jueves, noviembre 27, 2003
De María a Nils (o incluso a Virginia)
Bueno, pues los huevos de chorlito se han transformado en huevos de pato, de manera que me pregunto si, en lugar de María de Rumanía, no debería empezar a llamarme Nils Holgersson.
Nunca me ha importado ser una Esclava de la Farmacopea, bien lo sabe Dios. Estoy totalmente de acuerdo con la chambelana M. la Rubia en que “los medicamentos son nuestros amigos”. Aunque también estoy de acuerdo con Lorelei Lee en que donde se ponga un diamante…
En fin, el caso es que aunque nadie lo diría a juzgar por el estado de mi tez, sigo postrada no en mi lecho de dolor –ya me gustaría a mí–, sino en mi ergonómico trono oficinesco, tapizado en un es-pan-to-so azul azafata que me crispa los nervios e incide, aún más si cabe, en mi deplorable cuadro clínico. O sea, una especie de Dama de la Camelia (artificial) revisitada.
Me temo que mi cuerpo se rebela. Normal. Yo también lo haría…
Mañana más.
[En un aparte os diré que últimamente me veo muy Mari-Virgi Woolf. La chica lo somatizaba todo. Natural. Ya me dirás si no para qué está el cuerpo humano…]
Nunca me ha importado ser una Esclava de la Farmacopea, bien lo sabe Dios. Estoy totalmente de acuerdo con la chambelana M. la Rubia en que “los medicamentos son nuestros amigos”. Aunque también estoy de acuerdo con Lorelei Lee en que donde se ponga un diamante…
En fin, el caso es que aunque nadie lo diría a juzgar por el estado de mi tez, sigo postrada no en mi lecho de dolor –ya me gustaría a mí–, sino en mi ergonómico trono oficinesco, tapizado en un es-pan-to-so azul azafata que me crispa los nervios e incide, aún más si cabe, en mi deplorable cuadro clínico. O sea, una especie de Dama de la Camelia (artificial) revisitada.
Me temo que mi cuerpo se rebela. Normal. Yo también lo haría…
Mañana más.
[En un aparte os diré que últimamente me veo muy Mari-Virgi Woolf. La chica lo somatizaba todo. Natural. Ya me dirás si no para qué está el cuerpo humano…]
miércoles, noviembre 26, 2003
Contra Lutero, el fuego del Infierno
Vuelvo a ser Mujer Tsica. Postrada en la chaise-longue, con un pañuelo de batista y el bote de sales amoniacales a mano, pendiente de las palabras del Doctor Amor, con la garganta dolorida, festoneada de ganglios como huevos de chorlito. O sea, Margarita Gaultier total. Febril, demacrada, somnolienta, repto de mi lecho de dolor a la oficina, porque si Una es Working Girl no le queda más remedio que serlo Con Todas Las Consecuencias…
Y Yo me pregunto: ¿A esto es a lo que llaman Realizarse? Pues vaya ganga. Vamos, que si Una lo llega a saber… Pero Una no sabe. Una, ignorante de los males del mundo, en lo único que piensa es en la Ética Protestante y en que si pillase por banda a Lutero, Calvino, Zuinglio y los Menonitas les haría unas cuantas perrerías que ríete tú de un Tribunal de la Santa Inquisición. A mí, dame una mitra, un alzacuellos y unas cuantas indulgencias (renovables como Bonos de Interés a un tanto por ciento no precisamente variable) y te monto una pira funeraria en menos que…
En fin, supongo que la fiebre me afecta de algún modo, porque lo veo todo rojo. Jungle Red. O sea, al Rojo Vivo. Como mi garganta, como mis tendones, como mis ideas. Uy, sí, el rojo, el rojo, el rojo. Dicen que es el color de la pasión, pero en realidad es el color de la piromanía. Y yo, cada día soy más fan del fuego.
Mañana más.
Y Yo me pregunto: ¿A esto es a lo que llaman Realizarse? Pues vaya ganga. Vamos, que si Una lo llega a saber… Pero Una no sabe. Una, ignorante de los males del mundo, en lo único que piensa es en la Ética Protestante y en que si pillase por banda a Lutero, Calvino, Zuinglio y los Menonitas les haría unas cuantas perrerías que ríete tú de un Tribunal de la Santa Inquisición. A mí, dame una mitra, un alzacuellos y unas cuantas indulgencias (renovables como Bonos de Interés a un tanto por ciento no precisamente variable) y te monto una pira funeraria en menos que…
En fin, supongo que la fiebre me afecta de algún modo, porque lo veo todo rojo. Jungle Red. O sea, al Rojo Vivo. Como mi garganta, como mis tendones, como mis ideas. Uy, sí, el rojo, el rojo, el rojo. Dicen que es el color de la pasión, pero en realidad es el color de la piromanía. Y yo, cada día soy más fan del fuego.
Mañana más.
martes, noviembre 25, 2003
En el buen camino
Bueno, pues… “Yo siempre he desconfiado de los santos, ¿y usted? (Risas.) Todos me resultan sospechosos. Creo que este Papa es una excelente mujer travestida. ¡Y no lo digo en broma!”
Lo dijo la tiíta Truman a propós de Teresa de Calcuta, pero Yo lo aplicaría a muchos otros elementos que pululan por ahí, elementos nocivos, no me cabe la menor duda.
La santidad, como género humano –no digamos ya como género literario– no me interesa nada. Nunca. Jamás. Siempre aspiré a ser una Perra y creo que, aunque aún me falta muuuuuuuuuuucho para llegar a ser La Mujer Fría y Calculadora que quiero llegar a ser (ese Tipo de Arpía capaz de dejar a La Dientes a la altura del betún de Judea, incluso ese Tipo de Bruja Abominable que dejaría a la Crawford a la altura de una doble biónica de Shirley Temple… Uy, pero qué tonta; si ya existe una doble biónica de ST, David Bisbal), estoy en el Buen Camino.
Eso sí, admito sugerencias.
Mañana más.
Lo dijo la tiíta Truman a propós de Teresa de Calcuta, pero Yo lo aplicaría a muchos otros elementos que pululan por ahí, elementos nocivos, no me cabe la menor duda.
La santidad, como género humano –no digamos ya como género literario– no me interesa nada. Nunca. Jamás. Siempre aspiré a ser una Perra y creo que, aunque aún me falta muuuuuuuuuuucho para llegar a ser La Mujer Fría y Calculadora que quiero llegar a ser (ese Tipo de Arpía capaz de dejar a La Dientes a la altura del betún de Judea, incluso ese Tipo de Bruja Abominable que dejaría a la Crawford a la altura de una doble biónica de Shirley Temple… Uy, pero qué tonta; si ya existe una doble biónica de ST, David Bisbal), estoy en el Buen Camino.
Eso sí, admito sugerencias.
Mañana más.
lunes, noviembre 24, 2003
Mundo Menud(ill)o
Bueno, pues tras este fin de semana podría entregarme a oscuras reflexiones en torno a lo que significan las palabras Familia (Real), Dipsomanía, Dislocación (y Dilocación), Fe, Esperanza y, ay –un ay muy, muy largo, como el suspiro de un neumático que agoniza–, Caridad. Pero, claro, hoy hablaré Otra Vez de Lo Mismo. Lo Único. S-E-X-O.
Este fin de semana regresé al Grand Palais, allá, en la Ciudad Funeraria, en las colinas de… (cielos, cómo me recuerda esto a la Baronesa Mari-Karen Blixen, pero sin sífilis… por el momento). Y, claro, entre banquete y banquete, entre recepción regia y baile de gala, Una Mujer como Yo siempre tiene un momento para el amor (o sucedáneos). Y vaya si lo tuve. Jesús, otro nuevo peldaño en la Escala de Jacob. Vaya por Dios.
Describiré la escena. Madrugada pelín etílica, en compañía de la chambelana M. La Rubia y el par A. (no confundir con Dógico; el par A. es único en su género), recostada cual odalisca de Ingres en una chaise-longe en el saloncito Sacré Coeur de la chambelana Nervous M.; porque ella, especializada en No Irme A La Zaga ni un solo momento, decidió que si Yo podía dislocarme un tobillo, ella también. Y ni corta (aunque su falda sí lo era, vaya si lo era; esquemática, diría Yo) ni perezosa, hizo lo propio con el suyo el sábado por la tarde. Resultado: dislocación de tobillo y frustraciones varias. Un cuadro clínico de lo más habitual.
Como Yo soy de Ese Tipo de Mujer que es todo Corazón y vesícula, me dispuse a hacerle una visita en sus aposentos. Resultado: litros y litros (y litros y…) de alcohol y una conversación que, en ocasiones, se parecía más a un campeonato de ping-pong, con intenciones homicidas, que a un simpático pourparler. La chambelana Nervous M. y Yo damos un nuevo –y escalofriante– sentido a la expresión “quitar la palabra de la boca”.
En fin, tras unas horas de lo Más Intensas en pleno duelo verbal, me dirigí a un conocido Antro de Fama Internacional donde, de nuevo, estuve Más Grande Que la Vida. O sea, muy en mi línea. ¿El resultado? Ay, el resultado…
…fue que me desperté en mi (gran) cama… con doncel incorporado. Aunque la palabra doncel tal vez no sea la más apropiada. No. ¿Cuál sería la palabra más apropiada para describir a alguien –un ser, probablemente; aunque no me atrevería a afirmar que su naturaleza sea humana 100%–:
a) adicto al latonerío en todas sus manifestaciones: alta bisutería, pero también baja; o sea: zarcillos, aldabas en los pezones y una provisión de anillos de fantasía que envidiaría la mismísima Marujita Díaz, así como una fijación por el Negociado Sello que ni LuisA Ntonino de Villena;
b) adicto a la peluquería creativa, o sea: pelo negro ala de cuervo y perilla rubio platino (más o menos, el equivalente bizarro de una Mónica Naranjo pasada por las manos de un peluquero adicto a los psicotrópicos);
c) adicto a la nicotina… entre las sábanas (ay, Dios mío);
d) analfabeto Integral?
Yo, aunque parezca mentira, por primera vez en mi vida, y sin que sirva de precedente, No Tengo Palabras. Bueno, sí que las tengo. Todas ellas malsonantes.
–Mmmmmmmmmmmmm, querido, y tú… –achino los ojos y me encomiendo al Niño Jesús de Praga, Santa Gema Galgani y Santa Dorothy Parker– ¿a qué te dedicas?
El Ente, con la boca llena, me responde:
–Soy carnicero.
Cierro los ojos, que a esas alturas son ya dos meras rendijas, y escucho cómo Una a Una van cayendo las murallas de Jericó (y varias promesas rotas así como toda una pléyade de plegarias Nada atendidas).
–Ah, ¿haces filetes y eso?
El Ser, al parecer herido en lo que le resta de Amor Propio (a juzgar por el estado de sus uñas, debe haber intentado escalar un pozo ciego en medio de un estercolero), se incorpora y me pregunta:
–¿Te estás quedando conmigo?
–Nooooooooooo, por Dios. Nada más lejos de mi intención que quedarme contigo. A decir verdad soy Súper Fan del Mundo Carne Picada o el Negociado Menudillo. Es fascinante, ¿no te parece? En fin, tendrás que explicármelo Otro Día, porque la Familia Real me espera para un almuerzo de gala.
–Pero, ¡¿cómo?! ¿A las once de la mañana?
–Uy, es que mi familia es súper europea...
En fin, de alguna manera, con ayuda probablemente de traducción simultánea y un par de electrodos, logró captar la esencia del mensaje y abandonó mis aposentos, dejando a su paso un leve rastro sulfuroso (otro día me detendré en su modelo; hoy, francamente, no tengo cuerpo para Eso, sólo diré un nombre: Cruela De Vil).
En fin, que allí, tumbada en la cama (ya sin doncel), me di cuenta de que, en mi caso, la palabra Vicio se transforma en Virtud. Porque soy de Ese Tipo de Mujeres que no se detienen ante NADA cuando se trata de hacer un Acto de Caridad. Pero ante nada, vamos.
¿Qué nuevo infierno nos espera detrás de esa esquina?
Mañana más.
Este fin de semana regresé al Grand Palais, allá, en la Ciudad Funeraria, en las colinas de… (cielos, cómo me recuerda esto a la Baronesa Mari-Karen Blixen, pero sin sífilis… por el momento). Y, claro, entre banquete y banquete, entre recepción regia y baile de gala, Una Mujer como Yo siempre tiene un momento para el amor (o sucedáneos). Y vaya si lo tuve. Jesús, otro nuevo peldaño en la Escala de Jacob. Vaya por Dios.
