viernes, julio 30, 2004
A favor de la fábula (¡Viva la aliteración!)
“Chernopol tejía un fondo para nuestro mito”.
Gregor von Rezzori, Un armiño en Chernopol.
En efecto, los habitantes de la Gran Ciudad no pueden imaginarse el sorprendente filón de mitos que son las Ciudades Pequeñas y Funerarias, cuanto más funerarias, mejor. No hay nada como el polvo y el aburrimiento para engendrar mixtificaciones. Yo soy súper partidaria de la mixtificación. Dios es un guionista demasiado dado al folletín, o peor aún, a la mala televisión, de manera que hay ocasiones en las que es mejor enmendarle la plana un poquito.
No es que abogue descaradamente por la locura –aunque tampoco me atrevería a criticar la demencia como actitud vital; hay días en los que incluso Yo misma me internaría unos días en una maison de santé, sobre todo cuando la realidad pasa sobre ti como un cortacésped–, pero tampoco es que me arroje en brazos de la realidad pura y dura. A mí, lo único que me gusta con el máximo de pureza y de dureza son, a saber: a) las drogas, y b) los chulos. El resto, cuanto más adulterado, mejor.
En fin, el caso es que cada día que pasa estoy más y más enganchada con el señor Rezzori. Divino, de verdad. Lo recomiendo vivamente.
Mañana más.
Gregor von Rezzori, Un armiño en Chernopol.
En efecto, los habitantes de la Gran Ciudad no pueden imaginarse el sorprendente filón de mitos que son las Ciudades Pequeñas y Funerarias, cuanto más funerarias, mejor. No hay nada como el polvo y el aburrimiento para engendrar mixtificaciones. Yo soy súper partidaria de la mixtificación. Dios es un guionista demasiado dado al folletín, o peor aún, a la mala televisión, de manera que hay ocasiones en las que es mejor enmendarle la plana un poquito.
No es que abogue descaradamente por la locura –aunque tampoco me atrevería a criticar la demencia como actitud vital; hay días en los que incluso Yo misma me internaría unos días en una maison de santé, sobre todo cuando la realidad pasa sobre ti como un cortacésped–, pero tampoco es que me arroje en brazos de la realidad pura y dura. A mí, lo único que me gusta con el máximo de pureza y de dureza son, a saber: a) las drogas, y b) los chulos. El resto, cuanto más adulterado, mejor.
En fin, el caso es que cada día que pasa estoy más y más enganchada con el señor Rezzori. Divino, de verdad. Lo recomiendo vivamente.
Mañana más.
jueves, julio 29, 2004
Delovely
“Cada momento de aburrimiento es una espada / de hara-kiri para ti” escribió Cole Porter hace unos cuantos años. Pues sí, cada momento de aburrimiento es como un hara-kiri ritual, como el suicidio de esa loca de fuste (Mishima, mon amour), lo peor, el pecado más abyecto (según esa otra gran loca de fuste, Cecil Beaton). No al taedium vitae. Sobre todo cuando hay tantas y tantas cosas que hacer…
Este week-end el Gran Chambelán JA viene a la Gran Ciudad para recoger a una pareja de amigos parisinos que pasarán un mes en un pueblo de Granada (hay gustos para todo, aunque confieso que el Mundo Rural no me dice nada; bueno, sí que me dice, me dice que hay que poner pies en polvo-rosa: cuanto más lejos, mejor). Abogo por un reencuentro entre los dos chambelanes, JA y R., para intercambiar confidencias y pareceres sobre temas apasionantes, a saber: mujeres-trapecio, neuróticas del amoníaco, la España Profunda versus la España Superficial... Además, la Hilarantísima & Sapientísima R. también se queda en la Gran Ciudad, de manera que podemos organizar una soirée vespertina. Nada lujoso. Sólo unas copas y la gente apropiada. Porque nos merecemos la excelencia, darling.
Mi ex-marido, el Mozart de los ex maridos, con quien almuerzo hoy, también está aquí. ¿Acaso otro concierto en una iglesia o el patio de armas de un castillo, en compañía de la divina C., señora estupenda donde las haya? Tal vez… Y, por supuesto, hay que contar con el factor IPVT (ImPreVisTo), un factor delicioso que el azar pone siempre en mi camino. Deo gratias.
Y el señor von Rezzori, claro, que tanto y tanto puede aportar al week-end. “El armiño muere cuando su piel se ensucia”. La cita no es del señor Rezzori, sino de Didimo de Antioquia, pero bien vale para mí. Aunque mi piel, últimamente, luce perfecta.
En fin, planes, planes, planes, entre los que incluyo un dry-martini revitalizante y revigorizante (en mi caso, siempre hay tiempo para un cóctel)… Definitivamente: no al aburrimiento.
Mañana más.
Este week-end el Gran Chambelán JA viene a la Gran Ciudad para recoger a una pareja de amigos parisinos que pasarán un mes en un pueblo de Granada (hay gustos para todo, aunque confieso que el Mundo Rural no me dice nada; bueno, sí que me dice, me dice que hay que poner pies en polvo-rosa: cuanto más lejos, mejor). Abogo por un reencuentro entre los dos chambelanes, JA y R., para intercambiar confidencias y pareceres sobre temas apasionantes, a saber: mujeres-trapecio, neuróticas del amoníaco, la España Profunda versus la España Superficial... Además, la Hilarantísima & Sapientísima R. también se queda en la Gran Ciudad, de manera que podemos organizar una soirée vespertina. Nada lujoso. Sólo unas copas y la gente apropiada. Porque nos merecemos la excelencia, darling.
Mi ex-marido, el Mozart de los ex maridos, con quien almuerzo hoy, también está aquí. ¿Acaso otro concierto en una iglesia o el patio de armas de un castillo, en compañía de la divina C., señora estupenda donde las haya? Tal vez… Y, por supuesto, hay que contar con el factor IPVT (ImPreVisTo), un factor delicioso que el azar pone siempre en mi camino. Deo gratias.
Y el señor von Rezzori, claro, que tanto y tanto puede aportar al week-end. “El armiño muere cuando su piel se ensucia”. La cita no es del señor Rezzori, sino de Didimo de Antioquia, pero bien vale para mí. Aunque mi piel, últimamente, luce perfecta.
En fin, planes, planes, planes, entre los que incluyo un dry-martini revitalizante y revigorizante (en mi caso, siempre hay tiempo para un cóctel)… Definitivamente: no al aburrimiento.
Mañana más.
miércoles, julio 28, 2004
Ute Semper
Per semper Ute. Pues sí. A pesar de la opinión de A.S., el hombre austral, Yo sigo siendo súper fan de Ute, a pesar del overdose de ondulaciones serpentinas de brazos y de su (esquemática) presencia sobre el escenario. Pero la voz, áspera, metálica, llena de matices, de la señorita Lemper está por encima de cualquier tipo de comparación posible, aunque tengo que confesar que hubo un momento en que me acordé de la cita de Addison DeWitt: “Una trompeta llena de música y de fuego”. Si Bette Davis hubiese cantado alguna vez –lo hizo, pero es mejor olvidarlo; sé por experiencia lo misericordiosa que puede llegar a ser la amnesia–, seguro que lo hubiese hecho como la señorita Lemper. Y eso que no fui al concierto con el mejor estado de ánimo…
A medio día, descubrí un maravilloso, e inusualmente barato, restaurante de comida cantonesa gracias al Infante F., que mantiene excelentes conexiones con la mafia china. Bonne Maman salió encantada. Y BM tiene un paladar que no es fácil satisfacer, también lo sé por experiencia. Desde aquí recomiendo vivamente el estofado de ternera con salsa de lirios y hongos. Exquisito. Huy, pero si no he dado la dirección… Qué tonta. Qué tonta y qué egoísta.
Después, montada a horcajadas en mi escoba, me dirigí al rodaje de la nueva película de Chus Gutiérrez, El calentito, otra revisión (mitificada) de los 80, década infame donde las haya, y la (supuesta) movida que bla, bla, bla. Estoy de la maldita nostalgia hasta el último pelo: los 80 fueron una década execrable. ¿O qué otro adjetivo se puede emplear para una década capaz de crear aberraciones como Los Secretos o Nacha Pop o Mecano o los espantosos Olé-Olé? Ah, sí, claro, también estaban Derribos Arias y Aviador Dro y Parálisis Permanente y bla, bla, bla.
Seamos sinceros: ¿qué grandes aportaciones al Arte Contemporáneo surgieron de la dichosa movida (término que se empleaba, básicamente, para designar la búsqueda desesperada de camellos en barrios residenciales como Usera o San Blas)? ¿Ouka Lele? ¿Albeto García Alix? ¿Ceesepe? ¿El Hortelano? ¿Javier de Juan? ¿Almodóvar? ¿Alaska? Jajajajajajaja. ¿McNamara? Bueno, McNamara sí. McNamara es una aportación fundamental para la Nueva Escuela Filosófica del Nihilismo. En fin, paso total del rollo nostalgia, los 80 son nuestros, etcétera. Para mí, los 80 están muertos y bien muertos. Ana Diosdado, querida, quédate en tu féretro.
