pues está claro: necesito un receso (si no quiero que haya un deceso). Porque es lo que Yo digo: no puedo seguir a este ritmo.

Hoy, por ejemplo, levantarme ha supuesto un esfuerzo ímprobo. Abrir los ojos, obligarme a replegar los párpados como una cortina veneciana (que conste: aborrezco ese tipo de cortinas que justifica, por su mera existencia, otra nueva revolución francesa con guillotinas eléctricas y mucho derramamiento de sangre), salir de la cama… Qué tremendo todo, qué angst, qué mal cuerpo. Vamos, una bofetada de la naturaleza en pleno rostro. ¿Podrá ayudarme la medicina ayurvédica? Lo dudo mucho.

Por otro lado, Dios protege a sus ovejas descarriadas. Podrían haberme matado, desvalijado (otra vez), violado –pero un perfecto caballero NUNCA abusa de una dama dormida, levemente borracha por añadidura–, desfigurado con ácido (un simple esputo hubiese sido suficiente)… Pero no. Aquí estoy, safe. Segura. A salvo. Pero muerrrrrrta.

Qué mala es la vejez, coño.

Mañana más.

lunes, agosto 02, 2004

Súper arruinada (la Vida Social es lo que tiene) 

Bueno, pues aquí estoy de vuelta. Viva (o casi), tras un week-end ciertamente delirante. Ay, Dios… Conciertos de música clásica (o casi) en el patio gótico de un castillo, cenas con gente adorable, reencuentros sin ninguna nostalgia (la nostalgia es un sentimiento que debería estar prohibido), aperitivos con gente divina, exposiciones picassianas (execrables), borracheras sin cuento, discotecas maricas (y afters maricas), un trío (internacional), un caballero encantador (y culto, ¡por fin!; alguien que adora a Mozart no puede ser malo)… Esto no es una vida. Esto es un carrusel. Un Dragon Can. Un tiovivo. Una feria. Y Yo, mientras tanto, viva. O algo parecido. Pero ya lo contaré mañana, porque ahora estoy para un plan RT (Reconstrucción Total). ¡Pero si hasta aparento mi edad!

Tengo que dormir.

Mañana más.

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