Describiré la escena. Madrugada pelín etílica, en compañía de la chambelana M. La Rubia y el par A. (no confundir con Dógico; el par A. es único en su género), recostada cual odalisca de Ingres en una chaise-longe en el saloncito Sacré Coeur de la chambelana Nervous M.; porque ella, especializada en No Irme A La Zaga ni un solo momento, decidió que si Yo podía dislocarme un tobillo, ella también. Y ni corta (aunque su falda sí lo era, vaya si lo era; esquemática, diría Yo) ni perezosa, hizo lo propio con el suyo el sábado por la tarde. Resultado: dislocación de tobillo y frustraciones varias. Un cuadro clínico de lo más habitual.
Como Yo soy de Ese Tipo de Mujer que es todo Corazón y vesícula, me dispuse a hacerle una visita en sus aposentos. Resultado: litros y litros (y litros y…) de alcohol y una conversación que, en ocasiones, se parecía más a un campeonato de ping-pong, con intenciones homicidas, que a un simpático pourparler. La chambelana Nervous M. y Yo damos un nuevo –y escalofriante– sentido a la expresión “quitar la palabra de la boca”.
En fin, tras unas horas de lo Más Intensas en pleno duelo verbal, me dirigí a un conocido Antro de Fama Internacional donde, de nuevo, estuve Más Grande Que la Vida. O sea, muy en mi línea. ¿El resultado? Ay, el resultado…
…fue que me desperté en mi (gran) cama… con doncel incorporado. Aunque la palabra doncel tal vez no sea la más apropiada. No. ¿Cuál sería la palabra más apropiada para describir a alguien –un ser, probablemente; aunque no me atrevería a afirmar que su naturaleza sea humana 100%–:
a) adicto al latonerío en todas sus manifestaciones: alta bisutería, pero también baja; o sea: zarcillos, aldabas en los pezones y una provisión de anillos de fantasía que envidiaría la mismísima Marujita Díaz, así como una fijación por el Negociado Sello que ni LuisA Ntonino de Villena;
b) adicto a la peluquería creativa, o sea: pelo negro ala de cuervo y perilla rubio platino (más o menos, el equivalente bizarro de una Mónica Naranjo pasada por las manos de un peluquero adicto a los psicotrópicos);
c) adicto a la nicotina… entre las sábanas (ay, Dios mío);
d) analfabeto Integral?
Yo, aunque parezca mentira, por primera vez en mi vida, y sin que sirva de precedente, No Tengo Palabras. Bueno, sí que las tengo. Todas ellas malsonantes.
–Mmmmmmmmmmmmm, querido, y tú… –achino los ojos y me encomiendo al Niño Jesús de Praga, Santa Gema Galgani y Santa Dorothy Parker– ¿a qué te dedicas?
El Ente, con la boca llena, me responde:
–Soy carnicero.
Cierro los ojos, que a esas alturas son ya dos meras rendijas, y escucho cómo Una a Una van cayendo las murallas de Jericó (y varias promesas rotas así como toda una pléyade de plegarias Nada atendidas).
–Ah, ¿haces filetes y eso?
El Ser, al parecer herido en lo que le resta de Amor Propio (a juzgar por el estado de sus uñas, debe haber intentado escalar un pozo ciego en medio de un estercolero), se incorpora y me pregunta:
–¿Te estás quedando conmigo?
–Nooooooooooo, por Dios. Nada más lejos de mi intención que quedarme contigo. A decir verdad soy Súper Fan del Mundo Carne Picada o el Negociado Menudillo. Es fascinante, ¿no te parece? En fin, tendrás que explicármelo Otro Día, porque la Familia Real me espera para un almuerzo de gala.
–Pero, ¡¿cómo?! ¿A las once de la mañana?
–Uy, es que mi familia es súper europea...
En fin, de alguna manera, con ayuda probablemente de traducción simultánea y un par de electrodos, logró captar la esencia del mensaje y abandonó mis aposentos, dejando a su paso un leve rastro sulfuroso (otro día me detendré en su modelo; hoy, francamente, no tengo cuerpo para Eso, sólo diré un nombre: Cruela De Vil).
En fin, que allí, tumbada en la cama (ya sin doncel), me di cuenta de que, en mi caso, la palabra Vicio se transforma en Virtud. Porque soy de Ese Tipo de Mujeres que no se detienen ante NADA cuando se trata de hacer un Acto de Caridad. Pero ante nada, vamos.
¿Qué nuevo infierno nos espera detrás de esa esquina?
Mañana más.
viernes, noviembre 21, 2003
Jungle Red (o sea, la Rati-God II)
Bueno, pues me pregunto si Dios es también enemigo acérrimo de la Belleza, porque hay que ver cómo es la gente, cada día más fea –y más estúpida–:qué teces (como dice el Gran Chambelán JA, muchas de ellas deberían ser lijadas… o tratadas con productos abrasivos añadiría Yo), qué pelos, qué uñas (o qué ausencia de ellas), qué modelis, qué narices, qué miradas –escalofriantes, bovinas, vítreas y degeneradas todas–, qué gafas (el concepto Gafa Truchi debería estar prohibido; de hecho, creo que lo está), qué todo… Qué horror, Dios mío. Los miro y pienso: imposible escalar las murallas del Infierno.
Pues sí, hija mía. Imposible, imposible, imposible.
Es lo que Yo digo. Dios no sólo está contra la Belleza y la Inteligencia (no hablaré ya de la alianza B&I, rigurosamente prohibida por las Leyes de Mendel), sino que además tiene un equipo de guionistas con una querencia por el melodrama, el peor melodrama, algo tipo Martínez Sierra (o peor, si cabe; ay, sí, cariño, es una verdad universal: siempre cabe), especialmente depravada.
Ayer, sin ir más lejos, regresaba Yo al Petit Palais cuando, por uno de esos giros del destino tan propios de un culebrón mexicano (de vampiros), me encontré con uno de mis primeros Ex Maridos. Allí estaba él: avejentado, abotagado, hórrido, con una expresión que demostraba A Voz En Grito la existencia de un Ente Divino patéticamente perverso, mezquino, cruel... Una mamarracha, vamos (como mi primer ex marido).
Bueno, pues Yo, ni corta ni perezosa (dos cosas –gracias A. Powell– que no soy, porque detesto la Ordinariez Palmaria y Gratuita), me dirigí a él, dispuesta a enmendarle la plana al Destino.
–Buenas noches. Te veo fantáaaaaastico. (Mentira, piadosa, sí, pero súper falsa).
A lo que él, que siempre me criticó porque, según él, Yo era un poquitín dipsómana, o sea, Adicta Total a la Botella, me responde con un aliento que podría marchitar una flor de plástico (incluso todo un bouquet de aluminio):
–Cúbreme de besos (bueno, en realidad no fue eso lo que dijo, pero ya he dicho que detesto la ordinariez gratuita, palmaria y levemente ebria).
En fin, a mí no me quedó más remedio que dar un paso atrás, cubrirme el rostro con los flecos de un chal de moahir carisísimo (regalo de otro de mis ex maridos, que siempre fueron generosos con mis desarreglos térmicos), y espetarle:
–Claro, querido… aunque antes tendrán que suministrarme cloroformo. Una dosis generosa, muy generosa.
Recogí velas y me marché, súper realizada, cual Nornma Shearer tras robarle el marido (el suyo, por más señas) a la lagartona de Joan Crawford en la escena final de Mujeres. Pues sí, Norma, querida, Jungle Red. Estoy contigo.
Mañana más.
Pues sí, hija mía. Imposible, imposible, imposible.
Es lo que Yo digo. Dios no sólo está contra la Belleza y la Inteligencia (no hablaré ya de la alianza B&I, rigurosamente prohibida por las Leyes de Mendel), sino que además tiene un equipo de guionistas con una querencia por el melodrama, el peor melodrama, algo tipo Martínez Sierra (o peor, si cabe; ay, sí, cariño, es una verdad universal: siempre cabe), especialmente depravada.
Ayer, sin ir más lejos, regresaba Yo al Petit Palais cuando, por uno de esos giros del destino tan propios de un culebrón mexicano (de vampiros), me encontré con uno de mis primeros Ex Maridos. Allí estaba él: avejentado, abotagado, hórrido, con una expresión que demostraba A Voz En Grito la existencia de un Ente Divino patéticamente perverso, mezquino, cruel... Una mamarracha, vamos (como mi primer ex marido).
Bueno, pues Yo, ni corta ni perezosa (dos cosas –gracias A. Powell– que no soy, porque detesto la Ordinariez Palmaria y Gratuita), me dirigí a él, dispuesta a enmendarle la plana al Destino.
–Buenas noches. Te veo fantáaaaaastico. (Mentira, piadosa, sí, pero súper falsa).
A lo que él, que siempre me criticó porque, según él, Yo era un poquitín dipsómana, o sea, Adicta Total a la Botella, me responde con un aliento que podría marchitar una flor de plástico (incluso todo un bouquet de aluminio):
–Cúbreme de besos (bueno, en realidad no fue eso lo que dijo, pero ya he dicho que detesto la ordinariez gratuita, palmaria y levemente ebria).
En fin, a mí no me quedó más remedio que dar un paso atrás, cubrirme el rostro con los flecos de un chal de moahir carisísimo (regalo de otro de mis ex maridos, que siempre fueron generosos con mis desarreglos térmicos), y espetarle:
–Claro, querido… aunque antes tendrán que suministrarme cloroformo. Una dosis generosa, muy generosa.
Recogí velas y me marché, súper realizada, cual Nornma Shearer tras robarle el marido (el suyo, por más señas) a la lagartona de Joan Crawford en la escena final de Mujeres. Pues sí, Norma, querida, Jungle Red. Estoy contigo.
Mañana más.
jueves, noviembre 20, 2003
Dios es una rati (pues vaya novedad...)
Bueno, pues toda la vida buscando la respuesta y estaba ahí ante mis ojos, sin que Yo lo supiese. Ahí mismo. Desde el siglo pasado.
Atención, pregunta: ¿Por qué casi todo el mundo es tan rematadamente cenutrio? ¿Por qué cada día abundan más las ratas de cloaca, moviendo impunemente su rabo con la misma donosura con la que una debutante movería el abanico en un salón de baile? ¿Por qué, Dios mío, por qué hay Tanto Infame mires donde mires? Sí, allá donde poses tus lindos ojos hay un Ser horribilino salido del Averno.
Bueno, pues ya lo sé. La respuesta, como casi siempre –gracias, mamá, por tus sabias palabras y por tu saludable visión de la Realidad Circundante (aunque Yo prefiera la circuncidante)–, la tiene un cadáver: H (de honorable) L Mencken, que allá por el año 18 (mil novecientos) escribió:
“La regresión resulta casi tan natural como la evolución, y puede que a Dios le parezca igual de satisfactoria, o incluso más. Si el hombre medio está hecho a su imagen y semejanza, alguien como Beethoven o Aristóteles es claramente superior a Dios, por lo que el Todopoderoso debe de sentir celos de él y tener ganas en su fuero interno de que su superioridad perezca junto con su cuerpo físico. (…) El universo parece conspirar para alentar la perpetua reproducción de campesinos y socialistas, y al mismo tiempo hay una oposición sutil y misteriosa que actúa siempre en contra de la proliferación de filósofos.”
Al fin puedo respirar tranquila. No es que Yo sea presa del Desánimo y la Depresión. No, no soy Yo. El culpable de todo –no podía ser de otra forma– es Dios.
Ay, Bon Dieu, cómo eres de rati.
Mañana más.
Atención, pregunta: ¿Por qué casi todo el mundo es tan rematadamente cenutrio? ¿Por qué cada día abundan más las ratas de cloaca, moviendo impunemente su rabo con la misma donosura con la que una debutante movería el abanico en un salón de baile? ¿Por qué, Dios mío, por qué hay Tanto Infame mires donde mires? Sí, allá donde poses tus lindos ojos hay un Ser horribilino salido del Averno.
Bueno, pues ya lo sé. La respuesta, como casi siempre –gracias, mamá, por tus sabias palabras y por tu saludable visión de la Realidad Circundante (aunque Yo prefiera la circuncidante)–, la tiene un cadáver: H (de honorable) L Mencken, que allá por el año 18 (mil novecientos) escribió:
“La regresión resulta casi tan natural como la evolución, y puede que a Dios le parezca igual de satisfactoria, o incluso más. Si el hombre medio está hecho a su imagen y semejanza, alguien como Beethoven o Aristóteles es claramente superior a Dios, por lo que el Todopoderoso debe de sentir celos de él y tener ganas en su fuero interno de que su superioridad perezca junto con su cuerpo físico. (…) El universo parece conspirar para alentar la perpetua reproducción de campesinos y socialistas, y al mismo tiempo hay una oposición sutil y misteriosa que actúa siempre en contra de la proliferación de filósofos.”
Al fin puedo respirar tranquila. No es que Yo sea presa del Desánimo y la Depresión. No, no soy Yo. El culpable de todo –no podía ser de otra forma– es Dios.
Ay, Bon Dieu, cómo eres de rati.