En fin, el caso es que la presentación del rodaje fue sencillamente un disparate. Tras hacer esperar a una patulea de facinerosos (=periodistas) en la calle, metieron a la plebe de la pluma (más periodistas, aunque quien quiera entender maricas también puede hacerlo: ya sabes, rasca detrás de un periodista…) en una bodega llena de humedades y cucarachas –bastante más cultas que la mayoría de los periodistas allí presentes– y entonces bajó ella, Chus, vestida de negro y dio un discurso bastante absurdo sobre la energía, los objetivos y lo bonito que era todo en aquella época dorada. Ah, sí, la jeunesse dorée. O sea, el mismo discurso senequista de siempre, pero vestido de hippie.
Gracias a Dios, la Hilarantísima y Sapientísima R. y Yo pudimos escapar justo a tiempo de inaugurar la velada en Del Diego ante un par de dry-martinis. Al fin un oasis de civilización en medio de las dunas. Rápidamente se unieron Dame C. y la Sibila Nereida. O sea, una velada perfecta. Encantora. Delovely. Sí, en aquella mesa sólo faltaba Cole Porter. Pero Cole, a estas alturas, debe estar de lo más desmejorado, así que casi mejor que no.
Al cabo de una hora, tras apurarme mi tercer dry prácticamente de un trago –y, de paso, el whisky sour de la Sibila Nereida– me monté en un taxi, rumbo al concierto de la divina Ute.
–Corra, por lo que más quiera, corra. ¿En rojo? Bueno, el color es más bien una cuestión de apreciación, ¿no le parece?
El caso es que conseguí transmitir parte de mi entusiasmo (bonito eufemismo para impuntualidad) al taxista, ya que en el trayecto de Del Diego al Cuartel del Conde Duque atropelló a un simpático inmigrante de color (de color negro) que surgió de la nada, cargado con una manta repleta de compactos ilegales. El sueño de cualquier mujer hecho realidad y el taxista rompe el encanto –Yo ya me predisponía a hacerle el boca a boca– con una imprecación levemente racista: “Negro, lávate la cara”. No me bajé del taxi porque carezco de conciencia social, que si no…
En fin, el caso es que llegué sana y salva a las puertas del Conde Dux, donde me esperaban el Chambelán R. , el angélico A. y A.S., el hombre austral. Un concierto magnífico, al que habría que poner un único pero como ese broche (de bisutería muy, muy barata) con el que la Lemper acabó su actuación. Chica, si el 11-S te inspiró semejante monstruosidad musical, habrá que ir pensando en ponerle un pleito a Osama Bin Laden. Reconozco que la performance de las Twin Towers fue espectacular y de una belleza un tanto descarnada, pero si va a tener semejantes consecuencias artísticas, casi mejor que no hubiese sucedido.
Pero bueno, nadie es perfecto –ni siquiera Yo misma: si pudiese me haría un injerto de manos y pies (le arrancaría los pies a la Chambelana M. La Morena y me los pondría Yo en su lugar)–, de modo que sigo siendo súper fan de la Lemper. Por siempre Ute. Ute Semper.
Vaya que sí.
Mañana más.
A medio día, descubrí un maravilloso, e inusualmente barato, restaurante de comida cantonesa gracias al Infante F., que mantiene excelentes conexiones con la mafia china. Bonne Maman salió encantada. Y BM tiene un paladar que no es fácil satisfacer, también lo sé por experiencia. Desde aquí recomiendo vivamente el estofado de ternera con salsa de lirios y hongos. Exquisito. Huy, pero si no he dado la dirección… Qué tonta. Qué tonta y qué egoísta.
Después, montada a horcajadas en mi escoba, me dirigí al rodaje de la nueva película de Chus Gutiérrez, El calentito, otra revisión (mitificada) de los 80, década infame donde las haya, y la (supuesta) movida que bla, bla, bla. Estoy de la maldita nostalgia hasta el último pelo: los 80 fueron una década execrable. ¿O qué otro adjetivo se puede emplear para una década capaz de crear aberraciones como Los Secretos o Nacha Pop o Mecano o los espantosos Olé-Olé? Ah, sí, claro, también estaban Derribos Arias y Aviador Dro y Parálisis Permanente y bla, bla, bla.
Seamos sinceros: ¿qué grandes aportaciones al Arte Contemporáneo surgieron de la dichosa movida (término que se empleaba, básicamente, para designar la búsqueda desesperada de camellos en barrios residenciales como Usera o San Blas)? ¿Ouka Lele? ¿Albeto García Alix? ¿Ceesepe? ¿El Hortelano? ¿Javier de Juan? ¿Almodóvar? ¿Alaska? Jajajajajajaja. ¿McNamara? Bueno, McNamara sí. McNamara es una aportación fundamental para la Nueva Escuela Filosófica del Nihilismo. En fin, paso total del rollo nostalgia, los 80 son nuestros, etcétera. Para mí, los 80 están muertos y bien muertos. Ana Diosdado, querida, quédate en tu féretro.
En fin, el caso es que la presentación del rodaje fue sencillamente un disparate. Tras hacer esperar a una patulea de facinerosos (=periodistas) en la calle, metieron a la plebe de la pluma (más periodistas, aunque quien quiera entender maricas también puede hacerlo: ya sabes, rasca detrás de un periodista…) en una bodega llena de humedades y cucarachas –bastante más cultas que la mayoría de los periodistas allí presentes– y entonces bajó ella, Chus, vestida de negro y dio un discurso bastante absurdo sobre la energía, los objetivos y lo bonito que era todo en aquella época dorada. Ah, sí, la jeunesse dorée. O sea, el mismo discurso senequista de siempre, pero vestido de hippie.
Gracias a Dios, la Hilarantísima y Sapientísima R. y Yo pudimos escapar justo a tiempo de inaugurar la velada en Del Diego ante un par de dry-martinis. Al fin un oasis de civilización en medio de las dunas. Rápidamente se unieron Dame C. y la Sibila Nereida. O sea, una velada perfecta. Encantora. Delovely. Sí, en aquella mesa sólo faltaba Cole Porter. Pero Cole, a estas alturas, debe estar de lo más desmejorado, así que casi mejor que no.
Al cabo de una hora, tras apurarme mi tercer dry prácticamente de un trago –y, de paso, el whisky sour de la Sibila Nereida– me monté en un taxi, rumbo al concierto de la divina Ute.
–Corra, por lo que más quiera, corra. ¿En rojo? Bueno, el color es más bien una cuestión de apreciación, ¿no le parece?
El caso es que conseguí transmitir parte de mi entusiasmo (bonito eufemismo para impuntualidad) al taxista, ya que en el trayecto de Del Diego al Cuartel del Conde Duque atropelló a un simpático inmigrante de color (de color negro) que surgió de la nada, cargado con una manta repleta de compactos ilegales. El sueño de cualquier mujer hecho realidad y el taxista rompe el encanto –Yo ya me predisponía a hacerle el boca a boca– con una imprecación levemente racista: “Negro, lávate la cara”. No me bajé del taxi porque carezco de conciencia social, que si no…
En fin, el caso es que llegué sana y salva a las puertas del Conde Dux, donde me esperaban el Chambelán R. , el angélico A. y A.S., el hombre austral. Un concierto magnífico, al que habría que poner un único pero como ese broche (de bisutería muy, muy barata) con el que la Lemper acabó su actuación. Chica, si el 11-S te inspiró semejante monstruosidad musical, habrá que ir pensando en ponerle un pleito a Osama Bin Laden. Reconozco que la performance de las Twin Towers fue espectacular y de una belleza un tanto descarnada, pero si va a tener semejantes consecuencias artísticas, casi mejor que no hubiese sucedido.
Pero bueno, nadie es perfecto –ni siquiera Yo misma: si pudiese me haría un injerto de manos y pies (le arrancaría los pies a la Chambelana M. La Morena y me los pondría Yo en su lugar)–, de modo que sigo siendo súper fan de la Lemper. Por siempre Ute. Ute Semper.
Vaya que sí.
Mañana más.
martes, julio 27, 2004
Armiños en la costa
¿Le molestaría si le pregunto si sabe usted que la palabra “persona” procede en su origen de la careta del actor?
Un armiño en Chernopol, Gregor von Rezzori
Pues claro que no, querido Nastase. El caso es que la palabra persona procede, en realidad, de una cloaca. Pero no seré Yo quien quiera sacarle de su error… En fin, el caso es que ayer tuve que montarme a horcajadas sobre mi escoba y no pude contar nada de mis tropic holidays, que han sido de lo más relajadas. Puro spa, pero sin necesidad de poner mi pezuñita sobre uno de esos balnearios es-pan-to-sos para cuya existencia sólo encuentro una explicación plausible: ser escenario de una novela policíaca.