Mañana más.
miércoles, noviembre 19, 2003
Dios mío, qué pereza
Bueno, pues ayer no pude contar nada, porque vuelvo a estar –again– más liada que la pantorrilla de una rica heredera (Athina, las Hilton o Yo Misma) calzada por Manolo Blahnik (tan adicto él a todo lo que tenga una cinta, una lazada et al). Qué horror. Otra vez de vuelta al marasmo laboral. Mi figura no se resiente, mi cutis tampoco –Santa Estée Lauder vela por sus hijas descarriadas–, pero mis neuronas se ven envueltas en una maraña mental digna del Príncipe Valiente (interpretado por Robert Wagner, con gran pelucón a lo Louise Brooks). O sea, que no tengo tiempo ni de retocarme el rouge.
Ayer tuve una cena de état. Me he obligado a ser Civilizada, Moderna, Contemporánea, Equitativa, Aquilatada, Ecuánime… Divina (sin renunciar al taconazo; aunque Mila se lo haya apropiado para el Negociado Putón), y por supuesto no lo he logrado. Pero lo que cuenta es La Intención. Como dice maman, “lo que cuenta siempre, hija mía, es la intención”. O sea, las peores intenciones… Y es que mamá, como Yo, cada día está más misántropa. “Hija mía, el género humano, como mejor está es Muerto”. Pues sí, mamá. Pero Eso ya lo descubrí Yo hace muchos, muchos años. Es más, no había nacido.
Bueno, como He Estado sumida en una burb(r)uja, no me había enterado de dos grandes jitazos del periodismo contemporáneo. La conversación de Olguita Bitchy versus Rose Marie Matthew. Dos puntales del periodismo patrio. Con eso está todo dicho. “El día que entré en el INEM fui consciente de que el drama del paro era real, que existía más allá de que yo lo contara en televisión”. Chúpate esa, Teresa/Olga. “Lo importante es que tengamos tranquilidad moral”. Lo flipo con el Papa. Y luego, claro, está el otro puntal –porque el periodismo patrio al parecer es un triclinio griego, muy griego–, la Peña Infiel, “siempre leal que no cortesano” –cortisano, cortisona, corticoides y cuellicorto, ah, sí, eso sí–, que se pone a entonar el miserere por… Ay, mira, qué pereza de puntales. Qué pereza de todo.
Yo creo que me voy a hacer copta.
Mañana más.
Ayer tuve una cena de état. Me he obligado a ser Civilizada, Moderna, Contemporánea, Equitativa, Aquilatada, Ecuánime… Divina (sin renunciar al taconazo; aunque Mila se lo haya apropiado para el Negociado Putón), y por supuesto no lo he logrado. Pero lo que cuenta es La Intención. Como dice maman, “lo que cuenta siempre, hija mía, es la intención”. O sea, las peores intenciones… Y es que mamá, como Yo, cada día está más misántropa. “Hija mía, el género humano, como mejor está es Muerto”. Pues sí, mamá. Pero Eso ya lo descubrí Yo hace muchos, muchos años. Es más, no había nacido.
Bueno, como He Estado sumida en una burb(r)uja, no me había enterado de dos grandes jitazos del periodismo contemporáneo. La conversación de Olguita Bitchy versus Rose Marie Matthew. Dos puntales del periodismo patrio. Con eso está todo dicho. “El día que entré en el INEM fui consciente de que el drama del paro era real, que existía más allá de que yo lo contara en televisión”. Chúpate esa, Teresa/Olga. “Lo importante es que tengamos tranquilidad moral”. Lo flipo con el Papa. Y luego, claro, está el otro puntal –porque el periodismo patrio al parecer es un triclinio griego, muy griego–, la Peña Infiel, “siempre leal que no cortesano” –cortisano, cortisona, corticoides y cuellicorto, ah, sí, eso sí–, que se pone a entonar el miserere por… Ay, mira, qué pereza de puntales. Qué pereza de todo.
Yo creo que me voy a hacer copta.
Mañana más.
lunes, noviembre 17, 2003
Súper feliz y súper relajada
Feliz, feliz, feliz… y desollada viva. Es lo que tiene La Vida. Que te deja para el arrastre. O sea, arrastrada. Pero con una raja de sandía en la boca. Y es que, en las últimas horas, ha habido Mucha Raja en mi vida… y en mi boca. Y no, no me ha dado por hacerme Adicta a la Tahona. Para nada. Más Fan de los Hombres que nunca. Ay, ay, ay, pero qué poco cuesta hacerme feliz.
Mañana más.
Mañana más.
viernes, noviembre 14, 2003
Échale la culpa a los genes (o a Yoko Ono)
Bueno, pues eso: el género humano nunca, nunca, nunca dejará de sorprenderme (y de… en fin, más de lo mismo). Ahora resulta que la Realidad imita a la Mala Literatura. Ya ves, querida tiíta Oscar, en lo que quedan tus adagios. Eras una mamarracha y Lo Pagaste con creces. O sea, como le dijo la princesa Fátima a su hijito Boabdilito, “llora como travesti lo que no supiste defender como mujer”. Y, aunque las crónicas lo han silenciado, añadió (yo lo sé porque uno de mis antepasados estaba allí, echándolos de España a punta de pica): “Por Alá, qué cruz me ha salido con este hijo maricón perdido”. Me parece a mí que la princesa Fátima y maman harían muy buenas migas ante un té con pastas en Embassy.
En fin, el caso es que un montón de gente me ha escrito para quejarse de:
a) Mi visión de la realidad, cada día más negra (o sea, que lo que es válido para Goya no es válido para mí; pues vaya ganga… Supongo que es a esto a lo que llaman Democracia de Ideas).
b) Mi última entrada, que muchos consideran un pelín neona(n)ci.
¿Y qué esperaban, por el amor de Dios? Soy la última de una estirpe de genocidas. Lo llevo en la sangre.
Cuando a mi bisabuelo le preguntaron qué quería ser de mayor, se puso de puntillas y respondió: “Emperador”. Su hijo, bastante más pragmático en Asuntos de Estado, declaró con sólo siete años que lo que él quería ser de mayor era “dictador, como el señor del bigotito”. Lo intentó, de verdad que lo intentó. Al parecer, sus progroms eran famosos en toda Valaquia. Dejó Muntenia más diáfana que un traje de Issey Miyake.
Yo, que como toda Mujer de Mi Tiempo también coqueteé con la Conciencia Social y todo eso (en mi descargo diré que desistí en cuanto una camarada me sugirió que tenía que ponerme un poncho a lo Atahualpa Yupanqui, dejarme unas greñas que ni La Malinche y dejar de depilarme de manera radical; vamos, que una cosa es la CS y otra muy distinta estar hecha una zarrapastrosa Todo el Santo Día), un día me enfrenté a mi abuela, que idolatraba a su marido, y le reproché la actitud del abuelito, un poquito beligerante con algunos colectivos tipo folclóricas licántropas, peluqueros lascivos y usureros con apellidos que quedarían divinos en una mercería pero que, en opinión de mi abuela, “desmerecían mucho en la fachada de un banco”.
Pero lo mejor fue lo que dijo al respecto de la desaparición súbita de toda aquella población itinerante, varios cientos de miles de desarrapados que, en palabras de mi abuela, “no tenían oficio ni beneficio”. “Hija mía, tu abuelo se vio obligado a hacerlo. Es que no sabes cómo vestían…” Ay, abuelita, desgraciadamente sí que lo sé. Cada día más. Y desde aquí tengo que admitir que, mmmmmmm, hay ciertas cosas que… En fin, que puedo identificarme a la perfección con las Viejas Generaciones sin necesidad de esforzarme demasiado.
Es lo que tengo, que cuando me pongo, a Empatía no me gana nadie.
Mañana más.
En fin, el caso es que un montón de gente me ha escrito para quejarse de:
a) Mi visión de la realidad, cada día más negra (o sea, que lo que es válido para Goya no es válido para mí; pues vaya ganga… Supongo que es a esto a lo que llaman Democracia de Ideas).
b) Mi última entrada, que muchos consideran un pelín neona(n)ci.
¿Y qué esperaban, por el amor de Dios? Soy la última de una estirpe de genocidas. Lo llevo en la sangre.
Cuando a mi bisabuelo le preguntaron qué quería ser de mayor, se puso de puntillas y respondió: “Emperador”. Su hijo, bastante más pragmático en Asuntos de Estado, declaró con sólo siete años que lo que él quería ser de mayor era “dictador, como el señor del bigotito”. Lo intentó, de verdad que lo intentó. Al parecer, sus progroms eran famosos en toda Valaquia. Dejó Muntenia más diáfana que un traje de Issey Miyake.
Yo, que como toda Mujer de Mi Tiempo también coqueteé con la Conciencia Social y todo eso (en mi descargo diré que desistí en cuanto una camarada me sugirió que tenía que ponerme un poncho a lo Atahualpa Yupanqui, dejarme unas greñas que ni La Malinche y dejar de depilarme de manera radical; vamos, que una cosa es la CS y otra muy distinta estar hecha una zarrapastrosa Todo el Santo Día), un día me enfrenté a mi abuela, que idolatraba a su marido, y le reproché la actitud del abuelito, un poquito beligerante con algunos colectivos tipo folclóricas licántropas, peluqueros lascivos y usureros con apellidos que quedarían divinos en una mercería pero que, en opinión de mi abuela, “desmerecían mucho en la fachada de un banco”.
Pero lo mejor fue lo que dijo al respecto de la desaparición súbita de toda aquella población itinerante, varios cientos de miles de desarrapados que, en palabras de mi abuela, “no tenían oficio ni beneficio”. “Hija mía, tu abuelo se vio obligado a hacerlo. Es que no sabes cómo vestían…” Ay, abuelita, desgraciadamente sí que lo sé. Cada día más. Y desde aquí tengo que admitir que, mmmmmmm, hay ciertas cosas que… En fin, que puedo identificarme a la perfección con las Viejas Generaciones sin necesidad de esforzarme demasiado.
Es lo que tengo, que cuando me pongo, a Empatía no me gana nadie.
Mañana más.
jueves, noviembre 13, 2003
Descubro un Nuevo y Revolucionario Tratamiento Anti-estrés
Bueno, pues ayer descubrí un método de relajación que ríete tú del feng-shui. Es más, ríete tú (que luego ya llegaré Yo y te romperé los dientes Uno a Uno). Ese revolucionario, y –paradójicamente– tradicional, método de alcanzar la ataraxia es el Homicidio.
Se me ocurrió, aunque más bien fue Una Revelación, cuando, al salir de ver La flor del mal, me planteaba la posibilidad de fumar como Una Carretera (porque hay que ver lo que un cigarro puede hacer por una mujer, aunque esa mujer tenga cara de muñeca repollo). Ni que decir tiene que la película Me En-can-tó. Y es que una historia que trata sobre el Incesto y el Crimen, dos de los temas que más me apasionan en este mundo –a estas alturas, no me voy a poner a glosar las virtudes del incesto; es más, si mi hermano fuese Benoît Magimel aquí iba a estar Una, ja; estaría todo el día, cigarro en mano, entregada al Placer, la Dicha y el Pecado Nefando–, pues claro, una película que trata de Eso cómo no iba a gustarme.
En fin, que salí del cine dispuesta a volverme Adicta a la Nicotina (total, qué más da… Otra adicción más), cuando, tras comprarme un paquete de rubio (tabaco), me asalta un yonki-homeless-alcohólico-fashion victim y me pide “un pito” (qué ordinarias son las clases bajas y cómo les gusta Una Jerga, cualquiera). Parpadeé levemente sorprendida y, ni corta ni perezosa, le di Todo el paquete.
No contento con mi desusado acto de altruismo, va y –dirigiéndome una mirada que sólo se podría calificar como lúbrica– me escupe:
–¿Me das lumbre, guapa?
–De mil amores.
Le prendí fuego en menos que se persigna un capellán demente (el de la familia, sin ir más lejos, adicto tanto a los sobrepellices de lamé y puntillas como a los postizos y el maquillaje compacto). Qué maravilla. Qué espectáculo.
En menos de unos segundos, un seborreico fardo de carne y harapos se transformó en una brillante estela de luz (un tanto trémula, eso sí; y un poquito escandalosa), hasta que se consumió con un último estertor. Observé entonces un curioso fenómeno que más me vale recordar para Futuros Tratamientos Anti-estrés: los homeless hieden tanto por fuera como por dentro.
En fin, en cualquier caso, a pesar de los alaridos y el hedor, tengo que confesar que me quedé Mucho Más Relajada.
Hay que ver… ¡Qué poco cuesta hacerme feliz!
Mañana más.
Se me ocurrió, aunque más bien fue Una Revelación, cuando, al salir de ver La flor del mal, me planteaba la posibilidad de fumar como Una Carretera (porque hay que ver lo que un cigarro puede hacer por una mujer, aunque esa mujer tenga cara de muñeca repollo). Ni que decir tiene que la película Me En-can-tó. Y es que una historia que trata sobre el Incesto y el Crimen, dos de los temas que más me apasionan en este mundo –a estas alturas, no me voy a poner a glosar las virtudes del incesto; es más, si mi hermano fuese Benoît Magimel aquí iba a estar Una, ja; estaría todo el día, cigarro en mano, entregada al Placer, la Dicha y el Pecado Nefando–, pues claro, una película que trata de Eso cómo no iba a gustarme.
En fin, que salí del cine dispuesta a volverme Adicta a la Nicotina (total, qué más da… Otra adicción más), cuando, tras comprarme un paquete de rubio (tabaco), me asalta un yonki-homeless-alcohólico-fashion victim y me pide “un pito” (qué ordinarias son las clases bajas y cómo les gusta Una Jerga, cualquiera). Parpadeé levemente sorprendida y, ni corta ni perezosa, le di Todo el paquete.
No contento con mi desusado acto de altruismo, va y –dirigiéndome una mirada que sólo se podría calificar como lúbrica– me escupe:
–¿Me das lumbre, guapa?
–De mil amores.
Le prendí fuego en menos que se persigna un capellán demente (el de la familia, sin ir más lejos, adicto tanto a los sobrepellices de lamé y puntillas como a los postizos y el maquillaje compacto). Qué maravilla. Qué espectáculo.
En menos de unos segundos, un seborreico fardo de carne y harapos se transformó en una brillante estela de luz (un tanto trémula, eso sí; y un poquito escandalosa), hasta que se consumió con un último estertor. Observé entonces un curioso fenómeno que más me vale recordar para Futuros Tratamientos Anti-estrés: los homeless hieden tanto por fuera como por dentro.
En fin, en cualquier caso, a pesar de los alaridos y el hedor, tengo que confesar que me quedé Mucho Más Relajada.
Hay que ver… ¡Qué poco cuesta hacerme feliz!
Mañana más.
miércoles, noviembre 12, 2003
Viva la gente (muerta)
Bueno, pues aunque la gente No se lo crea, soy una Mujer que tiene Sentimientos. Malos sentimientos, los peores, sí, pero los tengo. También tengo mi corazoncito, mi bazo, mi vesícula e incluso mi tracto intestinal. Vamos, que Soy Una Mujer Completa. Pero la gente lo duda. Porque la gente es Lo Peor. Ratas de cloaca. Ratas almizcleras. Piojos revividos. Sanguijuelas, sabandijas y babosas de tierra. La gente es… Ay, cómo es la gente.
¿Cómo es la gente? Yo te lo diré. La gente es capaz de mentir, estafar, robar, asesinar, masacrar, violar, quemar, decapitar, torturar, traicionar, maltratar, pervertir, incluso teñir (pelo y tejidos, me da lo mismo; NO, no me da lo mismo)… con tal de salirse con la suya.
Y en medio de todo esto está Ello. It. Lo. El amor. Qué bonito. Qué hermoso. Amoooooooooooor. Qué asco, por Dios. Qué mal gusto. Qué antiestético. Qué atrocidad.
¿Hay algo más bochornoso que el espectáculo del amor? Pues sí, el espectáculo del desamor. Pero ésa es Otra Historia.
Cuando veo a dos personas demostrando su amor en público me da la erisipela. Si además parece remotamente auténtico –aunque condenado al fracaso o, al menos, a una patética y licenciosa decadencia, marcada por la degradación y la mentira (lo que me consuela)–, me entran sudores fríos y siento cómo una arcada va subiendo por mi garganta hasta transformarse en un Instinto Homicida que me ciega por completo. Ciega total, vamos.
Cuando veo a dos personas intercambiando miradas llenas de intención –lo que los periodistas, esa pandilla de uranistas analfabetas, llaman “miradas cómplices”–, me entran sudores fríos y siento que pierdo el equilibrio, sobre todo el emocional (y el físico, porque no se puede ir a trabajar con los Manolos; si lo sabré Yo). Y si tengo un objeto punzante a mano Soy Capaz de Utilizarlo. De manera letal, además.
Es más, cuando veo a dos personas haciendo una demostración pública de buenos sentimientos, o de malos sentimientos, o de sentimientos en general, me acuerdo de maman, que siempre ha sido súper fan de las personas que se comportan como Autómatas Fríos y Sin Corazón. Por eso no puedo comprender por qué es tan sumamente beligerante con La Dientes. No la entiendo.
En fin, mañana más.
¿Cómo es la gente? Yo te lo diré. La gente es capaz de mentir, estafar, robar, asesinar, masacrar, violar, quemar, decapitar, torturar, traicionar, maltratar, pervertir, incluso teñir (pelo y tejidos, me da lo mismo; NO, no me da lo mismo)… con tal de salirse con la suya.
Y en medio de todo esto está Ello. It. Lo. El amor. Qué bonito. Qué hermoso. Amoooooooooooor. Qué asco, por Dios. Qué mal gusto. Qué antiestético. Qué atrocidad.
¿Hay algo más bochornoso que el espectáculo del amor? Pues sí, el espectáculo del desamor. Pero ésa es Otra Historia.
Cuando veo a dos personas demostrando su amor en público me da la erisipela. Si además parece remotamente auténtico –aunque condenado al fracaso o, al menos, a una patética y licenciosa decadencia, marcada por la degradación y la mentira (lo que me consuela)–, me entran sudores fríos y siento cómo una arcada va subiendo por mi garganta hasta transformarse en un Instinto Homicida que me ciega por completo. Ciega total, vamos.
Cuando veo a dos personas intercambiando miradas llenas de intención –lo que los periodistas, esa pandilla de uranistas analfabetas, llaman “miradas cómplices”–, me entran sudores fríos y siento que pierdo el equilibrio, sobre todo el emocional (y el físico, porque no se puede ir a trabajar con los Manolos; si lo sabré Yo). Y si tengo un objeto punzante a mano Soy Capaz de Utilizarlo. De manera letal, además.
Es más, cuando veo a dos personas haciendo una demostración pública de buenos sentimientos, o de malos sentimientos, o de sentimientos en general, me acuerdo de maman, que siempre ha sido súper fan de las personas que se comportan como Autómatas Fríos y Sin Corazón. Por eso no puedo comprender por qué es tan sumamente beligerante con La Dientes. No la entiendo.
En fin, mañana más.
martes, noviembre 11, 2003
¡Muera el minimalismo! ¡Viva el glamour!
Lo detesto. Lo odio. Lo ABORREZCO. Lamento comportarme como una drama-queen porque No Lo Soy. No lo he sido jamás y no voy a empezar ahora. Estoy de acuerdo con Jaime Gil de Biedma, “la autocompasión es propia de gente maleducada”. Pues sí, es cierto. Lo es. Basta de llorar por las esquinas. Es más, stop crying rigth now! Pues hasta ahí podíamos llegar.
Todo el mundo dice que llorar relaja. Pues será a otras, encanto. A mí, las lágrimas no me relajan en absoluto. Si quiero quedarme como una balsa de aceite me tomo un Trankimazín, o un Lexatín (3, no 1,5; porque Yo Soy muy hardcore; y además un poquito politoxy); incluso un pico. Pero, vamos, ponerme como una Magdalena rediviva, con las greñas al viento y un cráneo descarnado junto a mi rodilla desnuda, pues como que no me relaja. Para nada.
¿Qué me relaja (además de la química)? Un buen joyón –en eso ha salido a mamá, que es súper adicta a los cabujones–, un aticazo, una marta cibelina… Vamos, lo normal. Incluso una botella de Châtteau Lafitte, si me pongo sencilla. Porque hasta una mujer como Yo sabe ponerse sencilla si viene al caso. Aunque el caso suele venir muy esporádicamente, la verdad, como para hacerme minimalista a estas alturas.
Para nada. Estoy totally agree con ese par de costureritas sevillanas llamadas Vitorio & Luchino (ay, por Dios, lo que desfigura la Muerte… Roja, con toda probabilidad): “¡Muera el minimalismo! ¡Viva el glamour!”
Pues eso. El glitter al poder.
Mañana más.
Todo el mundo dice que llorar relaja. Pues será a otras, encanto. A mí, las lágrimas no me relajan en absoluto. Si quiero quedarme como una balsa de aceite me tomo un Trankimazín, o un Lexatín (3, no 1,5; porque Yo Soy muy hardcore; y además un poquito politoxy); incluso un pico. Pero, vamos, ponerme como una Magdalena rediviva, con las greñas al viento y un cráneo descarnado junto a mi rodilla desnuda, pues como que no me relaja. Para nada.
¿Qué me relaja (además de la química)? Un buen joyón –en eso ha salido a mamá, que es súper adicta a los cabujones–, un aticazo, una marta cibelina… Vamos, lo normal. Incluso una botella de Châtteau Lafitte, si me pongo sencilla. Porque hasta una mujer como Yo sabe ponerse sencilla si viene al caso. Aunque el caso suele venir muy esporádicamente, la verdad, como para hacerme minimalista a estas alturas.
Para nada. Estoy totally agree con ese par de costureritas sevillanas llamadas Vitorio & Luchino (ay, por Dios, lo que desfigura la Muerte… Roja, con toda probabilidad): “¡Muera el minimalismo! ¡Viva el glamour!”
Pues eso. El glitter al poder.
Mañana más.
lunes, noviembre 10, 2003
¡Pongggggg!, cuando el gong deja de sonar
Bueno, pues vuelvo a ser una mujer bajo la influencia, o sea, Una Mujer Alterada. El sábado, plegándome de nuevo a esa realidad que, como siempre últimamente, supera al porno, fui una Mujer herida por el rayo. El Rayo. La Tormenta. El Ciclón. La Ciudad Esmeralda. Ah, sí, llámame Dorothy.
¿Y dónde COÑO está el Camino de Baldosas Amarillas?
Yo, taconeando furiosamente con mis muletas bajo la lluvia, me sentí como Judy Garland. Absolutamente. Pero como la Judy devastada, la de los Últimos Días, la máscara azteca hecha jirones por el alcohol y las drogas. Cerré los ojos y recé. Recé y recé a un dios desconocido –Baal, probablemente; claro, lo que veía no era la Ciudad Esmeralda, sino las Ruinas de Ekron–, hasta que pasó el rayo, la tormenta y el ciclón.
Pero, ah, mmmmmm, ¿qué es eso que se dibuja en el horizonte? ¿Saturno? ¿El ratón Mickey? No, es la Bruja Malvada del Oeste, que viene cargada de Nuevas Esperanzas. Pues no, bitchy-bonita, ni Una Más. No quiero volver a rezar jamás. Se acabó. Rien. Caput. Finitto.
Las campanas del carillón han dejado de sonar. Definitivamente.
[Otro día recordadme que os cuente un chiste.]
Mañana más.
¿Y dónde COÑO está el Camino de Baldosas Amarillas?
Yo, taconeando furiosamente con mis muletas bajo la lluvia, me sentí como Judy Garland. Absolutamente. Pero como la Judy devastada, la de los Últimos Días, la máscara azteca hecha jirones por el alcohol y las drogas. Cerré los ojos y recé. Recé y recé a un dios desconocido –Baal, probablemente; claro, lo que veía no era la Ciudad Esmeralda, sino las Ruinas de Ekron–, hasta que pasó el rayo, la tormenta y el ciclón.
Pero, ah, mmmmmm, ¿qué es eso que se dibuja en el horizonte? ¿Saturno? ¿El ratón Mickey? No, es la Bruja Malvada del Oeste, que viene cargada de Nuevas Esperanzas. Pues no, bitchy-bonita, ni Una Más. No quiero volver a rezar jamás. Se acabó. Rien. Caput. Finitto.
Las campanas del carillón han dejado de sonar. Definitivamente.
[Otro día recordadme que os cuente un chiste.]
Mañana más.
sábado, noviembre 08, 2003
Ashes to Ashes
Quinto día de reclusión. Las emociones se enfrentan como Furias desatadas (las comprendo perfectamente; si ahora apareciese Orfeo por el Petit Palais, no me conformaría con arrancarle la cabeza; también le haría la fimosis con los dientes y la manicura con unas tenacillas... al rojo vivo). O sea: Me Subo Por Las Paredes. Y la teúve, claro, está im-po-si-ble. ¿Cuántas miradas cómplices puede intercambiar una pareja, aunque sea prefabricada, en 20 minutos? ¿25? ¿30? Noooooooo. Añade un dígito y un anillo de oro blanco y obtendrás la respuesta correcta. Qué pena. Tengo que cambiar de canal o me dará un coma diabético.
Por otro lado, tenemos al señor Dickens. Poor Jo, instigada por un policía, replica: "Siempre estoy circulando". Ay, hija, Qué Bien Te Comprendo. Yo también estoy acostumbrada a estar todo el día En Tránsito. Y mírame ahora, una semana después, enclaustrada en mi celda, como una Casada Infiel en la Edad Media. Sólo falta que me pasen un mendrugo mohoso y una bacinilla de agua por el vano del muro maestro para que me sienta como Tal. Un horror.