Bueno, pues el caso es que el lunes, tras un fin de semana súper abstemio (perrier con un gajo de limón y un concierto de música barroca en una iglesia herreriana, chúpate esa, Teresa), cogí por los pelos (cardados y ya, ay, levemente canosos) el tren a la Ciudad Funeraria, donde me esperaban MQF (Mis Queridos Fósiles). La cena, exquisita, estuvo regada con abundantes dosis de malevolencia. Bonne Maman está en racha…
El martes, una jornada intensivísima de sol en el Club de Campo, donde se reúne la (cebo)jet de la CF. Santo Cielo, lo que desfigura la muerte. Y los kilos. Y las varices. Y las mechas. Y… En fin, el caso es que por la noche cené con P. Glamour y la chambelana M. La Rubia, y pudimos ponernos al día de tantos y tantos meses en blanch (Jaime, qué gran actor; jajajaja).
En fin, el caso es que a mediados de semana el Gran Chambelán JA y Yo nos reunimos al pie de la Alambra, cual Boabdil y Fátima, su madre-arpía, especialista en venenos y bisutería. Huyendo de la quema, JA y Yo nos fuimos a la Tropic Coast, en busca del bronceado total. Pero total-total. Luzco como la (afortunadamente) olvidada Brandy Quiñones, la única top-model con anorexia y celulitis, todo en un solo pack hipermétrope y levemente astigmático.
Al pie del Mediterráneo, el Gran Chambelán y Yo pudimos reunirnos –¡al fin!– con P. La Texana, mujer escurridiza donde las haya (lograr una cita con ella es casi tan difícil como quedar con el cerdo de George Clooney). Y claro, cuando tres cerebros privilegiados se reúnen en torno a una mesa, ¿de qué pueden hablar? De la muerte de Carmina… Y de hombres, claro. Hombres desnudos, a ser posible.
Lo cierto es que Carmina’s Death fue como un revulsivo. A ver quién va seguir el Ramadán con esa papeleta… Yo no, desde luego. O sea, para nada.
En fin, el caso es que ya todo fue un poco CUO (Como Una Ola) hasta la noche del sábado*, en que de nuevo al pie de la Alambra el Gran Chambelán JA y Yo pudimos comprobar que las maricas granadinas son legión y, también como legionarias, se conducen como una grey, en sentido nada metafórico.
Imaginad la escena: una discoteca de lo más alegre, celebrando la muerte de Carmina por todo lo alto… y lo bajo; lo más bajo, de hecho. Cuando Una Mujer Como Yo va al servicio y un simpático dealer marroquí le propone un Beso Negro es que ha llegado el momento de preocuparse por la imagen pública que ofrece. Aunque esta estampa tampoco tiene desperdicio: un simpático desconocido, obviamente bajo el efecto del alcohol y las drogas –nuevo homenaje a la difunta–, me sugiere una felación en block a él y a todos sus amigos, que están drogándose en un coche a plena luz del día tras una noche de farra (Fawcett Majors) de lo más disoluta. Me quedé de estuco, aunque no lo suficiente como para no replicar con muy mala baba:
–Querido, creo que te has confundido. Puedo ser generosa, pero desde luego no soy una ONG.
En fin, el caso es que al final me resistí a los cantos de sirena –aunque, claro, se trataba de sirenas a las que era, ciertamente, de lo más fácil resistirse– y me acosté sola, en mi casa, en mi cama, en mis aposentos, súper orgullosa de no levantarme con un delincuente al lado o una pandilla de yonkis, que siempre decoran tanto en un sarao en el barrio de Triana, pero no bajo un baldaquino.
El come-back a la Gran Ciudad fue bastante relajado: una leve resaca, una novela policíaca (El cuarto oscuro, de Louise Wells; bastante absurda, la verdad; aunque de lo más refrescante tras el alambicado estilo de esa marica recalcitrante llamada Frederic Prokosch, que podría haberse quedado en su casa, haciendo composiciones florales de miga de pan o tapices de petit point), y un maravilloso descubrimiento: el señor von Rezzori, que deja a Proust a la altura de una zapatilla rusa.
Y esta noche, la divina Ute Lemper. Diossss, tanta cultura tiene que ser mala. Menos mal que no parezco un ratón de biblioteca, sino, a juzgar por el número de proposiciones deshonestas que recibo en los últimos días, una Rata de Cloaca. Bendita sea la red de alcantarillado de la Gran Ciudad.
*[Fecha para la historia: cumpleaños del Gran Chambelán JA.]
UN PEQUEÑO APARTE:
Un simpático lector me ofrece la posibilidad de practicar la prostitución. UMCY (Una Mujer Como Yo) es que ni se lo plantea: lo practica. UMCY es que no debería ser gratuita, debería cobrar LMG (Lo Más Grande). UMCY ha nacido para ser puta. UMCY, que tiene un don, no debería ser cicatera con el mundo. Y no lo voy a ser. Qué coño.
Querido lector, desde aquí te lo digo. Estoy dispuesta. Súper ready, vamos: ready total. Porque Yo lo valgo. En sentido literal, claro.
Mañana más.
Un armiño en Chernopol, Gregor von Rezzori
Pues claro que no, querido Nastase. El caso es que la palabra persona procede, en realidad, de una cloaca. Pero no seré Yo quien quiera sacarle de su error… En fin, el caso es que ayer tuve que montarme a horcajadas sobre mi escoba y no pude contar nada de mis tropic holidays, que han sido de lo más relajadas. Puro spa, pero sin necesidad de poner mi pezuñita sobre uno de esos balnearios es-pan-to-sos para cuya existencia sólo encuentro una explicación plausible: ser escenario de una novela policíaca.
Bueno, pues el caso es que el lunes, tras un fin de semana súper abstemio (perrier con un gajo de limón y un concierto de música barroca en una iglesia herreriana, chúpate esa, Teresa), cogí por los pelos (cardados y ya, ay, levemente canosos) el tren a la Ciudad Funeraria, donde me esperaban MQF (Mis Queridos Fósiles). La cena, exquisita, estuvo regada con abundantes dosis de malevolencia. Bonne Maman está en racha…
El martes, una jornada intensivísima de sol en el Club de Campo, donde se reúne la (cebo)jet de la CF. Santo Cielo, lo que desfigura la muerte. Y los kilos. Y las varices. Y las mechas. Y… En fin, el caso es que por la noche cené con P. Glamour y la chambelana M. La Rubia, y pudimos ponernos al día de tantos y tantos meses en blanch (Jaime, qué gran actor; jajajaja).
En fin, el caso es que a mediados de semana el Gran Chambelán JA y Yo nos reunimos al pie de la Alambra, cual Boabdil y Fátima, su madre-arpía, especialista en venenos y bisutería. Huyendo de la quema, JA y Yo nos fuimos a la Tropic Coast, en busca del bronceado total. Pero total-total. Luzco como la (afortunadamente) olvidada Brandy Quiñones, la única top-model con anorexia y celulitis, todo en un solo pack hipermétrope y levemente astigmático.
Al pie del Mediterráneo, el Gran Chambelán y Yo pudimos reunirnos –¡al fin!– con P. La Texana, mujer escurridiza donde las haya (lograr una cita con ella es casi tan difícil como quedar con el cerdo de George Clooney). Y claro, cuando tres cerebros privilegiados se reúnen en torno a una mesa, ¿de qué pueden hablar? De la muerte de Carmina… Y de hombres, claro. Hombres desnudos, a ser posible.
Lo cierto es que Carmina’s Death fue como un revulsivo. A ver quién va seguir el Ramadán con esa papeleta… Yo no, desde luego. O sea, para nada.
En fin, el caso es que ya todo fue un poco CUO (Como Una Ola) hasta la noche del sábado*, en que de nuevo al pie de la Alambra el Gran Chambelán JA y Yo pudimos comprobar que las maricas granadinas son legión y, también como legionarias, se conducen como una grey, en sentido nada metafórico.
Imaginad la escena: una discoteca de lo más alegre, celebrando la muerte de Carmina por todo lo alto… y lo bajo; lo más bajo, de hecho. Cuando Una Mujer Como Yo va al servicio y un simpático dealer marroquí le propone un Beso Negro es que ha llegado el momento de preocuparse por la imagen pública que ofrece. Aunque esta estampa tampoco tiene desperdicio: un simpático desconocido, obviamente bajo el efecto del alcohol y las drogas –nuevo homenaje a la difunta–, me sugiere una felación en block a él y a todos sus amigos, que están drogándose en un coche a plena luz del día tras una noche de farra (Fawcett Majors) de lo más disoluta. Me quedé de estuco, aunque no lo suficiente como para no replicar con muy mala baba:
–Querido, creo que te has confundido. Puedo ser generosa, pero desde luego no soy una ONG.
En fin, el caso es que al final me resistí a los cantos de sirena –aunque, claro, se trataba de sirenas a las que era, ciertamente, de lo más fácil resistirse– y me acosté sola, en mi casa, en mi cama, en mis aposentos, súper orgullosa de no levantarme con un delincuente al lado o una pandilla de yonkis, que siempre decoran tanto en un sarao en el barrio de Triana, pero no bajo un baldaquino.