Sí, eso. Cambia de canal. Cambia de libro. Cambia de sexo. Aaaaaaaahhhhhg. Sólo de pensarlo me da la erisipela.
Contemplo entonces la posibilidad de hacerme psico-killer y seguir los pasos del que, durante años, ha sido mi gurú espiritual: Jeffrey Dahmer, o sea, el Carnicero de Milwaukee. Pero, ahora que lo pienso, un altar de cráneos humanos cubierto con pintura plástica en un tono de gris especialmente abyecto no hace juego, para nada, con el resto de la decoración de mi chambre. No. Descartada mi carrera en el mundo del crimen.
¿Tal vez la bulimia? Para nada. Qué ordinariez. Sí, sí, ya sé que es una enfermedad. Pero para eso elijo la tisis, que es mucho más literaria. Me veo esputando coágulos de sangre sobre un pañuelo de batista o, mejor, a la cara de A. López & Co. en una bonita escena de reconciliación. Muy emotivo. Y con gran miriñaque (la mamarracha morigerada, no Yo).
No, contra el Ocio, nada mejor que la Mortificación y la Penitencia. ¿Cómo era eso? Ah, sí: "Pero no se encontraba bien: pues también ella se había arrepentido, y había rechinado los dientes, mascando las cenizas de la hoguera de la pasión". Pues sí, precisamente eso: un puñado de cenizas.
[En un aparte os diré que mi carrera con El Fotógrafo Kitsch ha pasado a la Historia. Puedo tolerarlo todo, aunque no esté para nada de acuerdo con eso de que comprenderlo todo es perdonarlo todo —para nada; si lo sabré Yo...—, pero jamás La Mala Educación. Cenizas a las cenizas, sí, y el Cotolengo al Cotolengo. Pues eso, al cieno... ¿O debería escribirlo con Z?]
Mañana más.
Por otro lado, tenemos al señor Dickens. Poor Jo, instigada por un policía, replica: "Siempre estoy circulando". Ay, hija, Qué Bien Te Comprendo. Yo también estoy acostumbrada a estar todo el día En Tránsito. Y mírame ahora, una semana después, enclaustrada en mi celda, como una Casada Infiel en la Edad Media. Sólo falta que me pasen un mendrugo mohoso y una bacinilla de agua por el vano del muro maestro para que me sienta como Tal. Un horror.
Sí, eso. Cambia de canal. Cambia de libro. Cambia de sexo. Aaaaaaaahhhhhg. Sólo de pensarlo me da la erisipela.
Contemplo entonces la posibilidad de hacerme psico-killer y seguir los pasos del que, durante años, ha sido mi gurú espiritual: Jeffrey Dahmer, o sea, el Carnicero de Milwaukee. Pero, ahora que lo pienso, un altar de cráneos humanos cubierto con pintura plástica en un tono de gris especialmente abyecto no hace juego, para nada, con el resto de la decoración de mi chambre. No. Descartada mi carrera en el mundo del crimen.
¿Tal vez la bulimia? Para nada. Qué ordinariez. Sí, sí, ya sé que es una enfermedad. Pero para eso elijo la tisis, que es mucho más literaria. Me veo esputando coágulos de sangre sobre un pañuelo de batista o, mejor, a la cara de A. López & Co. en una bonita escena de reconciliación. Muy emotivo. Y con gran miriñaque (la mamarracha morigerada, no Yo).
No, contra el Ocio, nada mejor que la Mortificación y la Penitencia. ¿Cómo era eso? Ah, sí: "Pero no se encontraba bien: pues también ella se había arrepentido, y había rechinado los dientes, mascando las cenizas de la hoguera de la pasión". Pues sí, precisamente eso: un puñado de cenizas.
[En un aparte os diré que mi carrera con El Fotógrafo Kitsch ha pasado a la Historia. Puedo tolerarlo todo, aunque no esté para nada de acuerdo con eso de que comprenderlo todo es perdonarlo todo —para nada; si lo sabré Yo...—, pero jamás La Mala Educación. Cenizas a las cenizas, sí, y el Cotolengo al Cotolengo. Pues eso, al cieno... ¿O debería escribirlo con Z?]
Mañana más.
viernes, noviembre 07, 2003
La Fay & Etty, otro caso de metempsicosis (y van dos; natural, era amiga de La Rochefoucauld)
Bueno, pues a través de los siglos y por boca de sus personajes, Marie Madeleine Pioche de la Vergne, o sea, Madame de la Fayette, me habla.
La princesa de Clèves: "Me equivoqué al creer que existiera un hombre capaz de ocultar aquello que halaga su vanidad".
El duque de Nemours: "Le he dado, con mi falta, mejores medios para defenderse de mí que todos los que ella buscaba, tal vez inútilmente. Pierdo, a causa de mi imprudencia, la ventura y la gloria de ser amado por la más amable y la más estimable mujer del mundo; pero si hubiera perdido tal dicha sin causar perjuicio a esa mujer y sin producirme un dolor mortal, tendría, al menos, ese consuelo; en cambio, ahora siento más el daño que a ella hice que el me he hecho a mí mismo".
El señor de Clèves: "Os adoro, y os odio. Os ofendo, y os pido perdón. Os admiro, y me avergüenzo de admiraros. En suma, ya no hay en mí calma ni razón".
Pues eso, como ella, Yo también he pensado abrazar los hábitos. O al menos, remangarlos un poquito. Y es que, mmmmmmm, nunca he sabido resistirme a un alzacuellos.
Desde mi prisión (en mi cuarto día de reclusión forzosa, pierna gotosa en ristre como Carlos V en su retiro de Yuste), os deseo Lo Que Os Merecéis.
Mañana más.
La princesa de Clèves: "Me equivoqué al creer que existiera un hombre capaz de ocultar aquello que halaga su vanidad".
El duque de Nemours: "Le he dado, con mi falta, mejores medios para defenderse de mí que todos los que ella buscaba, tal vez inútilmente. Pierdo, a causa de mi imprudencia, la ventura y la gloria de ser amado por la más amable y la más estimable mujer del mundo; pero si hubiera perdido tal dicha sin causar perjuicio a esa mujer y sin producirme un dolor mortal, tendría, al menos, ese consuelo; en cambio, ahora siento más el daño que a ella hice que el me he hecho a mí mismo".
El señor de Clèves: "Os adoro, y os odio. Os ofendo, y os pido perdón. Os admiro, y me avergüenzo de admiraros. En suma, ya no hay en mí calma ni razón".
Pues eso, como ella, Yo también he pensado abrazar los hábitos. O al menos, remangarlos un poquito. Y es que, mmmmmmm, nunca he sabido resistirme a un alzacuellos.
Desde mi prisión (en mi cuarto día de reclusión forzosa, pierna gotosa en ristre como Carlos V en su retiro de Yuste), os deseo Lo Que Os Merecéis.
Mañana más.
jueves, noviembre 06, 2003
Reflexiones de Una Tullida (o No Doy Creditito)
Bueno, pues Al Fin me siento REALIZADA. Por fin me insultan, y eso, qué queréis que os diga, eso Me Sube El Ego a altauras feéricas. Y es que no hay nada como una misiva tan deliciosamente sediciosa como la recibida esta mañana, Una de Esas Misivas que, además del Ego, me suben la Líbido. Ah, sí.
En fin, a lo que iba. Estos días de reclusión forzosa han hecho que me replantee mi relación con el mundo, la realidad e incluso con la higiene personal. ¿Alguien ha tratado de ducharse en precario equilibrio cual pink flamingo mientras saca la otra pierna por el pretil de la bañera, envuelta en una bolsa de plástico ajustada con cinta adhesiva? Yo Sí, y os garantizo que no es nada agradable. Au contraire. Es más bien humillante. Lo que me lleva a la siguiente reflexión:
El Mundo no es accesible. La realidad tampoco.
La teúve, en cambio, sí que lo es. Súper accesible, especialmente para los disminuidos psíquicos. Yo creo que hay toda una legión de guionistas televisivos que, antes de perpetrar sus textos, inhalan gas sarín por todos sus orificios hasta quedar exhaustos. Junto con los actores, deben de ser el único gremio capaz de reunir una neurona (agónica) entre todos. Lo que me lleva a otra pregunta:
¿Alicia Senovilla es real? ¿Y Terelu? ¿Y el pelo de Terelu? ¿Y sus dientes? ¿Y por qué sube tanto los brazos? Sí, querida, ya hemos advertido que llevas los sobacos depilados. Se han percatado hasta en Ruanda, honey.
¿Y Gran Hermano? ¿Pero la gente es así? ¿De verdad? No doy creditito.
¿La realidad era esto? Ay, Carlos Barral, qué razón llevabas: el mundo será cada vez más feo. Ay, Luis Escobar, tan amigo de papá, qué gran verdad: "Un Carnaval de Horrores".
Claro, con este árido panorama de horcas y hogueras, no me queda más remedio que conmoverme con las peripecias sentimentales de la princesa de Clèves. La pobre, cuánto sufre... Y su marido, qué ceporro. Hija, tírate Ya al duque de Nemours y no se hable más. Total, si tu marido está en Babia.
En fin, ¿habéis tenido alguna vez uno de esos días en que hubierais tenido que asesinar a un ser querido porque es el Diablo? Yo sí.
Desde mi prisión, mañana más.
En fin, a lo que iba. Estos días de reclusión forzosa han hecho que me replantee mi relación con el mundo, la realidad e incluso con la higiene personal. ¿Alguien ha tratado de ducharse en precario equilibrio cual pink flamingo mientras saca la otra pierna por el pretil de la bañera, envuelta en una bolsa de plástico ajustada con cinta adhesiva? Yo Sí, y os garantizo que no es nada agradable. Au contraire. Es más bien humillante. Lo que me lleva a la siguiente reflexión:
El Mundo no es accesible. La realidad tampoco.
La teúve, en cambio, sí que lo es. Súper accesible, especialmente para los disminuidos psíquicos. Yo creo que hay toda una legión de guionistas televisivos que, antes de perpetrar sus textos, inhalan gas sarín por todos sus orificios hasta quedar exhaustos. Junto con los actores, deben de ser el único gremio capaz de reunir una neurona (agónica) entre todos. Lo que me lleva a otra pregunta:
¿Alicia Senovilla es real? ¿Y Terelu? ¿Y el pelo de Terelu? ¿Y sus dientes? ¿Y por qué sube tanto los brazos? Sí, querida, ya hemos advertido que llevas los sobacos depilados. Se han percatado hasta en Ruanda, honey.
¿Y Gran Hermano? ¿Pero la gente es así? ¿De verdad? No doy creditito.
¿La realidad era esto? Ay, Carlos Barral, qué razón llevabas: el mundo será cada vez más feo. Ay, Luis Escobar, tan amigo de papá, qué gran verdad: "Un Carnaval de Horrores".
Claro, con este árido panorama de horcas y hogueras, no me queda más remedio que conmoverme con las peripecias sentimentales de la princesa de Clèves. La pobre, cuánto sufre... Y su marido, qué ceporro. Hija, tírate Ya al duque de Nemours y no se hable más. Total, si tu marido está en Babia.
En fin, ¿habéis tenido alguna vez uno de esos días en que hubierais tenido que asesinar a un ser querido porque es el Diablo? Yo sí.
Desde mi prisión, mañana más.
miércoles, noviembre 05, 2003
Promoción de Reinas
Bueno, aunque Yo no había caído, el Gran Chambelán JA sí. Y es que JA tiene una amplitud de miras que ríete tú del Gran Cañón del Colorado. Yo creo que los Gobiernos se están perdiendo Una Mente Privilegiada para la Estrategia de Campo, pero allá cada cual. En la corte rumana, JA tiene un papel fun-da-men-tal.
Bueno, pues me advierte JA de un hecho que vergüenza me da no haberlo advertido antes: la nuestra fue una Promoción de Reinas o, para ser más exactos, de queens. La primera, claro, fue el angélico Á., un macho-man de casi cien kilos de peso, murciano por más señas, con una vida interior muy, muy constreñida por su proyección pública como Chulángano Castigador Adicto a la Licra (la licra, por aquel entonces, constreñía mucho). Á. era de ese tipo de personas que te hace plantearte la existencia de la transmigración de almas, ya que a nadie le quedaba la menor duda de que en una vida anterior fue un pulpo o la mismísima diosa Shiva: tenía tantos brazos y, sobre todo, tantas manos como un octópodo o como un ídolo hindú, que esculpían tu cuerpo (y tus tetas) como si fueses de arcilla.
Aún lo recuerdo a la entrada de Stella (cuando Stella era Stella), intentado hacerle creer al gorila de turno que era gay. "¿Tú crees que me tomarán por maricón?", me preguntó incrédulo con aquel acento suyo tan execrable. Lo miré de arriba abajo y no tuve la menor duda: "¿A ti, querido? Jamás".
Lo siguiente que supe de él, cuatro años más tarde, era que actuaba en los cabarés más abyectos de Madrid con el nombre de Malizzia, como partenaire de otra drag, de nombre Diossa, ambas con un sentido del humor directamente extraído de las Minas del Rey Salomón, a golpe de uña y escoplo, o de un patio manchego en época de matanza. Las dos eran muy de eso, de matanza. Incluso detrás de una máscara de maquillaje que no hubiese desentonado en una representación de teatro kabuki, el pelo de la dehesa seguía asomando, enhiesto como pértigas. Y me acordé entonces de aquel trémulo grito de socorro: "¿Tú crees que me tomarán por maricón?"
Estaba también Ab. Ab. era una de esas mujer(zu)e(la)s llamadas a revolucionar el periodismo en provincias. Qué talento el suyo. Qué clase. Qué savoir-faire. Y qué problema, la pobre, de seborrea salvaje. Ab., ¿qué habrá sido de ella? Todos le augurábamos un gran futuro detrás de una barra. Americana, claro. Qué pena, eran otros tiempos. Como dice el Gran Chambelán JA, "si le hubiéramos dado manga ancha..." Si le hubiéramos dado manga ancha, incluso japonesa, hubiese acabado llevando kimono a todas horas y hoy regentaría un respetabilísimo burdel a pie de carretera.
¿Y qué decir del imperator C.? Él (o ella, siempre albergué mis dudas) sí que veía ante sí un Gran Futuro. Estaba destinado a los más altos puestos en la radio, allá en Segovia, porque él era un segoviano de pura cepa. Como el cochinillo, con el que indudablemente guardaba un extraordinario parecido (similitud que, según tengo entendido, aún conserva levemente acentuada por un incipiente alcoholismo nada precoz). Él iba a ser un Rey de las Ondas. Me temo que se quedó en reina, con una r muy, muy minúscula.
Y también estaba ella, Lady Le. De nuevo recurro a las sabias palabra del chambelán JA. "¿Qué le pusieron junto a la silicona y el diente? ¿Sensores en los labios? ¿Fibra vibrátil? ¿Por qué nunca hemos escuchado los gritos de atención de ese organo infravalorado llamado campanilla?" Porque somos imbéciles perdidos, querido. Por eso.
Y Yo, claro. Que he acabado en el exilio, enclaustrada en mi propia casa, paraliticada perdida. Leyendo a Madame de la Fayette para combatir el bombardeo masivo de La Dientes desde todos los frentes. Y me encuentro con que nada ha cambiado desde los tiempos de Enrique II y sus enredos cortesanos: "Le hablaba de la poca sinceridad de los hombres, de sus engaños y su infidelidad, de las desgracias domésticas que causan los malos compromisos..."
Pues sí, querida, qué razón llevas. Los hombres y sus engaños. Y los malos compromisos, cuántas desgracias domésticas causan. Que me lo digan a mí.
Y a todo esto, tengo que volver a decir que estoy totalmente de acuerdo con el Par (J) A. Dógico y su opinión sobre Jaime Peñafiel, "un personaje al que rociaría con sosa cáustica si no me metieran en la cárcel". Y tú que lo digas. Cal viva me parece poco para todo lo que se merece.
En fin, desde mi prisión, mañana más.
Bueno, pues me advierte JA de un hecho que vergüenza me da no haberlo advertido antes: la nuestra fue una Promoción de Reinas o, para ser más exactos, de queens. La primera, claro, fue el angélico Á., un macho-man de casi cien kilos de peso, murciano por más señas, con una vida interior muy, muy constreñida por su proyección pública como Chulángano Castigador Adicto a la Licra (la licra, por aquel entonces, constreñía mucho). Á. era de ese tipo de personas que te hace plantearte la existencia de la transmigración de almas, ya que a nadie le quedaba la menor duda de que en una vida anterior fue un pulpo o la mismísima diosa Shiva: tenía tantos brazos y, sobre todo, tantas manos como un octópodo o como un ídolo hindú, que esculpían tu cuerpo (y tus tetas) como si fueses de arcilla.
Aún lo recuerdo a la entrada de Stella (cuando Stella era Stella), intentado hacerle creer al gorila de turno que era gay. "¿Tú crees que me tomarán por maricón?", me preguntó incrédulo con aquel acento suyo tan execrable. Lo miré de arriba abajo y no tuve la menor duda: "¿A ti, querido? Jamás".
Lo siguiente que supe de él, cuatro años más tarde, era que actuaba en los cabarés más abyectos de Madrid con el nombre de Malizzia, como partenaire de otra drag, de nombre Diossa, ambas con un sentido del humor directamente extraído de las Minas del Rey Salomón, a golpe de uña y escoplo, o de un patio manchego en época de matanza. Las dos eran muy de eso, de matanza. Incluso detrás de una máscara de maquillaje que no hubiese desentonado en una representación de teatro kabuki, el pelo de la dehesa seguía asomando, enhiesto como pértigas. Y me acordé entonces de aquel trémulo grito de socorro: "¿Tú crees que me tomarán por maricón?"
Estaba también Ab. Ab. era una de esas mujer(zu)e(la)s llamadas a revolucionar el periodismo en provincias. Qué talento el suyo. Qué clase. Qué savoir-faire. Y qué problema, la pobre, de seborrea salvaje. Ab., ¿qué habrá sido de ella? Todos le augurábamos un gran futuro detrás de una barra. Americana, claro. Qué pena, eran otros tiempos. Como dice el Gran Chambelán JA, "si le hubiéramos dado manga ancha..." Si le hubiéramos dado manga ancha, incluso japonesa, hubiese acabado llevando kimono a todas horas y hoy regentaría un respetabilísimo burdel a pie de carretera.
¿Y qué decir del imperator C.? Él (o ella, siempre albergué mis dudas) sí que veía ante sí un Gran Futuro. Estaba destinado a los más altos puestos en la radio, allá en Segovia, porque él era un segoviano de pura cepa. Como el cochinillo, con el que indudablemente guardaba un extraordinario parecido (similitud que, según tengo entendido, aún conserva levemente acentuada por un incipiente alcoholismo nada precoz). Él iba a ser un Rey de las Ondas. Me temo que se quedó en reina, con una r muy, muy minúscula.
Y también estaba ella, Lady Le. De nuevo recurro a las sabias palabra del chambelán JA. "¿Qué le pusieron junto a la silicona y el diente? ¿Sensores en los labios? ¿Fibra vibrátil? ¿Por qué nunca hemos escuchado los gritos de atención de ese organo infravalorado llamado campanilla?" Porque somos imbéciles perdidos, querido. Por eso.
Y Yo, claro. Que he acabado en el exilio, enclaustrada en mi propia casa, paraliticada perdida. Leyendo a Madame de la Fayette para combatir el bombardeo masivo de La Dientes desde todos los frentes. Y me encuentro con que nada ha cambiado desde los tiempos de Enrique II y sus enredos cortesanos: "Le hablaba de la poca sinceridad de los hombres, de sus engaños y su infidelidad, de las desgracias domésticas que causan los malos compromisos..."
Pues sí, querida, qué razón llevas. Los hombres y sus engaños. Y los malos compromisos, cuántas desgracias domésticas causan. Que me lo digan a mí.
Y a todo esto, tengo que volver a decir que estoy totalmente de acuerdo con el Par (J) A. Dógico y su opinión sobre Jaime Peñafiel, "un personaje al que rociaría con sosa cáustica si no me metieran en la cárcel". Y tú que lo digas. Cal viva me parece poco para todo lo que se merece.
En fin, desde mi prisión, mañana más.
martes, noviembre 04, 2003
Mamarracha y media, Patética, Súper Orgullosa, Imbécil Perdida, Sentimental y Paraliticada. ¿Quién da más?
Bueno, pues aquí estoy, secuestraíta en mi propia casa como Candela. Aunque en mi caso no es por culpa de un comando de terroristas chiítas que, al tiempo que me suestran, abusan de mi inocencia hasta dejarla en carne viva (conociéndome como Me Conozco, si eso ocurriera terminaría dejando a Patti Hearst a la altura del betún de Judea. No, yo al Síndrome de Estocolmo prefiero llamarlo Amooooooor, oooooh, sí, señorita Escarlata). No, no, no. Estoy aquí, confinada en el Petit Palais por culpa de un esguince.
Ayer, cuando salía de la oficina, una confabulación cósmica de Oscuridad y Peldaños se alió contra mis Manolos para hacerme quedar, una vez más, como una Mamarracha (mis compañeros me ven como una réplica biónica de Lina Morgan, pero sin mechón lesbiano; ya me gustaría a mí —ser millonaria, como Lina, no... Bueno, dejémoslo—; por cierto, ¿es verdad que va a protagonizar un sonoro come-back por Todo Lo Alto —o lo Más Bajo, tampoco veo tanta diferencia? ¿Acaso un remake de Las manos de Orlac?). En fin, el caso es que como Una es Mujer de Mundo y se ha leído la biografía de Diaguilev, el único hombre en la Historia de la Humanidad que no tenía párpados, sino dos toldos venecianos, aproveché la ocasión para tratar de imitar a la Karsávina y hacer un plié impecable.
Resultado: Mamarracha y media. Y además paraliticada.
Cogí un taxi —ay, los taxistas, otro día hablaré de ellos— y me dirigí, contrita, a mis aposentos en el Petit Palais. Y encima, como los Siervos de la Gleba están de huelga (¿pero qué querrán? ¿Un sueldo? ¿Vacaciones pagadas (o en el mar, con la sobrecargo Smith todo el día luciendo fundas)? ¿Que me aprenda sus nombres?), me tuve que arropar Yo misma y poner el pie sobre un almohadón de color crudo divino.
Bueno, pues cual no será mi sorpresa cuando me levanto y, en lugar de mi tobillo habitual, o sea, delicado, torneado, fino, praxiteliano, en una palabra, me encuentro con que padezco un caso de elefantíasis aguda como una Paqui Derma cualquiera. Un horror. Y con los dedos de color cárdeno.
Total, el caso es que Mi Primer Impulso ha sido llamar a mi ex marido para pedirle ayuda. Porque Yo soy así. Una Mujer Patética que se aferra a los recuerdos como un náufrago a una pata de palo y, claro, como además de Patética soy Súper Orgullosa me he echado a llorar porque soy Imbécil Pérdida. Pero, bueno, ¿es que Nunca aprenderé? Pues por lo que se ve, no. Jamás. O sea, que sigo enamorada como una Perra, pero encima no puedo ni lamerme las heridas porque no puedo moverme por prescripición facultativa. Que alguien venga a casa y me pegue una paliza, por el amor de Dios.
En fin, el caso es que como necesitaba acreditar ante Mis Superiores (en el caso de papá, su superior es Dios y la Historia; en el mío, una mujer encantadora, que comparte con Dios el hecho de que ambos son divinos) que mi lindo pie se había transformado por obra y gracia del hematoma en una pezuña grotesca, he cogido un taxi y le he dado la dirección de una clínica privada. Porque, claro, si voy a la Sanidad Pública corro el riesgo no sólo de que me amputen la pierna, sino de que, en un solo kit, me hagan también la ablación —probablemente sin anestesia.
Bueno, pues allí estoy Yo, subida al taxi, con unas sandalias divinas (porque si Tu Pie se va a convertir en protagonista de la conversación, hay que mimarlo), cuando se detiene en un semáforo... ¿Y qué es lo que veo? A un vendedor de la Once comiéndose con los ojos, en sentido literal, un libro de bolsillo: Ensayo sobre la Ceguera, de esa gran escritora portuguesa llamada Sara Mago, una de esas autoras, por cierto, cuyo egotrip supera la magnitud de su obra (y la del Valle de los Caídos, si viene al caso). Y yo, claro, como además de Patética, Super Orgullosa e Imbécil Perdida, soy una Sentimental me he echado a llorar como una Magdalena rediviva. Con hipidos, mocos y el resto del kit lacrima Christie's. El taxista se ha girado y me ha ofrecido un kleenex y Yo, claro, me he sentido Súper Carmen Maura total en Mujeres y le he dicho en voz alta con el tono más desgarrado del que soy capaz: "Es mucho más fácil aprender mecánica que psicología masculina. A una moto puedes llegar a entenderla. A un hombre jamás".
El taxista, que al parecer no debe de ser un gran admirador del cine español en general (no se lo reprocho) y de Almodóvar en particular, me ha mirado como si fuese una lunática total y hemos seguido el resto del trayecto en un silencio regularmente pautado por el nombre de La Dientes (que me tiene ya hasta el kimono... Qué pesados: discreta, sencilla, culta, elegante... No doy creditito; al principio he pensado que hablaban de la perrita Lassie, pero no, hablaban de ella. Estoy con el Gran Cambelán JA: en la últina intervención no le implataron silicona, sino un sensor; y en los labios, fibra óptica. Amén, hermano).