El come-back a la Gran Ciudad fue bastante relajado: una leve resaca, una novela policíaca (El cuarto oscuro, de Louise Wells; bastante absurda, la verdad; aunque de lo más refrescante tras el alambicado estilo de esa marica recalcitrante llamada Frederic Prokosch, que podría haberse quedado en su casa, haciendo composiciones florales de miga de pan o tapices de petit point), y un maravilloso descubrimiento: el señor von Rezzori, que deja a Proust a la altura de una zapatilla rusa.
Y esta noche, la divina Ute Lemper. Diossss, tanta cultura tiene que ser mala. Menos mal que no parezco un ratón de biblioteca, sino, a juzgar por el número de proposiciones deshonestas que recibo en los últimos días, una Rata de Cloaca. Bendita sea la red de alcantarillado de la Gran Ciudad.
*[Fecha para la historia: cumpleaños del Gran Chambelán JA.]
UN PEQUEÑO APARTE:
Un simpático lector me ofrece la posibilidad de practicar la prostitución. UMCY (Una Mujer Como Yo) es que ni se lo plantea: lo practica. UMCY es que no debería ser gratuita, debería cobrar LMG (Lo Más Grande). UMCY ha nacido para ser puta. UMCY, que tiene un don, no debería ser cicatera con el mundo. Y no lo voy a ser. Qué coño.
Querido lector, desde aquí te lo digo. Estoy dispuesta. Súper ready, vamos: ready total. Porque Yo lo valgo. En sentido literal, claro.
Mañana más.
lunes, julio 26, 2004
Coitus interruptus
Bueno, pues aquí estoy, regresada –y egresada, porque que salir, lo que se dice salir, lo estoy, pero LMG (Lo Más Grande); debe ser el calor...– y dispuesta a comentar con todo detalle mis tropic holidays, que –Dios lo sabe– tanta falta me hacían. La verdad es que no hay nada como una buena ración (cancerígena, de hecho) de sol para que Una luzca maravillosa. Divina. Súper divina. Sé que estas palabras, a estas alturas, pueden parecer un poco funéreas, pero…
Huy, me temo que no puedo seguir. Bonne Maman llega en veinte minutos y he de ejercer de Buena Hija…
Mañana más.
Huy, me temo que no puedo seguir. Bonne Maman llega en veinte minutos y he de ejercer de Buena Hija…
Mañana más.
jueves, julio 22, 2004
Intermezzo
Ah, queridos. Sí, I’m alive. Still alive. Estoy de vacaciones, no en Roma, pero casi. Delgada, bronceada (y broncínea), encantada de la vida y de nuevo en el mercado. Cumplí lo prometido: 15 días, 0 alcohol, 0 hombres. Pero Una Mujer Como Yo no puede pasarse la vida buscando la ataraxia por la abstinencia. No, no, no. En fin, os tengo que dejar. Me espera el mar…
Next week mucho más.
Next week mucho más.
jueves, julio 15, 2004
La vida: qué mala guionista es y cómo le gusta el melodrama
Me monto en el autobús y un demente (homeless, por añadidura) se arranca a cantar con una excelente voz de barítono: “La vida es un rollo… Un rollo… Un rollo notable… Un cooooooooñazo”. A su lado, una tinajera –con un collar de abalorios rosa chicle es-pan-to-so con el que, desafortunadamente, no muere estrangulada, a pesar de que pongo toda mi capacidad telequinésica en ello– se ríe al compás con una serie de hipidos histéricos. Ay, qué risa, tía Felisa (née Federica). Sí, sí, sí, bonita, qué hilarante todo.
El homeless, abrigado como si acabase de escapar de una choza de troncos en mitad de la tundra, sigue con su cantinela: “Un rollo notable… Un notable rollo”. Y la tinajera, que no cesa. Y ya llega un momento en que me dan ganas de acercarme a ella, agarrarle los abalorios y tirar de ellos hasta ponerla cianótica perdida.
Al final, me bajo del autobús y dejó allí al barítono lunático y a la mongo-adolescente con la sensación de que acabo de contemplar una escena patética, patética, patética. Ríete tu de Dostoiewski. Ríete tú de Zola. Ríete de Hoyos y Vinent (que también pasó por su fase tremendista, y es que del decadentismo a la decadencia sólo hay un paso). Ríete.
Pues no. No te rías. Lo peor viene después. Te bajas del autobús con el alma en un ay, con el corazón en un puño, con el ánimo hecho un gurruñito, hecha unos zorros, vamos, ¿y con quién te encuentras? Pues con una ruina humana, un despojo de la sociedad, la hez de la hez, que se te acerca, te da dos besos y te dice: “María, cariño, cuánto tiempo…” y claro, caes –de bruces– en quién es. ¡Dios mío, lo que desfigura la muerte! Ese hombre, o lo que queda de él, es el primero al que hice una felación (en una cabina de teléfonos, para ser más exactos, hasta que llegó la policía) en la Gran Ciudad (porque en la Ciudad Funeraria Una ya tenía una pasado como Felatriz y Rica Heredera).
–Dame tu número de teléfono.
–Ay, qué pena. Es que no me lo sé, pero dame tú el tuyo que ya te llamo Yo.
Y claro, me da su número de teléfono y sonríe y agita una mano que parece una garra y… ¿Para qué seguir? Joder con la vida. Es que, cuando se pone, deja a Delia Fiallo a la altura del betún. Hija de perra.
Menos mal que hoy tengo una fiesta y una cena, en compañía de más gente divina, que si no me venía abajo. Pero, claro, como Yo estoy atravesando esta etapa furiosamente optimista, es más, beligerantemente optimista, pues como que no. Que se depriman otras. Yo no tengo tiempo, que aún no he escogido el modelo. Y ésa, ahora, es mi Prioridad Número Uno. La dos es continuar con el Ramadán: 0 alcohol, 0 hombres. O sea, a la ataraxia por la abstinencia. Sí, señor.
Mañana más.
El homeless, abrigado como si acabase de escapar de una choza de troncos en mitad de la tundra, sigue con su cantinela: “Un rollo notable… Un notable rollo”. Y la tinajera, que no cesa. Y ya llega un momento en que me dan ganas de acercarme a ella, agarrarle los abalorios y tirar de ellos hasta ponerla cianótica perdida.
Al final, me bajo del autobús y dejó allí al barítono lunático y a la mongo-adolescente con la sensación de que acabo de contemplar una escena patética, patética, patética. Ríete tu de Dostoiewski. Ríete tú de Zola. Ríete de Hoyos y Vinent (que también pasó por su fase tremendista, y es que del decadentismo a la decadencia sólo hay un paso). Ríete.
Pues no. No te rías. Lo peor viene después. Te bajas del autobús con el alma en un ay, con el corazón en un puño, con el ánimo hecho un gurruñito, hecha unos zorros, vamos, ¿y con quién te encuentras? Pues con una ruina humana, un despojo de la sociedad, la hez de la hez, que se te acerca, te da dos besos y te dice: “María, cariño, cuánto tiempo…” y claro, caes –de bruces– en quién es. ¡Dios mío, lo que desfigura la muerte! Ese hombre, o lo que queda de él, es el primero al que hice una felación (en una cabina de teléfonos, para ser más exactos, hasta que llegó la policía) en la Gran Ciudad (porque en la Ciudad Funeraria Una ya tenía una pasado como Felatriz y Rica Heredera).
–Dame tu número de teléfono.
–Ay, qué pena. Es que no me lo sé, pero dame tú el tuyo que ya te llamo Yo.
Y claro, me da su número de teléfono y sonríe y agita una mano que parece una garra y… ¿Para qué seguir? Joder con la vida. Es que, cuando se pone, deja a Delia Fiallo a la altura del betún. Hija de perra.
Menos mal que hoy tengo una fiesta y una cena, en compañía de más gente divina, que si no me venía abajo. Pero, claro, como Yo estoy atravesando esta etapa furiosamente optimista, es más, beligerantemente optimista, pues como que no. Que se depriman otras. Yo no tengo tiempo, que aún no he escogido el modelo. Y ésa, ahora, es mi Prioridad Número Uno. La dos es continuar con el Ramadán: 0 alcohol, 0 hombres. O sea, a la ataraxia por la abstinencia. Sí, señor.
Mañana más.
miércoles, julio 14, 2004
Almuerzos divinos con gente divina
Bueno, pues al final dejé a la pobre Erzsébet emparedada viva en su dormitorio. La verdad es que, por mucho que la admire, La Alimaña –no lo digo Yo, sino sus pobres siervos de la gleba de Csejthe, que la llamaban así (cómo es el lumpen, cuánta envidia, cuánta maledicencia y cuánto veneno se esconde tras la conciencia de clase)– se lo ganó a pulso, así que no me quedó más remedio que decirle adiós con la pezuñita y abandonarla a su suerte. Cuatro años emparedada viva son Muchos Años. Incluso para mí.