En fin, el caso es que aquí estoy, de vuelta al principio. Con mi esguince, con la pierna en alto (como el pobre papá, aunque lo suyo es por la gota... de vino, básicamente), y con un par de libros para aguantar la reclusión forzosa. La teúve, ni ponerla. Corro el riesgo de que me dé una embolia si vuelvo a escuchar una sola referencia más a La Dientes y su prometido. Y además, si vuelven a enseñar el interior de Esa Casa —decorado, probablemente, por Piranesi en pleno delirium tremens— se me desprende la retina. Y eso sí que no. Puedo estar coja, pero ciega... la verdad, ya me parece un poquitín excesivo. Incluso para mí.
Mañana más.
Ayer, cuando salía de la oficina, una confabulación cósmica de Oscuridad y Peldaños se alió contra mis Manolos para hacerme quedar, una vez más, como una Mamarracha (mis compañeros me ven como una réplica biónica de Lina Morgan, pero sin mechón lesbiano; ya me gustaría a mí —ser millonaria, como Lina, no... Bueno, dejémoslo—; por cierto, ¿es verdad que va a protagonizar un sonoro come-back por Todo Lo Alto —o lo Más Bajo, tampoco veo tanta diferencia? ¿Acaso un remake de Las manos de Orlac?). En fin, el caso es que como Una es Mujer de Mundo y se ha leído la biografía de Diaguilev, el único hombre en la Historia de la Humanidad que no tenía párpados, sino dos toldos venecianos, aproveché la ocasión para tratar de imitar a la Karsávina y hacer un plié impecable.
Resultado: Mamarracha y media. Y además paraliticada.
Cogí un taxi —ay, los taxistas, otro día hablaré de ellos— y me dirigí, contrita, a mis aposentos en el Petit Palais. Y encima, como los Siervos de la Gleba están de huelga (¿pero qué querrán? ¿Un sueldo? ¿Vacaciones pagadas (o en el mar, con la sobrecargo Smith todo el día luciendo fundas)? ¿Que me aprenda sus nombres?), me tuve que arropar Yo misma y poner el pie sobre un almohadón de color crudo divino.
Bueno, pues cual no será mi sorpresa cuando me levanto y, en lugar de mi tobillo habitual, o sea, delicado, torneado, fino, praxiteliano, en una palabra, me encuentro con que padezco un caso de elefantíasis aguda como una Paqui Derma cualquiera. Un horror. Y con los dedos de color cárdeno.
Total, el caso es que Mi Primer Impulso ha sido llamar a mi ex marido para pedirle ayuda. Porque Yo soy así. Una Mujer Patética que se aferra a los recuerdos como un náufrago a una pata de palo y, claro, como además de Patética soy Súper Orgullosa me he echado a llorar porque soy Imbécil Pérdida. Pero, bueno, ¿es que Nunca aprenderé? Pues por lo que se ve, no. Jamás. O sea, que sigo enamorada como una Perra, pero encima no puedo ni lamerme las heridas porque no puedo moverme por prescripición facultativa. Que alguien venga a casa y me pegue una paliza, por el amor de Dios.
En fin, el caso es que como necesitaba acreditar ante Mis Superiores (en el caso de papá, su superior es Dios y la Historia; en el mío, una mujer encantadora, que comparte con Dios el hecho de que ambos son divinos) que mi lindo pie se había transformado por obra y gracia del hematoma en una pezuña grotesca, he cogido un taxi y le he dado la dirección de una clínica privada. Porque, claro, si voy a la Sanidad Pública corro el riesgo no sólo de que me amputen la pierna, sino de que, en un solo kit, me hagan también la ablación —probablemente sin anestesia.
Bueno, pues allí estoy Yo, subida al taxi, con unas sandalias divinas (porque si Tu Pie se va a convertir en protagonista de la conversación, hay que mimarlo), cuando se detiene en un semáforo... ¿Y qué es lo que veo? A un vendedor de la Once comiéndose con los ojos, en sentido literal, un libro de bolsillo: Ensayo sobre la Ceguera, de esa gran escritora portuguesa llamada Sara Mago, una de esas autoras, por cierto, cuyo egotrip supera la magnitud de su obra (y la del Valle de los Caídos, si viene al caso). Y yo, claro, como además de Patética, Super Orgullosa e Imbécil Perdida, soy una Sentimental me he echado a llorar como una Magdalena rediviva. Con hipidos, mocos y el resto del kit lacrima Christie's. El taxista se ha girado y me ha ofrecido un kleenex y Yo, claro, me he sentido Súper Carmen Maura total en Mujeres y le he dicho en voz alta con el tono más desgarrado del que soy capaz: "Es mucho más fácil aprender mecánica que psicología masculina. A una moto puedes llegar a entenderla. A un hombre jamás".
El taxista, que al parecer no debe de ser un gran admirador del cine español en general (no se lo reprocho) y de Almodóvar en particular, me ha mirado como si fuese una lunática total y hemos seguido el resto del trayecto en un silencio regularmente pautado por el nombre de La Dientes (que me tiene ya hasta el kimono... Qué pesados: discreta, sencilla, culta, elegante... No doy creditito; al principio he pensado que hablaban de la perrita Lassie, pero no, hablaban de ella. Estoy con el Gran Cambelán JA: en la últina intervención no le implataron silicona, sino un sensor; y en los labios, fibra óptica. Amén, hermano).
En fin, el caso es que aquí estoy, de vuelta al principio. Con mi esguince, con la pierna en alto (como el pobre papá, aunque lo suyo es por la gota... de vino, básicamente), y con un par de libros para aguantar la reclusión forzosa. La teúve, ni ponerla. Corro el riesgo de que me dé una embolia si vuelvo a escuchar una sola referencia más a La Dientes y su prometido. Y además, si vuelven a enseñar el interior de Esa Casa —decorado, probablemente, por Piranesi en pleno delirium tremens— se me desprende la retina. Y eso sí que no. Puedo estar coja, pero ciega... la verdad, ya me parece un poquitín excesivo. Incluso para mí.
Mañana más.
lunes, noviembre 03, 2003
Vómito Indómito
Todo el mundo habla de Ella. La Dientes. Pues qué quieres que te diga. A mí, la verdad, casi como que Ha Dejado De Interesarme. Con premolares y sin ellos. Yo, por ejemplo, hoy no quiero hablar de Ella. No, hoy no. Hoy hablaré de Vómitos. Aunque, la verdad, tampoco hay tanta diferencia, porque he llegado Ya a ese punto en el que todo lo que tiene que ver con El Enlace me provoca arcadas.
Ayer llamó C., una señora estupenda, para informame de que a mi ex marido, el marqués, le habían vomitado en el coche. Dentro. En la tapicería. ¿Quién? Yo no, desde luego. Yo puedo ser de ese tipo de Mujer Despechada que le prende fuego al coche de su ex fiancée (con él dentro), pero que no le vomita en la tapicería. Porque eso es Una Ordinariez. Y para ordinaria ya está Ella.
No. Fue Otra, alguien del sexo femenino —aunque Yo albergo Mis Reticencias—, un ser escapado de las cloacas de Toledo —lo que explica el estado de sus encías y también de su dentadura—, o sea, otro miembro de esa siniestra Corte de los Milagros que rodea a A. López & Co., la mamarracha morigerada. Bueno, pues al parecer, no contenta con decorar el asiento delantero del viejo, muuuuy viejo auto del marqués, que siempre ha sido de la cofradía del puño (o sea, un tanto cicatero, no adicto al fist-fucking), con un innovador gotelé biológico —aunque sospecho que no biodegradable—, le pidió que la llevase a casa... Supongo que con la intención de vomitar de nuevo en el trayecto que separa Toledo, Ciudad Imperial y cuna del Mamarrachismo Ilustrado, el damasquinado y la forja creativa (y los Co. al completo, claro: una pandilla de ninots indultados de una falla que, desafortunadamente, no sucumbió bajo las voraces llamas de la cremá...rica), de Fuencarral (pueblo, no calle... aunque tampoco en este caso observo demasiadas diferencias).
Y Yo me pregunto: ¿dónde se educaron todos ellos? ¿En un cotolengo? ¿Comían en un abrevadero? ¿Copulaban en los sanitarios? Ah, qué horror, pero qué estoy diciendo. Pues claro que sí. Su especialidad es el sexo en los WCs. En Uno concretamente. El de mi ex marido.
En fin, eso le pasa por mezclarse con el fango. Para que luego digan de la aristocracia...
Cuidado, Philipe, toma ejemplo. No invites JAMÁS a sus amigas del cotolengo o te potarán en la alfombra. Aunque no se lo reprocho; esa decoración induce al vómito más indómito a cualquiera. Ante el retrato de mamá, a ser posible... Mmmmmmm, otra curiosa coincidencia, by the way —Yo Sé Lo Que Me Digo, darling.
Mañana más.
Ayer llamó C., una señora estupenda, para informame de que a mi ex marido, el marqués, le habían vomitado en el coche. Dentro. En la tapicería. ¿Quién? Yo no, desde luego. Yo puedo ser de ese tipo de Mujer Despechada que le prende fuego al coche de su ex fiancée (con él dentro), pero que no le vomita en la tapicería. Porque eso es Una Ordinariez. Y para ordinaria ya está Ella.
No. Fue Otra, alguien del sexo femenino —aunque Yo albergo Mis Reticencias—, un ser escapado de las cloacas de Toledo —lo que explica el estado de sus encías y también de su dentadura—, o sea, otro miembro de esa siniestra Corte de los Milagros que rodea a A. López & Co., la mamarracha morigerada. Bueno, pues al parecer, no contenta con decorar el asiento delantero del viejo, muuuuy viejo auto del marqués, que siempre ha sido de la cofradía del puño (o sea, un tanto cicatero, no adicto al fist-fucking), con un innovador gotelé biológico —aunque sospecho que no biodegradable—, le pidió que la llevase a casa... Supongo que con la intención de vomitar de nuevo en el trayecto que separa Toledo, Ciudad Imperial y cuna del Mamarrachismo Ilustrado, el damasquinado y la forja creativa (y los Co. al completo, claro: una pandilla de ninots indultados de una falla que, desafortunadamente, no sucumbió bajo las voraces llamas de la cremá...rica), de Fuencarral (pueblo, no calle... aunque tampoco en este caso observo demasiadas diferencias).
Y Yo me pregunto: ¿dónde se educaron todos ellos? ¿En un cotolengo? ¿Comían en un abrevadero? ¿Copulaban en los sanitarios? Ah, qué horror, pero qué estoy diciendo. Pues claro que sí. Su especialidad es el sexo en los WCs. En Uno concretamente. El de mi ex marido.
En fin, eso le pasa por mezclarse con el fango. Para que luego digan de la aristocracia...
Cuidado, Philipe, toma ejemplo. No invites JAMÁS a sus amigas del cotolengo o te potarán en la alfombra. Aunque no se lo reprocho; esa decoración induce al vómito más indómito a cualquiera. Ante el retrato de mamá, a ser posible... Mmmmmmm, otra curiosa coincidencia, by the way —Yo Sé Lo Que Me Digo, darling.
Mañana más.
domingo, noviembre 02, 2003
La Mujer del Diente
"Qué caro estamos pagando las paperas que tuvimos cuando impartieron el módulo Fellatio y Campanilla, ecuación de éxito. Casi no he podido dormir".
Pues sí. Son palabras del Gran Chambelán JA. En realidad, no son palabras. Son el Oráculo. Son La Verdad Suprema. Son La Revelación.
Hoy hablaré de ella. De la futura SAR de España. De Leti Dentada. La Reina Leti. La Leti Queen. Queenie Leti Dentada.
Ella. Escalofriante Realidad.
Yo soy una de Esas Mujeres que tienen un Pasado. Lo dije el viernes y hoy lo repito. Y en mi pasado está Ella. La Mujer del Diente.
Cuando la conocí, claro, nadie podía imaginarse que iba a llegar a ser Reina de las Españas. Una especie de Paca Rico en versión Siglo XXI. Aunque ya entonces era Esclava de la Mecha. Claro, viviendo en Moratalaz y teniendo que pagar Un Capital para pagarse la matrícula —ella fue una de las Pioneras en poner a caldo a Esa Gran Dama de la Cultura llamada Gustavito Pillapalos por la Subida de las Tasas—, todo el dinero se le iba en peluquería y twin-sets de lana (con mucha pelotilla), así que no tenía para arreglar su problema: el diente. O más concretamente, la ausencia de diente. El primer molar del lado derecho. ¿O era el izquierdo? Da igual. Allí estaba, palmaria: La Mella Capital.
Leti Dentada, que se presentó a delegada de curso (porque ella era así, ese tipo de Mujer que quiere ser Delegada de su Clase), estudiaba por entonces La Carrera (Periodismo, no Prostitución... Aunque, bueno, en el fondo tampoco hay tanta diferencia: hay que tener una gran garganta y muuuuuchas tragaderas para llegar a algo en esa Casa de Putas llamada Periodismo... y TVE, ¿verdad, querida?). Pero Ya entonces Ella Aspiraba a llegar Muy Alto.