Hoy, para resarcirme de tanta maldad, he almorzado con Dame C. y la Sibila Nereida, dos mujeres encantadoras que te dan otra visión de la realidad, más calida, más humana, más… Mucho más. Dame C., de la que cada día soy más fan, nos ha contado sus cuitas con la pequeña M. Lo cierto es que ser Madre en la actualidad, con lo que está cayendo, es Un Peligro. Al parecer, las nuevas adolescentes tienen nueve y diez años, de modo que con 15 ya han pasado por una clínica de desintoxicación, un matrimonio desgraciado, dos abortos, una rinoplastia, un divorcio y varios procesos judiciales especialmente lucrativos. Vamos, más o menos el mismo ritmo vital que Liz Taylor, sólo que sin ser una estrella. Sólo una mujer (como Susan Hayward, a quien por cierto Santa Bette Davis escupió al final de un rodaje al conjuro de “¡Perra! Darte las réplicas es como hacerlo con una pared”). Pues vaya papeleta. Menos mal que Yo soy estéril, que si no…
En fin, llevo una semana de almuerzos (desde que leí las memorias del Marqués de las Marismas jamás digo comida –a no ser que se trate de la cena–, sino almuerzo; sólo me falta el casoflón en Conde de Orgaz y el prognatismo para ser igualita a Luis Escobar) de lo más frenética, y también de lo más divina. El lunes comí con uno de mis más viejos amores, o sea, sola. Hay que ver lo bien que se come sola. Y si es en un restaurante, mucho mejor. Una mujer almorzando sola siempre es un espectáculo fascinante. Una mujer que come sola es un misterio. Un hombre que come solo es… un oficinista.
Ayer, tuve la inmensa dicha de comer con mi ex marido, el Mozart de los ex maridos, cada día más divino. La verdad es que no puedo entender a esas parejas que no se soportan tras el divorcio. Yo recomiendo vivamente el divorcio a todos los matrimonios. Cada vez que veo esa cara en forma de corazón y esos ojos color acero, me dan ganas de ponerme a cantar eso de “¡Qué cielo tan puro! ¡Cómo brilla el sol! ¡Qué maravillosa luz! ¡Con qué dulces y seductores sonidos hacen los bellos cantores alados que resuene este valle!”, lo que por otro lado es normal. A alguien que sostiene que después de Mozart todo es decadencia, lo que más le pega es Gluck. ¿O no?
Hoy, el almuerzo con Dame C. y la Sibila Nereida ha sido de lo más entretenido gracias a Lady Wig, una anoréxica centenaria que suple su 1,20 con un cardado de unos 25 centímetros –no sabría precisar si se trata de su pelo o es pelucón, aunque Dame C. y Yo nos inclinamos más por lo segundo: algo así como un tsunami capilar que acaba en una voluta a un lado de la cara, consumidita como una pasa de Corinto–, y que habitualmente almuerza en el Suite en compañía de su nieto/chulángano y su novia/cuidadora. Juntos, forman un tableau vivant de lo más fascinante, algo así como tres personajes desprendidos de un friso gótico que hubiesen cobrado vida por arte de magia (blanca, desde luego; o color hueso).
Dame C., la Sibilia Nereida y Yo hemos quedado next week para tomar unos dry-martinis en De Diego. No se me ocurre mejor plan para romper el Ramadán. Santo Tomás de Aquino, un Padre de la Iglesia del que cada día soy más fan, olvidó incluir los dry-martinis del De Diego en sus cinco vías para probar la existencia de Dios. Pero no te preocupes, Tommy, que ya lo hago Yo: los dry-martinis del De Diego son una prueba fehaciente de que Dios existe (el Mercado de Fuencarral, en cambio, es una señal inequívoca del triunfo de Satanás en el Mundo Contemporáneo).
En fin, tras el overdose de sadismo y las florituras estilísticas de la señora Valentine Penrose, Una no puede enfrentarse de nuevo a Cansinos-Assens o a las memorias de González Ruano a palo seco, así que he decidido tomar una dosis de árnica con Los Siete Fugitivos de Frederik Prokosh. Porque Yo lo valgo.
Mañana más.
Hoy, para resarcirme de tanta maldad, he almorzado con Dame C. y la Sibila Nereida, dos mujeres encantadoras que te dan otra visión de la realidad, más calida, más humana, más… Mucho más. Dame C., de la que cada día soy más fan, nos ha contado sus cuitas con la pequeña M. Lo cierto es que ser Madre en la actualidad, con lo que está cayendo, es Un Peligro. Al parecer, las nuevas adolescentes tienen nueve y diez años, de modo que con 15 ya han pasado por una clínica de desintoxicación, un matrimonio desgraciado, dos abortos, una rinoplastia, un divorcio y varios procesos judiciales especialmente lucrativos. Vamos, más o menos el mismo ritmo vital que Liz Taylor, sólo que sin ser una estrella. Sólo una mujer (como Susan Hayward, a quien por cierto Santa Bette Davis escupió al final de un rodaje al conjuro de “¡Perra! Darte las réplicas es como hacerlo con una pared”). Pues vaya papeleta. Menos mal que Yo soy estéril, que si no…
En fin, llevo una semana de almuerzos (desde que leí las memorias del Marqués de las Marismas jamás digo comida –a no ser que se trate de la cena–, sino almuerzo; sólo me falta el casoflón en Conde de Orgaz y el prognatismo para ser igualita a Luis Escobar) de lo más frenética, y también de lo más divina. El lunes comí con uno de mis más viejos amores, o sea, sola. Hay que ver lo bien que se come sola. Y si es en un restaurante, mucho mejor. Una mujer almorzando sola siempre es un espectáculo fascinante. Una mujer que come sola es un misterio. Un hombre que come solo es… un oficinista.
Ayer, tuve la inmensa dicha de comer con mi ex marido, el Mozart de los ex maridos, cada día más divino. La verdad es que no puedo entender a esas parejas que no se soportan tras el divorcio. Yo recomiendo vivamente el divorcio a todos los matrimonios. Cada vez que veo esa cara en forma de corazón y esos ojos color acero, me dan ganas de ponerme a cantar eso de “¡Qué cielo tan puro! ¡Cómo brilla el sol! ¡Qué maravillosa luz! ¡Con qué dulces y seductores sonidos hacen los bellos cantores alados que resuene este valle!”, lo que por otro lado es normal. A alguien que sostiene que después de Mozart todo es decadencia, lo que más le pega es Gluck. ¿O no?
Hoy, el almuerzo con Dame C. y la Sibila Nereida ha sido de lo más entretenido gracias a Lady Wig, una anoréxica centenaria que suple su 1,20 con un cardado de unos 25 centímetros –no sabría precisar si se trata de su pelo o es pelucón, aunque Dame C. y Yo nos inclinamos más por lo segundo: algo así como un tsunami capilar que acaba en una voluta a un lado de la cara, consumidita como una pasa de Corinto–, y que habitualmente almuerza en el Suite en compañía de su nieto/chulángano y su novia/cuidadora. Juntos, forman un tableau vivant de lo más fascinante, algo así como tres personajes desprendidos de un friso gótico que hubiesen cobrado vida por arte de magia (blanca, desde luego; o color hueso).
Dame C., la Sibilia Nereida y Yo hemos quedado next week para tomar unos dry-martinis en De Diego. No se me ocurre mejor plan para romper el Ramadán. Santo Tomás de Aquino, un Padre de la Iglesia del que cada día soy más fan, olvidó incluir los dry-martinis del De Diego en sus cinco vías para probar la existencia de Dios. Pero no te preocupes, Tommy, que ya lo hago Yo: los dry-martinis del De Diego son una prueba fehaciente de que Dios existe (el Mercado de Fuencarral, en cambio, es una señal inequívoca del triunfo de Satanás en el Mundo Contemporáneo).
En fin, tras el overdose de sadismo y las florituras estilísticas de la señora Valentine Penrose, Una no puede enfrentarse de nuevo a Cansinos-Assens o a las memorias de González Ruano a palo seco, así que he decidido tomar una dosis de árnica con Los Siete Fugitivos de Frederik Prokosh. Porque Yo lo valgo.
Mañana más.
martes, julio 13, 2004
Una nueva santa para mi iconostasio*
Súper fan de Erzsébet Báthory. ¿Por qué? A los hechos me remito:
“Tras la muerte del conde, la Señora les quemaba las mejillas, los pechos y otras partes de cuerpo, al azar, con un atizador. Lo más horrible que les hacía era, a veces, abrirles la boca a la fuerza con los dedos y tirar hasta que se desgarraban las comisuras. Les clavaba alfileres debajo de las uñas, diciendo: «Si le duele a esa puta, ¡que se los quite ella!». Un día, porque la habían calzado mal, hizo que le trajeran una plancha ardiendo y planchó en persona los pies a la sirvienta culpable, diciéndole: «Hale, ahora ya tienes tú también unos lindos zapatos con las suelas encarnadas.»
¿Pero cómo no voy a adorar a esta mujer? ¿No es divina? Yo, la verdad, es que como soy muy esponja, ya estoy tomando ideas. Porque candidatos nunca me faltan.
*[El Chambelán R. es el culpable de que emplee semejante término. Yo siempre he sido más de Capilla Privada, que era lo que teníamos en casa, pero R. es súper fan de los iconostasios de todo tipo y condición. Y Yo, claro, me dejo guiar por él, porque no tengo personalidad. A mí me hacen reír y se me olvida todo. Que se lo digan a mi ex marido, el Mozart de los ex maridos, con quien me he reído LMG (Lo Más Grande); también he llorado, pero ahora atravieso una EE (Etapa Equilibrio). La verdad, estoy tan, pero tan zen que no me reconozco. ¡A la ataraxia por la abstinencia! Oooooh, sí].
Mañana más.
“Tras la muerte del conde, la Señora les quemaba las mejillas, los pechos y otras partes de cuerpo, al azar, con un atizador. Lo más horrible que les hacía era, a veces, abrirles la boca a la fuerza con los dedos y tirar hasta que se desgarraban las comisuras. Les clavaba alfileres debajo de las uñas, diciendo: «Si le duele a esa puta, ¡que se los quite ella!». Un día, porque la habían calzado mal, hizo que le trajeran una plancha ardiendo y planchó en persona los pies a la sirvienta culpable, diciéndole: «Hale, ahora ya tienes tú también unos lindos zapatos con las suelas encarnadas.»
¿Pero cómo no voy a adorar a esta mujer? ¿No es divina? Yo, la verdad, es que como soy muy esponja, ya estoy tomando ideas. Porque candidatos nunca me faltan.
*[El Chambelán R. es el culpable de que emplee semejante término. Yo siempre he sido más de Capilla Privada, que era lo que teníamos en casa, pero R. es súper fan de los iconostasios de todo tipo y condición. Y Yo, claro, me dejo guiar por él, porque no tengo personalidad. A mí me hacen reír y se me olvida todo. Que se lo digan a mi ex marido, el Mozart de los ex maridos, con quien me he reído LMG (Lo Más Grande); también he llorado, pero ahora atravieso una EE (Etapa Equilibrio). La verdad, estoy tan, pero tan zen que no me reconozco. ¡A la ataraxia por la abstinencia! Oooooh, sí].
Mañana más.
lunes, julio 12, 2004
A la ataraxia por la abstinencia
Bueno, pues a estas alturas no me voy a poner a reseñar el cóctel del pasado jueves, con duelo de peinados, modelos y tintes entre las Ministras de Cultura presentes, pasadas y futuras (¿La Pelucona? Who knows? Cosas más raras veredes…), aunque hay que confirmar que, con cirugía o sin ella, gana la Calvo (¡esos pantalones bombachos en raso color salmón de Piluchi of the Castle! –debe de ser el de Otranto, no encuentro otra explicación–; está claro que no sólo Rocío Jurado sueña sus modelos tras una fabada overdose de grasa a medianoche). Eso sí, quiero declararme fan desde ya de Pepín Bello, ese buda de la cultura hispana, contemporáneo de todas las viejas glorias –ya muertas– a las que sobrevive con sonrisa escita. A mí, su aportación a la Generación del 27 me trae completamente al pairo, pero una persona que llega a los cien con esa piel… Vamos, súper fan. Además, conocí a la versión patria de Loretta Young y eso siempre es de agradecer, porque una mujer que tuvo una hija ilegítima con Clark Gable (la genuina, no la versión siglo XXI, que, como Yo, tiene manga ancha con los hombres, pero aún no practica la gerontofilia…; aunque, guapa, si queremos que nos mantengan, me temo que no nos va a quedar más remedio que pasar por ese aro en llamas), vamos, una mujer así sólo puede ser una Santa o una Perra –o las dos cosas–; y, claro, con una mujer así Yo me siento súper identificada.
En fin, el caso es que después de tomar un gin-tonic (pero sólo tonic, sin gin, porque estoy en pleno Ramadán) con las fuerzas vivas –o casi– de la Cultura Española (ay, la Cultura Española, qué pena más grande…), a Una no le quedan fuerzas para casi nada, de modo que lo único que pude hacer el week-end fue regresar a mis orígenes, con más Pena que Gloria (Swanson).
El come-back a la Ciudad Funeraria me resultó muy útil para constatar que:
a) Siempre hay alguien que está peor que tú. Qué teces, Dios mío; qué barrigas; qué pelos (qué malos pelos); qué mechas (¡por el amor de Dios, ESAS MECHAS!); qué todo…
b) Siempre me pasa lo mismo por estas fechas, mes arriba, mes abajo: el jamacuco emocional. Debe de tratarse de un desarreglo hormonal, porque si no, no lo entiendo. El caso es que este año tampoco ha sido una excepción, pero parece que la capa coriácea se va endureciendo, Deo gratias. En cualquier caso, me reconforta descubrir que no es que ahora sea una mamarracha (más): siempre lo he sido.
c) El mundo sin alcohol es un asco; y los hombres, asco y medio. A pesar de todo, continúo en ese peligroso camino de santidad: a la ataraxia por la abstinencia.
d) Nunca, nunca, nunca jamás adoptaré una simpática princesita putumaya o una emperatriz china a quien un edecán o airado eunuco hayan echado de la Ciudad Prohibida con cajas destempladas. Si les han indicado el camino de salida de una pirámide maya o les han dado puerta en un cotolengo bielorruso, por algo será. ¿Pero qué desayunan los niños? ¿Tripis?
e) Los hombres no son la solución. Especialmente algunos hombres, en estado de ruina (física, moral… cutánea), que te tiran los tejos mientras apuras una tónica que te sabe exactamente igual que a Sócrates su último chupito. Cicuta, cicuta, cicuta… Un refresco en un pub de ambiente de provincias y verás como te abres las venas en canal sin necesidad de que te lo ordene ningún sanedrín. Te lo digo Yo.
En fin, el caso es que mi trato con la FRE (Familia Real en el Exilio) ha sido más fluido que nunca, lo que no deja de inquietarme. ¿A estas alturas voy a convertirme en una Hija Pródiga? Pues qué quieres que te diga, a lo mejor sí.
Lo mejor de todo es que:
a) He podido tomar el sol y luzco MDQN (Más Divina Que Nunca).
b) He podido terminar el segundo tomo de la Novela de un literato, de Cansinos Assens (que es una víbora de tomo y lomo, aunque él vaya de buen samaritano. ¡Ja!).
c) Me he reencontrado con una vieja amiga, Valentine Penrose, que allá por los 50 hizo un retrato de una antepasada mía, Erzsébet Báthory, una perra sideral absolutamente fas-ci-nan-te: psico-killer (650 campesinas de los Cárpatos, de carnes orondas y sangre fresca, a las que practicó todo tipo de perrerías: astillas bajo las uñas, laceraciones, latigazos, canibalismo, quemaduras vaginales con cirios encendidos –un cierto aire litúrgico recorre el librito de la Penrose, a pesar de que la tía Isabel era claramente agnóstica en cuestiones religiosas–, ablaciones de lo más heteróclitas…, en fin, un catálogo de horrores), aristocratísima (era prima de los reyes de Hungría y Transilvania, amén de varios príncipes magiares), lesbo-killer, fashion-victim, déspota, bruja, epiléptica, bellísima… Una joya, vamos. Algo así como un Gilles de Rais en femenino, sólo que ella no lloraba ni se retorcía presa de los remordimientos después de cometer sus felonías. Quiá. Ella, descansadísima. Y todo, en 1600, en un poblacho perdido de los Cárpatos, en el castillo de Csejthe. Para que luego digan que los psico-killers son un fenómeno moderno. Qué estupidez.
d) Me llaman el Gran Chambelán JA y la Hilarantísima & Sapientísima R. just to say I love you, y me alegran el día.
O sea, que un fin de semana divino.
Ya era hora.
Mañana más.
En fin, el caso es que después de tomar un gin-tonic (pero sólo tonic, sin gin, porque estoy en pleno Ramadán) con las fuerzas vivas –o casi– de la Cultura Española (ay, la Cultura Española, qué pena más grande…), a Una no le quedan fuerzas para casi nada, de modo que lo único que pude hacer el week-end fue regresar a mis orígenes, con más Pena que Gloria (Swanson).
El come-back a la Ciudad Funeraria me resultó muy útil para constatar que:
a) Siempre hay alguien que está peor que tú. Qué teces, Dios mío; qué barrigas; qué pelos (qué malos pelos); qué mechas (¡por el amor de Dios, ESAS MECHAS!); qué todo…
b) Siempre me pasa lo mismo por estas fechas, mes arriba, mes abajo: el jamacuco emocional. Debe de tratarse de un desarreglo hormonal, porque si no, no lo entiendo. El caso es que este año tampoco ha sido una excepción, pero parece que la capa coriácea se va endureciendo, Deo gratias. En cualquier caso, me reconforta descubrir que no es que ahora sea una mamarracha (más): siempre lo he sido.
c) El mundo sin alcohol es un asco; y los hombres, asco y medio. A pesar de todo, continúo en ese peligroso camino de santidad: a la ataraxia por la abstinencia.
d) Nunca, nunca, nunca jamás adoptaré una simpática princesita putumaya o una emperatriz china a quien un edecán o airado eunuco hayan echado de la Ciudad Prohibida con cajas destempladas. Si les han indicado el camino de salida de una pirámide maya o les han dado puerta en un cotolengo bielorruso, por algo será. ¿Pero qué desayunan los niños? ¿Tripis?
e) Los hombres no son la solución. Especialmente algunos hombres, en estado de ruina (física, moral… cutánea), que te tiran los tejos mientras apuras una tónica que te sabe exactamente igual que a Sócrates su último chupito. Cicuta, cicuta, cicuta… Un refresco en un pub de ambiente de provincias y verás como te abres las venas en canal sin necesidad de que te lo ordene ningún sanedrín. Te lo digo Yo.