Tal vez por eso, cuando se enteró de que mi amiga M. era hija de la directora de una conocida revista femenina súper Cosmo-pausa-Polita, se pegó a ella como liendre a vaso capilar. Porque ella era así, súper sincera en sus afectos. Tan sincera que, si sabía que tú eras amigo de M., te perseguía, literalmente, por los pasillos para que se la presentases y luego, como ella era así, sincera, sí, pero un poco olvidadiza, pues luego If I see you, I don't remember you at all, dear. Claro. Súper. La más. Y sin diente. Mellada Viva. Pero con mucha mecha. Porque ella siempre, siempre, siempre presumió mucho de pelo. "Soy rubia natural" era una de sus divisas. Sí, bonita, tú eres rubia natural... Y Yo, María de Rumanía.
En fin, el caso es que, como soy Una Mujer que Tengo Un Corazón que no me cabe en el Pecho (y eso que Dios fue generoso conmigo en este y otros negociados), en el tercer curso de esa gymkana intelectual llamada Periodismo propuse hacer una colecta entre toda la clase para comprarle un diente. Porque, además, ella era de Ese Tipo de Mujer que se ríe con la boca Muy Abierta. Y claro, cuando le veía la encía desnuda, a mí me daba la erisipela. Porque Yo soy Súper Fan del Mundo Diente. Todos, a ser posible.
Bueno, pues propuse La Idea y cuál no sería mi sorpresa al comprobar que nadie estaba dispuesto a rascarse el bolsillo por Ella, conocida entre sus compañeros con el apodo de Leticia-La-Ficticia (hoy, Leti Dentada). Todos la odiaban a la pobre, que no le había hecho mal a nadie, que no se movía de su cloaca si no era para pegarte una Puñalada Trapera —porque Ella, Ya por entonces, era Muy de dar puñaladas a traición con una sonrisa tipo teclado de un Steinway o, mejor, de un clavicordio muy, muy baqueteado (sí, además de un implante odontológico, Leti Dentada echó la casa por la ventana cuando empezó a trabajar en CNN+ y se sometió a un rabioso blanqueado dental tipo Cal Viva)—, ella que no Ganó las Elecciones para Delegada, ella, que era Todo Corazón... Y Cabeza. Todos y cada uno de sus compañeros La Odiaban. De Ficticia pasó a ser conocida, simple y llanamente, como La Arpía. Pobre. Incomprendida, seguramente.
Luego (afortunadamente) la perdí de vista. Se fue a México a hacer un máster. Jajajajajajaja. Y lo siguiente que supe de ella es que estaba en CNN+, donde sus compañeros de plató (y de piso) la tenían por:
a) Una Perra Fría y Sin Corazón.
b) Una mujer casquivana... con la que más valía no enfrentarse.
c) Un monstruo con más caras que una Hidra.
Y la volví a peder de vista. Porque yo, en cuanto la vi en pantalla con Todos Los Dientes (algunos de ellos, evidentemente, un tanto artificiales), perdí todo interés en ella. Eso sí: el acento de Morataz —porque ella era muy de Moratalaz, pero muy, muy (Oviedo, Oviedo, jajajajajaja)— se había esfumado como por encanto. En su lugar, Leti Dentada había adquirido una pátina algo más satinada, una Adicción al Maquillaje Base ciertamente preocupante (y yo diría que hasta Letal), y una S líquida bastante impostada que, como todo en ella, se ha ido puliendo con tiempo (todo, sí, incluido el paladar, ¿verdad, bonita?).
Bueno, pues lo siguiente que supe de ella fue que Freddy Urdaci, que como todo el mundo sabe es todo, pero todo Corazón, la cogió de la mano, la tomó bajo su protección —porque Ella es ese tipo de Mujer Indefensa que reacciona muy, pero que muy bien al tratamiento Sugar Daddie—, la metió con calzador en TVE y, a los cinco minutos —¡sorpresa!— estaba presentando el Telediario al grito de: "¡Que echen a esa perra!" (esa perra era Anita Blanco, que cuando llegó de vacaciones le dijo: "Leti-tesoro-corazón-vida, ¿ves esa puerta? Pues ciérrala... por fuera").
Pero Papá Urdaci no iba permitir que la pobre e indefensa Leti Dentada se quedase "perdida / hasta el fango he rodado / después que destrozaron / mi virtud y mi honor", y volvió a emplear el calzador para que cubriese (¿en sentido literal?) ¡las elecciones made in USA! Chúpate esa, Teresa.
Y lo siguiente que sé de mi Leti Dentada es que, tras un divorcio que está narrado paso-a-paso en la novela de su ex marido (una novela execrable, todo sea dicho), ¡¡¡¡¡¡va a ser algo más que reina: va a ser emperadora!!!!!! O sea, una Cenicienta contemporánea. La sucesora de Ladidí en nuestros corazones y nuestras teúves. La versión ad hoc de Eugenia de Montijo y María de las Mercedes, pero en un solo kit, el kit pashmina. ¡Y con todos sus dientes!
Y Yo me pregunto: ¿se los quitará para algo? Mmmmmm, seguro que sí.
Y esto me lleva de nuevo a esas sabias palabras del Gran Chambelán JA: "Qué caro estamos pagando las paperas que tuvimos cuando impartieron el módulo Fellatio y Campanilla, ecuación de éxito."
Amén, hermano.
Mañana más.
[En un aparte os diré que maman, Reina en el exilio, súper monárquica de Toda la Vida, se plantea muy severamente la posibilidad de hecerse Republicana. O sea, la realidad supera al porno siempre, siempre, siempre. Es más: la realidad es porno, pero hardcore.]
Pues sí. Son palabras del Gran Chambelán JA. En realidad, no son palabras. Son el Oráculo. Son La Verdad Suprema. Son La Revelación.
Hoy hablaré de ella. De la futura SAR de España. De Leti Dentada. La Reina Leti. La Leti Queen. Queenie Leti Dentada.
Ella. Escalofriante Realidad.
Yo soy una de Esas Mujeres que tienen un Pasado. Lo dije el viernes y hoy lo repito. Y en mi pasado está Ella. La Mujer del Diente.
Cuando la conocí, claro, nadie podía imaginarse que iba a llegar a ser Reina de las Españas. Una especie de Paca Rico en versión Siglo XXI. Aunque ya entonces era Esclava de la Mecha. Claro, viviendo en Moratalaz y teniendo que pagar Un Capital para pagarse la matrícula —ella fue una de las Pioneras en poner a caldo a Esa Gran Dama de la Cultura llamada Gustavito Pillapalos por la Subida de las Tasas—, todo el dinero se le iba en peluquería y twin-sets de lana (con mucha pelotilla), así que no tenía para arreglar su problema: el diente. O más concretamente, la ausencia de diente. El primer molar del lado derecho. ¿O era el izquierdo? Da igual. Allí estaba, palmaria: La Mella Capital.
Leti Dentada, que se presentó a delegada de curso (porque ella era así, ese tipo de Mujer que quiere ser Delegada de su Clase), estudiaba por entonces La Carrera (Periodismo, no Prostitución... Aunque, bueno, en el fondo tampoco hay tanta diferencia: hay que tener una gran garganta y muuuuuchas tragaderas para llegar a algo en esa Casa de Putas llamada Periodismo... y TVE, ¿verdad, querida?). Pero Ya entonces Ella Aspiraba a llegar Muy Alto.
Tal vez por eso, cuando se enteró de que mi amiga M. era hija de la directora de una conocida revista femenina súper Cosmo-pausa-Polita, se pegó a ella como liendre a vaso capilar. Porque ella era así, súper sincera en sus afectos. Tan sincera que, si sabía que tú eras amigo de M., te perseguía, literalmente, por los pasillos para que se la presentases y luego, como ella era así, sincera, sí, pero un poco olvidadiza, pues luego If I see you, I don't remember you at all, dear. Claro. Súper. La más. Y sin diente. Mellada Viva. Pero con mucha mecha. Porque ella siempre, siempre, siempre presumió mucho de pelo. "Soy rubia natural" era una de sus divisas. Sí, bonita, tú eres rubia natural... Y Yo, María de Rumanía.
En fin, el caso es que, como soy Una Mujer que Tengo Un Corazón que no me cabe en el Pecho (y eso que Dios fue generoso conmigo en este y otros negociados), en el tercer curso de esa gymkana intelectual llamada Periodismo propuse hacer una colecta entre toda la clase para comprarle un diente. Porque, además, ella era de Ese Tipo de Mujer que se ríe con la boca Muy Abierta. Y claro, cuando le veía la encía desnuda, a mí me daba la erisipela. Porque Yo soy Súper Fan del Mundo Diente. Todos, a ser posible.
Bueno, pues propuse La Idea y cuál no sería mi sorpresa al comprobar que nadie estaba dispuesto a rascarse el bolsillo por Ella, conocida entre sus compañeros con el apodo de Leticia-La-Ficticia (hoy, Leti Dentada). Todos la odiaban a la pobre, que no le había hecho mal a nadie, que no se movía de su cloaca si no era para pegarte una Puñalada Trapera —porque Ella, Ya por entonces, era Muy de dar puñaladas a traición con una sonrisa tipo teclado de un Steinway o, mejor, de un clavicordio muy, muy baqueteado (sí, además de un implante odontológico, Leti Dentada echó la casa por la ventana cuando empezó a trabajar en CNN+ y se sometió a un rabioso blanqueado dental tipo Cal Viva)—, ella que no Ganó las Elecciones para Delegada, ella, que era Todo Corazón... Y Cabeza. Todos y cada uno de sus compañeros La Odiaban. De Ficticia pasó a ser conocida, simple y llanamente, como La Arpía. Pobre. Incomprendida, seguramente.
Luego (afortunadamente) la perdí de vista. Se fue a México a hacer un máster. Jajajajajajaja. Y lo siguiente que supe de ella es que estaba en CNN+, donde sus compañeros de plató (y de piso) la tenían por:
a) Una Perra Fría y Sin Corazón.
b) Una mujer casquivana... con la que más valía no enfrentarse.
c) Un monstruo con más caras que una Hidra.
Y la volví a peder de vista. Porque yo, en cuanto la vi en pantalla con Todos Los Dientes (algunos de ellos, evidentemente, un tanto artificiales), perdí todo interés en ella. Eso sí: el acento de Morataz —porque ella era muy de Moratalaz, pero muy, muy (Oviedo, Oviedo, jajajajajaja)— se había esfumado como por encanto. En su lugar, Leti Dentada había adquirido una pátina algo más satinada, una Adicción al Maquillaje Base ciertamente preocupante (y yo diría que hasta Letal), y una S líquida bastante impostada que, como todo en ella, se ha ido puliendo con tiempo (todo, sí, incluido el paladar, ¿verdad, bonita?).
Bueno, pues lo siguiente que supe de ella fue que Freddy Urdaci, que como todo el mundo sabe es todo, pero todo Corazón, la cogió de la mano, la tomó bajo su protección —porque Ella es ese tipo de Mujer Indefensa que reacciona muy, pero que muy bien al tratamiento Sugar Daddie—, la metió con calzador en TVE y, a los cinco minutos —¡sorpresa!— estaba presentando el Telediario al grito de: "¡Que echen a esa perra!" (esa perra era Anita Blanco, que cuando llegó de vacaciones le dijo: "Leti-tesoro-corazón-vida, ¿ves esa puerta? Pues ciérrala... por fuera").
Pero Papá Urdaci no iba permitir que la pobre e indefensa Leti Dentada se quedase "perdida / hasta el fango he rodado / después que destrozaron / mi virtud y mi honor", y volvió a emplear el calzador para que cubriese (¿en sentido literal?) ¡las elecciones made in USA! Chúpate esa, Teresa.
Y lo siguiente que sé de mi Leti Dentada es que, tras un divorcio que está narrado paso-a-paso en la novela de su ex marido (una novela execrable, todo sea dicho), ¡¡¡¡¡¡va a ser algo más que reina: va a ser emperadora!!!!!! O sea, una Cenicienta contemporánea. La sucesora de Ladidí en nuestros corazones y nuestras teúves. La versión ad hoc de Eugenia de Montijo y María de las Mercedes, pero en un solo kit, el kit pashmina. ¡Y con todos sus dientes!
Y Yo me pregunto: ¿se los quitará para algo? Mmmmmm, seguro que sí.
Y esto me lleva de nuevo a esas sabias palabras del Gran Chambelán JA: "Qué caro estamos pagando las paperas que tuvimos cuando impartieron el módulo Fellatio y Campanilla, ecuación de éxito."
Amén, hermano.
Mañana más.
[En un aparte os diré que maman, Reina en el exilio, súper monárquica de Toda la Vida, se plantea muy severamente la posibilidad de hecerse Republicana. O sea, la realidad supera al porno siempre, siempre, siempre. Es más: la realidad es porno, pero hardcore.]