En fin, el caso es que mi trato con la FRE (Familia Real en el Exilio) ha sido más fluido que nunca, lo que no deja de inquietarme. ¿A estas alturas voy a convertirme en una Hija Pródiga? Pues qué quieres que te diga, a lo mejor sí.
Lo mejor de todo es que:
a) He podido tomar el sol y luzco MDQN (Más Divina Que Nunca).
b) He podido terminar el segundo tomo de la Novela de un literato, de Cansinos Assens (que es una víbora de tomo y lomo, aunque él vaya de buen samaritano. ¡Ja!).
c) Me he reencontrado con una vieja amiga, Valentine Penrose, que allá por los 50 hizo un retrato de una antepasada mía, Erzsébet Báthory, una perra sideral absolutamente fas-ci-nan-te: psico-killer (650 campesinas de los Cárpatos, de carnes orondas y sangre fresca, a las que practicó todo tipo de perrerías: astillas bajo las uñas, laceraciones, latigazos, canibalismo, quemaduras vaginales con cirios encendidos –un cierto aire litúrgico recorre el librito de la Penrose, a pesar de que la tía Isabel era claramente agnóstica en cuestiones religiosas–, ablaciones de lo más heteróclitas…, en fin, un catálogo de horrores), aristocratísima (era prima de los reyes de Hungría y Transilvania, amén de varios príncipes magiares), lesbo-killer, fashion-victim, déspota, bruja, epiléptica, bellísima… Una joya, vamos. Algo así como un Gilles de Rais en femenino, sólo que ella no lloraba ni se retorcía presa de los remordimientos después de cometer sus felonías. Quiá. Ella, descansadísima. Y todo, en 1600, en un poblacho perdido de los Cárpatos, en el castillo de Csejthe. Para que luego digan que los psico-killers son un fenómeno moderno. Qué estupidez.
d) Me llaman el Gran Chambelán JA y la Hilarantísima & Sapientísima R. just to say I love you, y me alegran el día.
O sea, que un fin de semana divino.
Ya era hora.
Mañana más.
jueves, julio 08, 2004
El mundo cambia, mi psique permanece
Me he encomendado a Santa Bette Davis para que me guíe –ella, la pobre, que tuvo una vida (personal) tan arrastrada– en mi búsqueda por las procelosas aguas del sentimentalismo más atroz. No puedo evitarlo. Cuando tus santas tutelares son Santa Zelda Fitzgerald, Santa Dorothy Parker y Santa Bette Davis, está claro que estás condenada no sólo a tropezar dos veces con la misma piedra, sino a dejarla más pulida que el empeine de San Pedro en el Vaticano.
Me encantaría ser Mujer Fría y Cerebral. Pero no. Soy Mujer Bacante y Desharrapada*, Mujer Demente, Principessa de la Incoherencia. Mujer Absurda, por encima de todo. ¿Qué se le va a hacer? A estas alturas, a no ser que me someta a una lobotomía o reciba una descarga eléctrica capaz de iluminar desde el Fukuyama hasta Tokio, es muy difícil que mi psique cambie de la noche a la mañana… por mucho que Marisa Paredes (que, como todo el mundo sabe, es en realidad Eusebio Poncela con peluca) sostenga en La flor que “el mundo puede cambiar de la noche a la mañana”. El mundo, tal vez sí, querida; mi psique, desde luego que no. Te lo aseguro.
En fin, el caso es que aquí estoy, otra vez con mi castillo de naipes. A la espera de que cambie el viento… o llegue un huracán. O me dé un siroco, que todo es posible.
Ya lo dijo ella (Santa BD): “Llega un momento en la vida de toda mujer en que su único consuelo es una copa de champán”. Y yo, a dieta de 0 Alcohol (& 0 Hombres). Hay que joderse.
*[Mil gracias a mi corrector de estilo, un hombre adorable al que, si Dios existe, algún día haré el boca a boca, aunque por el momento me conformaré con un tête-à-tête.]
Mañana más.
Me encantaría ser Mujer Fría y Cerebral. Pero no. Soy Mujer Bacante y Desharrapada*, Mujer Demente, Principessa de la Incoherencia. Mujer Absurda, por encima de todo. ¿Qué se le va a hacer? A estas alturas, a no ser que me someta a una lobotomía o reciba una descarga eléctrica capaz de iluminar desde el Fukuyama hasta Tokio, es muy difícil que mi psique cambie de la noche a la mañana… por mucho que Marisa Paredes (que, como todo el mundo sabe, es en realidad Eusebio Poncela con peluca) sostenga en La flor que “el mundo puede cambiar de la noche a la mañana”. El mundo, tal vez sí, querida; mi psique, desde luego que no. Te lo aseguro.
En fin, el caso es que aquí estoy, otra vez con mi castillo de naipes. A la espera de que cambie el viento… o llegue un huracán. O me dé un siroco, que todo es posible.
Ya lo dijo ella (Santa BD): “Llega un momento en la vida de toda mujer en que su único consuelo es una copa de champán”. Y yo, a dieta de 0 Alcohol (& 0 Hombres). Hay que joderse.
*[Mil gracias a mi corrector de estilo, un hombre adorable al que, si Dios existe, algún día haré el boca a boca, aunque por el momento me conformaré con un tête-à-tête.]
Mañana más.
miércoles, julio 07, 2004
De nuevo, una mamarracha
“Vulgarmente el deseo consiste en la necesidad de que alguien esté por tus huesos, que de todos los manjares posibles tu cuerpo sea su plato favorito, que el hecho de estrecharte entre sus brazos le haga olvidarse de todos los problemas metafísicos, sociales, políticos, económicos, etc. que amenazan el mundo actual. Pero el deseo no solo es eso. Entendido en términos absolutos, además del cuerpo, uno desea poseer el alma del otro. Reconozco que puede resultar algo incómodo. Nadie soportaría ser todo para alguien, porque eso te impediría entre otras cosas vivir tu vida. Aunque se trate de una contradicción, la ilusión de ser deseado sin fronteras (no importa que no te respeten como persona) anida en el fondo de todo ser humano”.
Pedro Almodóvar
Vuelvo de comer con el corazón desgarrado. Al fin lo he logrado: soy completamente absurda. Estoy tan loca como para envidiar a Tántalo. Al menos él estaba sumergido sólo hasta el cuello. Yo estoy hundida más allá de toda esperanza. Y no es que me queje. A estas alturas, si hay algo que me saque de mis casillas es LCQ (La Cultura de la Queja). Como Margo Chaning, yo también detesto el sentimentalismo.
En fin, gracias a Dios la realidad viene en mi ayuda una vez más y puedo consolarme con escenas como la que sigue: en Nuevos Ministerios, frente al ático de Laura Valenzuela en la Castellana, un leñador directamente venido de los Apalaches, se pasea con una pancarta, que reza: “Soy marica americano y me gusta Bin Laden”. No seré Yo quien se lo reproche. Al fin y al cabo, Bin Laden es millonario. Multimillonario, as a matter of fact. La respuesta del Gran Chambelán JA a mi mensaje de estupefacción me deja inquieta, pero con una sonrisa en los labios: "Ya no me sorprende nada: ¿qué será lo próximo? Tengo nuevo personaje, una neurótica del amoníaco. Ya lo leerás".
O sea, de nuevo escindida entre la Realidad (esa hija de perra) y el Deseo (eso que anida en el fondo de todo ser humano, excepto en mi caso, donde además de en el fondo anida también en la superficie).
Mañana más.
Pedro Almodóvar
Vuelvo de comer con el corazón desgarrado. Al fin lo he logrado: soy completamente absurda. Estoy tan loca como para envidiar a Tántalo. Al menos él estaba sumergido sólo hasta el cuello. Yo estoy hundida más allá de toda esperanza. Y no es que me queje. A estas alturas, si hay algo que me saque de mis casillas es LCQ (La Cultura de la Queja). Como Margo Chaning, yo también detesto el sentimentalismo.
En fin, gracias a Dios la realidad viene en mi ayuda una vez más y puedo consolarme con escenas como la que sigue: en Nuevos Ministerios, frente al ático de Laura Valenzuela en la Castellana, un leñador directamente venido de los Apalaches, se pasea con una pancarta, que reza: “Soy marica americano y me gusta Bin Laden”. No seré Yo quien se lo reproche. Al fin y al cabo, Bin Laden es millonario. Multimillonario, as a matter of fact. La respuesta del Gran Chambelán JA a mi mensaje de estupefacción me deja inquieta, pero con una sonrisa en los labios: "Ya no me sorprende nada: ¿qué será lo próximo? Tengo nuevo personaje, una neurótica del amoníaco. Ya lo leerás".
O sea, de nuevo escindida entre la Realidad (esa hija de perra) y el Deseo (eso que anida en el fondo de todo ser humano, excepto en mi caso, donde además de en el fondo anida también en la superficie).
Mañana más.
martes, julio 06, 2004
0 Alcohol y 0 Hombres
Bueno, pues aquí estoy de nuevo. Viva. Sana y salva. Más o menos viva. Y más o menos salva. Pero algo es algo. Porque, claro, cuando una sale de jueves a lunes. A diario. A hombre diario. A lapsus diario (bueno, el caso del jueves no es una laguna mental; es el Pacífico: ocho horas de amnesia-mente en blanco). A colocón diario. Una, entonces, tiene que pararse a reflexionar: ¿voy por buen camino? No. A este paso, lo que voy a acabar es como la pobre Liz. Como la pobre Liz hoy, además (pero sin sus cabujones, claro).
En fin, el caso es que, al menos, a lo largo de estos días, entre tanto y tanto espécimen recién salido del cotolengo, he tropezado con Un Caballero Encantador… y pobre. La naturaleza, el destino, Dios, la vida en general, mis inhibiciones –¿mis queeeé?, jajajajaja–, todo conspira en mi contra. Pero esta vez pienso vencerlos a todos: a la naturaleza, al destino, a la vida y a Dios, ese hijo de perra, especializado en poner hombres pobres en mi camino (hombres pobres e infames, en un 99,9% de los casos). Bueno, pues éste, aunque pobre, me hace reír. Y, tal y como está el patio, es más que suficiente. Porque para mí, como para Carmen Maura, el sentido del humor lo es todo. Tú me haces reír y se me olvida todo. Natural.
En fin, el caso es que han sido cuatro días –¿cuatro? Mmmm, el miércoles también hubo sus más y sus menos; y el martes, si no recuerdo mal– de lo más agotadores, así que no me ha quedado más remedio que empezar una cura de 0 Alcohol y 0 hombres. Porque está claro que Yo no puedo seguir así. Por el momento, llevo un día y medio. La verdad es que lo del alcohol es lo que menos me inquieta, pero lo de los hombres… Porque hay que ver cómo está la calle. Sales y ya hay algún chulángano desnudándote con la mirada y con lo que no es la mirada, que hay que ver que manos más sueltas tienen algunos (a juego con sus neuronas, súper sueltas, oye).
Y no es que Yo sea puritana. Para nada. Pero es que Una cosa es Una cosa y Otra, Otra. Por ejemplo, sigo siendo súper fan de mi ex marido, el Mozart de los ex maridos. Sigo siendo súper fan de Marlon Brando, el Kowalski de los ex maridos. Sigo siendo súper fan de Tita Cervera, la Madame de Pompadour de las demi mondaines. Sigo siendo súper fan de Holly, la única (sólo superada por Lorelai). Pero, claro, una chica no puede pasarse toda la vida riendo (¿verdad, Anita?). Además, mi cupo de risas está ya de lo más cubierto con el número MEGAMAMARRACHA BORRACHA que monté el pasado domingo en la última En Plan Travesti de la temporada y, si aspiro a tener una Vida Social, en la última EPT de mi vida. Bigger than life. Cuando Una Mujer como YO resulta más travesti abriendo un abanico que La Prohibida (bueno, más no, más es imposible; las cosas como son), es que hay que empezar a preocuparse. Y YO, la verdad, es que… En fin, ya me preocuparé mañana. O pasado.
Mañana más.
En fin, el caso es que, al menos, a lo largo de estos días, entre tanto y tanto espécimen recién salido del cotolengo, he tropezado con Un Caballero Encantador… y pobre. La naturaleza, el destino, Dios, la vida en general, mis inhibiciones –¿mis queeeé?, jajajajaja–, todo conspira en mi contra. Pero esta vez pienso vencerlos a todos: a la naturaleza, al destino, a la vida y a Dios, ese hijo de perra, especializado en poner hombres pobres en mi camino (hombres pobres e infames, en un 99,9% de los casos). Bueno, pues éste, aunque pobre, me hace reír. Y, tal y como está el patio, es más que suficiente. Porque para mí, como para Carmen Maura, el sentido del humor lo es todo. Tú me haces reír y se me olvida todo. Natural.
En fin, el caso es que han sido cuatro días –¿cuatro? Mmmm, el miércoles también hubo sus más y sus menos; y el martes, si no recuerdo mal– de lo más agotadores, así que no me ha quedado más remedio que empezar una cura de 0 Alcohol y 0 hombres. Porque está claro que Yo no puedo seguir así. Por el momento, llevo un día y medio. La verdad es que lo del alcohol es lo que menos me inquieta, pero lo de los hombres… Porque hay que ver cómo está la calle. Sales y ya hay algún chulángano desnudándote con la mirada y con lo que no es la mirada, que hay que ver que manos más sueltas tienen algunos (a juego con sus neuronas, súper sueltas, oye).
Y no es que Yo sea puritana. Para nada. Pero es que Una cosa es Una cosa y Otra, Otra. Por ejemplo, sigo siendo súper fan de mi ex marido, el Mozart de los ex maridos. Sigo siendo súper fan de Marlon Brando, el Kowalski de los ex maridos. Sigo siendo súper fan de Tita Cervera, la Madame de Pompadour de las demi mondaines. Sigo siendo súper fan de Holly, la única (sólo superada por Lorelai). Pero, claro, una chica no puede pasarse toda la vida riendo (¿verdad, Anita?). Además, mi cupo de risas está ya de lo más cubierto con el número MEGAMAMARRACHA BORRACHA que monté el pasado domingo en la última En Plan Travesti de la temporada y, si aspiro a tener una Vida Social, en la última EPT de mi vida. Bigger than life. Cuando Una Mujer como YO resulta más travesti abriendo un abanico que La Prohibida (bueno, más no, más es imposible; las cosas como son), es que hay que empezar a preocuparse. Y YO, la verdad, es que… En fin, ya me preocuparé mañana. O pasado.
Mañana más.
jueves, julio 01, 2004
Menos orgullo y más un espejo como Dios manda
Orgullo, orgullo, orgullo… ¿Pero de qué están orgullosas? ¿De ESE pelo? ¿De ESAS ropas? ¿De ESAS mechas? Yo, la verdad, es que no doy creditito. Voy por la calle con las manos ahuecadas cual pezuñitas bajo los ojos por si se me vacían las cuencas. Es que… Por favor. ¡Un poquito menos de orgullo y más de autocrítica, por Dios! ¡Un poquito menos de pomada y más de acíbar! ¡Un poco de coherencia, Domine Dio! Un poco de…
Pero nada. Ni un poco ni un mucho. Nada de nada. El cero. La muerte caracolera. Camisetas mínimas (y peor aún cuando no las hay). Brazos tatuados. Piercings hasta en los rincones más insólitos (si por lo menos no estuviesen a la vista, pero ¡quiá!). Tintes capilares ciertamente atroces. Un calzado… Ay, ese calzado. Por mucho menos, en la Edad Media hubiesen prendido una pira funeraria de la que no hubiesen quedado ni las cenizas.
Y luego, claro, ESA música. Ay, Dios mío. Mis retinas se desprendieron hace mucho como las cornisas del teatro Calderón –el cóctel José Luis Moreno-Norma Duval resultó tan letal como un chupito molotov–, pero mis tímpanos tampoco han quedado a salvo de las agresiones.
Sí, sí, sí. Lo sé. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pues bien. Como José Giles, a mí que den un adoquín y lo tiraré lo más lejos posible con una nota adjunta: “Ahí va el primer canto de mi poema…” Es lo menos que se merecen estos juegos florales.
Tremendo.
Mañana más.
Pero nada. Ni un poco ni un mucho. Nada de nada. El cero. La muerte caracolera. Camisetas mínimas (y peor aún cuando no las hay). Brazos tatuados. Piercings hasta en los rincones más insólitos (si por lo menos no estuviesen a la vista, pero ¡quiá!). Tintes capilares ciertamente atroces. Un calzado… Ay, ese calzado. Por mucho menos, en la Edad Media hubiesen prendido una pira funeraria de la que no hubiesen quedado ni las cenizas.
Y luego, claro, ESA música. Ay, Dios mío. Mis retinas se desprendieron hace mucho como las cornisas del teatro Calderón –el cóctel José Luis Moreno-Norma Duval resultó tan letal como un chupito molotov–, pero mis tímpanos tampoco han quedado a salvo de las agresiones.
Sí, sí, sí. Lo sé. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pues bien. Como José Giles, a mí que den un adoquín y lo tiraré lo más lejos posible con una nota adjunta: “Ahí va el primer canto de mi poema…” Es lo menos que se merecen estos juegos florales.
Tremendo.
Mañana más.